EN MADRID | QUÉ HACER

Volar (o algo parecido) en medio de la Gran Vía

Iberia abre un local de 1.100 metros cuadrados en Callao en el que se puede operar un simulador de vuelo o degustar gratis en los asientos de un avión A350 los menús servidos en los trayectos transoceánicos

Un visitante del Espacio Iberia atiende a las indicaciones del instructor en el simulador de vuelo.

Un visitante del Espacio Iberia atiende a las indicaciones del instructor en el simulador de vuelo. / IBERIA

Víctor Rodríguez

Víctor Rodríguez

Hace un día perfecto en La Rochelle, en la costa atlántica de Francia. Luce el sol, la visibilidad es óptima y el viento apenas complica maniobra de vuelo alguna. A los mandos de un avión bimotor por primera vez en mi vida me encamino por la pista de despegue del aeropuerto internacional de Île de Ré. Todos los parámetros en los tres monitores del cuadro de mandos están en orden. Tomo pista, la velocidad va en aumento y cuando alcanzo los 100 nudos tiro ligeramente hacia mí de los mandos para que la aeronave empieza a elevarse, lo cual hace con relativa suavidad. Toda mi preocupación es mantener la inclinación del aparato entre las dos guías que se me ha indicado.

Transcurrido un tiempo relativamente corto, Kevin, mi compañero de vuelo, me pide que recoja el tren de aterrizaje. Lo hago accionando una pestaña con la mano derecha. Por el frente y los lados se puede disfrutar de la visión clara del cielo y abajo, en tierra, se distinguen algunas edificaciones esparcidas y las instalaciones del aeropuerto. Tras unos cinco minutos de plácida travesía aérea, me dispongo de nuevo a tomar tierra. Vuelvo a sacar el tren de aterrizaje, empujo hacia adelante los mandos, procuro mantener la estabilidad del avión y me poso sobre la pista con algo de brusquedad, pero no tanta como para causar una tragedia. "No está mal", me dice Kevin. "Para ser la primera vez lo has hecho bastante bien".

Asientos de cabina de un Airbus A350 de los que la compañía usa en vuelos transoceánicos.

Asientos de cabina de un Airbus A350 de los que la compañía usa en vuelos transoceánicos. / IBERIA

Lógicamente, no estoy en La Rochelle, en Francia; estoy en Madrid, en plena Gran Vía, en el número 48. Ni he pilotado un avión, aunque se le parece bastante. Durante 10 minutos lo que he hecho es estar a los mandos de uno de los simuladores en los que los pilotos de Iberia continúan su formación para recrear situaciones de emergencia o complicaciones, nada que ver con mi dulce paseo por las alturas, en aeropuertos de todo el mundo. Kevin, graduado como piloto hace dos meses y medio en Cuatro Vientos, ha sido mi instructor en esta experiencia, una de las más demandadas en el espacio que la aerolínea ha abierto junto a la Plaza de Callao, a caballo entre el punto comercial y la atracción turística. Cada día, entre 45 y 50 personas se sientan en el simulador.

En México y Colombia

Tanto el acceso como el manejo del simulador y el resto de actividades que se pueden realizar es gratuito. Uno puede registrarse para el embarque biométrico, ya disponible en el puente aéreo entre Madrid y Barcelona, solucionar una incidencia con un billete, o incluso comprar uno con un 10% de descuento. Pero no parece que ese sea el objetivo con que Iberia haya decidido abrir hasta el próximo 31 de julio este espacio efímero en una arteria donde los alquileres comerciales rondan los 250 euros por metro según algunos estudios de mercado. "Evidentemente, no es algo con un retorno inmediato", explica Ángel Rubio, del departamento de comunicación de la compañía, sentado ante un café y una cocacola en el Premium Lounge, un área con luminosas vistas sobre la Gran Vía reservada en la segunda planta a los clientes con tarjeta Platino o Infinita o aquellos que hayan comprado un billete en clase business con salida hasta el 31 de julio. "Se trata más bien de fortalecer la marca, reforzar nuestra presencia, dar a conocer productos como la clase turista premium, destinos, los nuevos aviones Airbus A350, apuestas como nuestro compromiso con la sostenibilidad...".

No es de hecho la primera vez que lo hacen. De manera más modesta, hace dos años ya se abrió temporalmente un Espacio Iberia en la calle Velázquez, en la antigua sede de la compañía, y el año pasado otro en el centro de Madrid, junto al Monasterio de las Descalzas. También se han replicado en Ciudad de México y en Bogotá, dos lugares estratégicos para la aerolínea, con 326 frecuencias semanales con Latinoamérica y volcada en convertir Madrid en el gran hub de entrada del continente en Europa.

Exterior del local, en la Gran Vía.

Exterior del local, en la Gran Vía. / IBERIA

Pero esta vez la jugada ha subido un peldaño. Empezando por la ubicación. La compañía ha ido a elegir la antigua tienda de la firma china de móviles Huawei, con un total de 1.100 metros cuadrados distribuidos en dos plantas. Con horario de lunes a domingo, de doce del mediodía a nueve de la noche, alrededor de 120 personas trabajan en turnos, la mayoría de cara al público con un uniforme rojo y una sonrisa profesional para atender al cerca de millar de visitantes diarios.

Realidad virtual

La simulación de vuelo es, sin duda, una de las actividades más atractivas. Pero no son la única en estos tiempos experienciales en que vivimos. Entre paneles que recuerdan que Iberia ha adquirido el compromiso de renovar su flota para reducir el 35% de emisiones en 2050 y utilizar un 10% de combustibles sostenible o que presentan los productos de ingredientes absolutamente naturales de sus nuevos neceseres de a bordo, los visitantes pueden también colocarse unas gafas Apple Vision Pro, aún no disponibles en España, y acceder a una curiosa operación virtual: la de desmontar pieza por pieza con sus dedos el motor de un avión poco antes de verse rodeado por un espectacular paisaje nevado.

Justo enfrente una pequeña tienda permite comprar maquetas de aviones de la flota de Iberia, productos de a bordo como los saleros en forma de menina que se utilizan en vuelo en la clase business, y que no se pueden comprar en ningún otro sitio, o afiches de publicidades históricas de la aerolínea, desde finales de los años 20.

Visitante con las gafas Apple Vision Pro.

Visitante con las gafas Apple Vision Pro. / IBERIA

Aunque si lo que se pretende es viajar al pasado, tal vez lo más recomendable sea subir a la primera planta. Allí se ha recreado parte de la cabina y el fuselaje del Rohrbach Ro VIII Roland que el 14 de diciembre de 1927 realizó el primer vuelo de Iberia, entre las ciudades de Madrid y Barcelona. El avión no se conserva, pero a partir de fotografías se ha reproducido su interior tal cual era, con asientos de mimbre y cuero fijados al suelo de madera con una pieza metálica, sin cinturones de seguridad, con agarraderas de cuero en la parte superior y publicidad de Bicarbonatos Torres Muñoz en los respaldos. Quien quiera puede sentarse y hay sombreros y otros accesorios de época si alguien tiene deseo de ponérselos. Mientras los pasajeros están sentados se filma un pequeño vídeo con acabado de filmación antigua que luego pueden descargar a través de un código QR.

Un poco más adelante lo que se imita es parcialmente la cabina de los A350, los últimos modelos incorporados a la flota de Iberia para vuelos transoceánicos. La compañía empezó a operarlos a finales de 2019, pero a las pocas semanas estalló la pandemia, por lo que aún tienen algo de casi estreno.

Menús de a bordo

En total son 12 asientos los que se han instalado, en la misma configuración en que van en el avión: seis asientos de clase turista en dos filas de tres asientos; cuatro asientos de turista premium, más anchos, en dos filas de dos asientos, y finalmente, y con vistas a la Gran Vía y al edificio Capitol, dos asientos de clase business, completamente abatibles hasta convertirse en una cama de dos metros de largo, con una puertecita para garantizar cierta intimidad, auriculares con cancelación de ruido... El atractivo de la experiencia, no obstante, no es sentarse, sino el hecho de que cuatro veces al día, en cuatro turnos entre las 12.30h y las 15.30h, se sirve en ellos, gratuitamente, el mismo menú que se da a los viajeros a bordo en cada clase. En total, 48 menús diarios.

No es fácil conseguirlo, no obstante. Si para subir al simulador o ponerse las gafas de Apple basta con llegar en el día, pedir turno y confiar en que haya un hueco, para poder degustar los menús en cabina las reservas salen cada viernes a las doce del mediodía para toda la semana siguiente. "Suelen volar", adelanta Rubio, quien anticipa que el próximo 1 de julio los menús cambiarán tanto en los vuelos como en el Espacio Iberia.

Hasta el 31 de julio, en el Espacio Iberia se organizarán, además, catas de los vinos y cervezas que se ofrecen a bordo, showcookings y lo que denominan "catas destino". "Un día es Puerto Rico y se degustan rones de allí; otro Buenos Aires y se ofrecen productos y vino argentinos amenizados con clases de tango; el 20 de junio, que será exactamente 100 días antes de que iniciemos la ruta Madrid-Tokio, el 24 de octubre, se podrán probar aquí productos típicos japoneses", detalla Rubio.

Se ha abierto un hueco también para dar proyección al programa Talento a Bordo, con el que Iberia pretende apoyar aspectos como el arte, la cultura y el deporte españoles. Esta misma semana han pasado por el espacio de Gran Vía las hermanas Estrella y Soleá Morente o el cineasta Juan Carlos Fresnadillo. Y en próximas fechas se espera a la diseñadora Teresa Helbig, responsable de los uniformes que viste actualmente el personal de la aerolínea, o Pau Gasol, aunque este último no para el público en general sino solo para un grupo de trabajadores de la compañía.

No está mal esa pátina cultural, aunque al final opera casi más esa fascinación casi infantil que aún despierta el asombro tecnológico de unas gafas de realidad virtual o creerse casi capaz de aterrizar un avión en La Rochelle. Por no hablar de mover el bigote gratis, bien conoce la sabiduría popular aquello de que se conquista por el estómago. El marketing moderno funciona así. Toda la programación se puede consultar en la web del Espacio Iberia.