ANIVERSARIO

La sombra de Pippi Calzaslargas, un trabajo como secretaria y la leyenda urbana de una peli porno: los 65 años de la actriz sueca Inger Nilsson

La mítica serie infantil basada en el libro de Astrid Lindgren marcó la carrera de una mujer que alguna una vez se las vio y deseó para poder vivir de la actuación

Pipi Lângstrump.

Pipi Lângstrump. / EPE

Pippi Calzaslargas es la niña que muchos querríamos ser. Aunque solo tiene nueve años, vive sola, en una casa enorme y destartalada, con la única compañía de un caballo y un mono. También es intrépida y antiautoritaria, posee un cofre repleto de monedas de oro que le brindan solvencia económica, está dotada de una fuerza sobrehumana y dedica todo su tiempo a dar rienda suelta a su desbordante imaginación junto a sus buenos amigos Tommy y Annika. Sus andanzas llegaron a millones de lectores a través de Pippi Calzaslargas, un libro de Astrid Lindgren, publicado por primera vez en 1945, que convirtió a esta escritora sueca en una de las autoras infantiles más populares y traducidas de todos los tiempos.

Pero ojo, porque el carácter subversivo de las aventuras de aquella niña de cara pecosa y trenzas rojas también llevó a que la obra de Lindgren fuera censurada durante años en distintos lugares, incluido España, donde se consideraba a Pippi demasiado impertinente y mal ejemplo. De hecho, como se cuenta en el libro de la editorial Blackie Books que recopiló por primera vez todas las historias del personaje en un único tomo, “no fue hasta el estreno de la mítica serie de televisión en 1969 que Pippi se abrió paso en las librerías y televisiones de millones de hogares del mundo”.

Esa coproducción entre Suecia y Alemania estaba protagonizada por Inger Nilsson, una tímida niña de nueve años que fue seleccionada personalmente por Lindgren entre miles de muchachas. “No sé si tengo suficientes facultades para ser actriz. Mi éxito como Pippi Calzaslargas no fue mérito mío, sino de quienes me indicaban constantemente lo que debía hacer y cómo hacerlo para que resultase mejor. Si llego a ser actriz profesional, tendré que arreglármelas para que el público se olvide de Pippi”, confesaba entonces Nilsson, que creció en la pequeña ciudad sueca de Kisa y, tras pasar tres años rodando Pippi Calzaslargas, aprovechó el tirón de la serie para hacer películas como Pippi en la isla de Taka Tuka (1970) o Pippi lo pasa pipa (1970).

En esa época no le quedó más remedio que aprender a llevar el peso, a veces agobiante, de la popularidad. Contaba al menos con el consejo y apoyo de su padre y representante, Bertil Nilsson, quien creía ciegamente en sus posibilidades, administraba su dinero —aunque ni mucho menos se hizo rica con aquellos primeros proyectos—, y le regaló dos caballos por no haberse atrasado en los estudios pese al tiempo que pasó ante las cámaras de cine y televisión. “Quiero ser una actriz a la que se tome en serio”, dijo ella en una entrevista. “Me gustaría, sobre todo, interpretar personajes en comedias musicales y operetas. Hago lo que puedo para situarme en el mundo del espectáculo. Si no tengo éxito como actriz, me dedicaré a ser profesora de equitación”.

Foto de archivo sin fecha de la actriz sueca Inger Nilsson en Estocolmo, Suecia.

Foto de archivo sin fecha de la actriz sueca Inger Nilsson en Estocolmo, Suecia. / HENRIK MONTGOMERY

Cuando al fin acabó sus estudios en el colegio, Nilsson se puso a estudiar idiomas y luego ingresó en la Escuela de Arte Dramático. Siendo todavía adolescente recibió alguna que otra oferta para teatro y se animó a probar suerte en la industria musical con el lanzamiento de una canción titulada Keep on Dancing. Realizó incluso una gira veraniega junto a un grupo de amigos, algunos de ellos suecos y otros españoles, por distintas localidades de España, un país al que ya había venido antes para recoger el TP de Oro a la mejor actriz y del que siempre estuvo enamorada —“Me gustaría casarme con un español. Mi mayor ilusión es quedarme a vivir aquí”, comentó a una revista del colorín—.

Pero el mundo se le vino un poco encima cuando se dio cuenta de que estaba demasiado encasillada en el papel de niña intrépida. Decepcionada con los directores y productores de la época, que no confiaban en su capacidad para encarnar otro tipo de personajes, dio un giro a su vida profesional y se puso a trabajar como secretaria en Estocolmo. A principios de los ochenta, para sorpresa de muchos, anunció su intención de retomar su carrera como actriz y dijo que pensaba invertir sus ahorros en probar fortuna en América: “Me siento muy joven como para quedarme toda la vida de secretaria. Quiero tener una personalidad propia y enterrar de una vez por todas el personaje que tan famosa me hizo en su día. El cine siempre me ha gustado, lo que ocurre es que como empecé a crecer ya no me podían ofrecer papeles al estilo de Pippi y esto ha hecho que no haya vuelto a trabajar en el mundo del celuloide”.

No llegaría a convertirse en ejemplo del llamado sueño americano, pero al menos fue capaz de hacerse un hueco en la industria del entretenimiento en el norte de Europa. Durante su vida adulta se subió varias veces a las tablas para encarnar a personajes serios como Poncia, la criada de La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, y compaginó sin problema su verdadera vocación con el secretariado cuando el dinero de lo primero no alcanzaba. También protagonizó cierta leyenda urbana que aseguraba que la mujer había acabado dedicándose al mundo del cine para adultos. Probablemente muchos la confundirían con Tami Erin, una actriz estadounidense que en 1988 protagonizó Las nuevas aventuras de Pippi Calzaslargas y unos cuantos años después se animó a filmar una película pornográfica después de que su exnovio sacara a la luz un vídeo casero en el que ambos aparecían jugando a los médicos.

Lo que sí comentó Nilsson en una entrevista concedida a un programa de Kanal 5 es que, cuando tenía catorce o quince años, alguien le envió el guion de una película en la que debía rodar ligerita de ropa. “A mí me parecía pornografía y no quise hacerlo en absoluto”, relató al respecto. “Mis padres se volvieron locos. Probablemente era porno blando. Si lo leyeras hoy no te parecería tan peligroso, pero en aquella época sí lo era. A mí no me habría gustado mostrarme desnuda. Fue como si quisieran aprovecharse de mi nombre después de Pippi, y eso está un poco mal. Era raro y no parecía serio. Creo que la película no se hizo después de eso. Mi mayor decepción fue que no fuera una película de verdad. Pensé que alguien se había puesto en contacto conmigo y quería hacer una película de verdad”.

Imagen facilitada por la Fundación Astrid Lindgren. Pippi Calzaslargas (Pippi Långstrump en el original sueco), la niña más fuerte del mundo, el personaje ideado por la escritora Astrid Lindgren.

Imagen facilitada por la Fundación Astrid Lindgren. Pippi Calzaslargas (Pippi Långstrump en el original sueco), la niña más fuerte del mundo, el personaje ideado por la escritora Astrid Lindgren. / EFE/Fundación Astrid Lindgren

Aunque hablar públicamente de su faceta íntima le gusta lo justo y necesario, la actriz de 65 años (hoy los cumple) se ha autodefinido como “una solitaria social que pasa mucho tiempo sola en casa”, y confesó sin reparos que a los hombres con los que tuvo un escarceo amoroso les costaba lidiar con todo lo que implica salir con alguien popular. Nunca llegó a casarse, y tampoco tiene hijos —porque, en su boca, no encontró “el momento adecuado” para hacerlo—. Pese a ello, cuando un periodista le preguntó cómo habría educado a sus churumbeles en el caso de haber tenido descendencia, respondió que “ni demasiado anarquistas ni demasiado obedientes. Sobre todo los habría educado para que fueran personas seguras de sí mismas, aunque no tanto como Pippi. Y yo diría que algo socialdemócratas”.

En los últimos tiempos, la otrora estrella infantil ha dado muestras de su asombrosa capacidad polifacética. En 2009 aceptó participar en la versión sueca del reality I'm a Celebrity...Get Me Out of Here!, y luego se dejó ver en la ópera prima de Magnus von Horn, The Here After (2015), que se exhibió en el festival de Cannes y triunfó en los premios Guldbagge del cine sueco. Aunque el proyecto que le brindó mayor estabilidad financiera fue una serie policíaca de la televisión pública alemana, The Inspector and the Sea, donde entre 2007 y 2021 estuvo dando vida a una médica forense.

La gran lucha de mi vida fue tener que explicar a todo el mundo que ante todo soy Inger. Eso fue difícil y a veces lo sigue siendo [...]. Hay gente que me dice: ‘Ya has hecho bastante’. Entonces pienso: ‘Gracias, pero todavía tengo que ganarme la vida, aún tengo que pagar el alquiler y tener comida para poner en la mesa. Ya no puedo vivir de lo que hacía de niña’”, apuntó recientemente la actriz, que el pasado mes de septiembre pasó unos días en Mallorca para recordar viejos tiempos junto a sus antiguos compañeros televisivos Pär Sundberg y Maria Persson —Tommy y Annika en Pippi Calzaslargas—, quienes residen en nuestro país desde hace tiempo.