ENTREVISTA

Jesús García Orts: "Lina Morgan sufrió acoso laboral por parte de algunas compañeras"

La plataforma Movistar Plus+ estrena en junio una docuserie original dedicada a la figura de la que hoy día está considerada la reina de la comedia popular

La admiración de Jesús García Orts por Lina Morgan hizo que poco a poco fuese recopilando todos y cada uno de los trabajos, reportajes en prensa o programas de televisión.

La admiración de Jesús García Orts por Lina Morgan hizo que poco a poco fuese recopilando todos y cada uno de los trabajos, reportajes en prensa o programas de televisión. / ÁLEX LOMART

Muy pocos apostaban por Lina Morgan, una mujer pequeña y de piernas cortitas, cuando la artista se propuso competir con las grandes estrellas que protagonizaban los espectáculos de revista musical y llenar los teatros de los años cincuenta y sesenta. Pero ella tenía un don que no poseían todas aquellas vedettes despampanantes: sabía hacer reír. Su inmenso talento centra los tres capítulos de Lina, una nueva docuserie original de Movistar Plus+, dirigida por Israel del Santo, que indaga en el viaje de esa joven bailarina madrileña que acabó erigiéndose en la reina de la comedia popular. "Creo que Lina llegó a convertirse en un icono, en una de las actrices más importantes de este país, porque de alguna forma se lo propuso. Interpretó sobre el escenario un personaje, creado por ella misma, de chica no demasiado guapa ni lista, que caló mucho en el público, y con el que sobre todo las señoras se identificaron bastante. Y pudo haber llegado aún más lejos, pero al final se conformó con lo que había ganado", apunta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el escritor Jesús García Orts, autor de la biografía Lina Morgan. De Angelines a Excelentísima Señora.

P. Su libro salió a la venta antes de que Lina muriese en 2015. ¿Llegó ella a leer el borrador?

R. Sí. Realmente empecé a preparar el libro cuando tenía doce o trece años. En mi casa siempre hubo afición por la comedia popular española, pero fue a raíz de ver Hostal Royal Manzanares cuando empecé a sentir un interés grande por saber quién era realmente Lina Morgan. Comencé a recopilar y coleccionar todo sobre ella, a grabar todas sus entrevistas en televisión... Me convertí en un fan y me puse a escribir todo lo que ella iba contando sobre su vida. Luego descubrí que existían las hemerotecas, así que seguí investigando al mismo tiempo que escribía a ordenador esa especie de libro. El proyecto se materializó en un libro publicado por Círculo Rojo bajo el título Lina Morgan. Mucho más que una cómica. Grabé para Cine de barrio un programa dedicado a visitar los rincones más importantes de Lina, y ahí me invitaron a acudir al último estreno de Concha Velasco al que también acudió Lina, en otoño de 2012. A esa cita llevé dos ejemplares de mi libro, uno para Raúl Sender y otro para la propia Lina. Ya anteriormente, en 2010, había tenido una conversación telefónica con ella, en la que me dijo que no podía prohibir que yo escribiera un libro, pero que no iba a colaborar conmigo y que no le gustaba que nadie hablara sobre ella, ni para bien ni para mal. Ella sufría entonces una gran depresión y encima había visto cómo gente de su entorno se sentaba en un plató para hablar mal de ella. El caso es que acabó leyendo mi libro y le gustó el hecho de ver que yo conocía todos los repartos y hablaba de proyectos que ni ella misma recordaba. A fin de cuentas, Lina era la más vanidosa para todo lo relativo a su profesión. Daniel Pontes me envió entonces un email, escrito de parte de Lina, donde ella me daba las gracias por escribir su biografía profesional y se disculpaba por no haberme ayudado, pero apuntaba que ella tenía por costumbre no hablar sobre su vida con los periodistas. Saber que le gustó mi libro fue para mí muy importante.

P. Esa experiencia le sirvió de alguna forma para dar a conocer su investigación.

R. Claro. Empecé a ir a algunos programas para hablar de ella, algunos amigos de Lina me abrieron puertas... También empecé a trabajar en una nueva versión del libro, porque pensé que la primera edición no estaba muy cuidada, y en aporté material y datos nuevos. Como ya muchos me conocían, algunas personas del entorno de Lina estuvieron dispuestas a hablar conmigo y compartir algunas anécdotas. De ahí salió esa segunda versión de mi biografía, de la que aún quedan ejemplares disponibles, que pude presentar en Madrid justo después de que Lina muriese. Ahora voy a volver a rehacer el libro para actualizarlo y que salga publicado el próximo año, coincidiendo con el décimo aniversario de su fallecimiento. Esta vez me atreveré a hablar de cosas que no se habían contado hasta el momento.

Lina no llegó nunca a casarse porque lo que a ella más le llenaba era su profesión

P. ¿Cosas de qué tipo?

R. Matizaré por ejemplo algunas informaciones sobre su vida personal que ciertos medios han dado. Es cierto que, cuando ella muere, no tenía relación con su familia, es decir, con sus sobrinos y sus sobrinas-nietas. Al principio, Lina se llevó bien con todos sus hermanos. Tanto es así que cuando nació el último hermano, Lina se instaló con su familia en un piso que sus padres alquilaron en el número 30 de la calle Hortaleza. Hasta 1963 o 1964, su hermano mayor, Emilio, vivió también ahí con su mujer e hijos, y solía ir a ver a Lina al teatro. La relación con la familia se empieza a romper después de que la actriz comprase el teatro La Latina en 1983, año en el que por cierto muere Emilio, con quien ya en ese momento no se llevaba bien por los malos hábitos que este tenía. Su hermano Julio, con el que siempre se llevó bien, había muerto en 1980. Cuando su madre fallece en 1991, tanto Lina como José Luis y Julia deciden cortar la relación con sus sobrinos al ver que solo se acercaban a ellos por interés. Emilio tuvo seis hijos, entre ellos, dos mellizas, una de las cuales tuvo la misma mala vida que su padre. Lina ayudó económicamente a esa sobrina muchísimo, hasta que vio que no servía de nada. Ella siempre decía: ‘A mis padres les han sacado hasta los higadillos, pero a mí ya no me van a sacar ni un duro más’.

P. ¿Considera que la docuserie de Movistar Plus+ hace justicia a la carrera de su protagonista?

R. Tengo la sensación de que este es el documental sobre Lina con mayúsculas. Creo que será el que más acerque al público su verdadera figura, con sus luces y sombras. El director me comentó que mi entrevista, al ser yo el autor de su única biografía en español, serviría un poco de hilo conductor del proyecto. Cuando grabaron mi entrevista, que fue una de las primeras que hicieron, aporté al equipo todo tipo de ayuda y documentación. Aunque tengo que reconocer que la persona que fue contratada para ejercer como asesor y documentalista fue Juan José Montijano, autor de una estupenda tesis doctoral sobre la historia de la revista.

P. A lo largo de su vida, Lina tuvo varias relaciones con hombres casados. ¿Cómo llevó ella eso de ser ‘la otra’?

R. Con la mayor discreción del mundo y con toda la dignidad. Ella procedía de un matriarcado, y su madre le inculcó unos férreos valores marcados por su educación católica. Esa mujer ejercía una gran influencia en ella y era tremenda, hasta el punto de mandar a uno de los sobrinos a ir de carabina con Lina cuando esta salía con sus novios. Lina dijo que podía haber sido madre, incluso madre soltera, pero que no lo fue principalmente por respeto a sus padres. También pudo haber adoptado, de hecho, estuvo a punto de adoptar a sus sobrinas-nietas, para sacarlas del pozo, pero su madre se opuso. Volviendo a lo de su relación con hombres casados, ella siempre supo lo que había y simplemente intentó disfrutar del momento. En realidad, ella tuvo relación con hombres casados cuyos matrimonios no estaban bien.

P. Lo que no quiso fue convivir con ninguno de ellos.

R. Lina no quiso hacer daño a terceras personas, ni tampoco aceptó irse a vivir a ningún piso que le pusiera alguno de esos señores, en primer lugar, porque era una mujer muy independiente. Podía permitirse el lujo de vivir por su cuenta, pero quiso seguir viviendo con sus padres para no sentirse tan sola. Bastante sola se había sentido ya en aquellos primeros años en los que tenía que ir viajando con su compañía, quedándose de hotel en hotel. El productor Julián Esteban estuvo muy enamorado de Lina, con quien mantuvo una relación desde finales de los setenta. Cada día le mandaba al teatro una rosa roja o un ramo de flores, se trasladaba a las ciudades en las que se encontraba de gira para estar con ella,... Ella no ocultaba esa relación y, de hecho, lo presentaba siempre como 'mi pareja'. Hasta se llegó a publicar que se iba a casar con un conocido productor. Algo distinta fue su historia con el empresario ganadero José Martínez Uranga, alias 'Choperita'. En esa España de mediados de los sesenta había que guardar todavía más las apariencias. Ese hombre también la quiso mucho, e incluso se la quiso llevar a América para poder vivir junto a ella tranquilamente, pero Lina no aceptó porque era consciente de que él tenía tres hijos e iba a tener que seguir viniendo a España. Además, ella tenía ya una trayectoria y no estaba dispuesta a dejar que nadie la retirase. Creo que no llegó nunca a casarse porque lo que a ella más le llenaba era su profesión.

P. En uno de los capítulos se cuenta que Lina sufrió acoso laboral.

R. Sí, sufrió acoso por parte de algunas compañeras que se metían con ella por su físico, porque era bajita, y por esa vis cómica que mostraba sobre el escenario. El empresario Matías Colsada, por ejemplo, no confió nunca en ella. Matías la contrató como bailarina en 1952, para que acompañara a Rafael Farina en un cuadro flamenco, y de ahí la pasó a una compañía de revistas que tenía en el Ruzafa de Valencia. Alfonso del Real le dio un día la oportunidad de hacer de vedette después de que la artista que tenía que hacer ese papel sufriera un accidente y no pudiera subirse al escenario. Lina cayó en gracia y el público reaccionó muy bien, así que lle empezaron a dar papeles para que pudiera salir del anonimato y aprendiera a moverse por el escenario. Fue entonces cuando Colsada, que hasta entonces le había pedido que se colocara en la parte de atrás para que nadie la viese, se empezó a fijar en ella. Se dio cuenta de su vis cómica, porque tonto no era, pero sobre todo se fijó en su físico.

Daniel Pontes no es el villano que algunos han pintado

P. ¿Se refiere a que intentó algo con ella?

R. Él intentó ronear. No sé si llegaron a tener algo, porque algunos cuentan que sí y otros que no. Sí puedo decirte que hubo un momento en el que Lina dijo ‘no’ y al final hubo una denuncia de por medio. Lina contaba que esa denuncia se puso por incumplimiento de contrato, pero alguno de sus familiares dijo que, en realidad, Colsada intentó propasarse con ella, Lina le golpeó en la cabeza con la botella que llevaba encima y luego él la denunció ante el sindicato de actores. Fue entonces cuando le retiraron el carnet de artista y pasó dos años en paro. Con el tiempo, Colsada volvió a contratarla. Ahí es cuando protagoniza el espectáculo Mujeres odiosas, donde de nuevo sufre acoso. Adrián Ortega redescubre a Lina y se da cuenta de que tiene buenísimas aptitudes para poder hacerse cargo de las dos partes del espectáculo y sustituir a la segunda vedette, en contra de la opinión de Colsada. Lina, sabedora de que ella no tenía las medidas que poseían las demás vedettes, potenció su expresión corporal, lo que cabreaba a sus compañeras. Esas vedettes se lo decían a Colsada y este entonces retiraba a Lina y la dejaba sin trabajar un tiempo. Aquel espectáculo se estrenó nuevamente en Madrid en 1957, y fue entonces cuando la crítica dijo que había descubierto a una estrella. A partir de ahí ya no pudieron retirarla, porque era el propio público quien la reclamaba ahora.

P. Y en un momento dado se convirtió en empresaria. ¿Pagaba bien a sus empleados?

R. Te puedo decir que era la que mejor pagaba y que dio trabajo a muchos actores. Algunos se han quejado luego de que a ellos no les contrató, pero esa gente debería comprender que lo suyo era una empresa, no una ONG. También hubo otros, a los que sí dio trabajo, que luego hablaron muy mal de ella. Lina era consciente de eso, como también sabía todas las cosas que se decían de ella.

Desde que su hermana Julia muere a finales de 2012, Lina ya no tiene ganas de seguir haciendo ningún tipo de vida social.

Desde que su hermana Julia muere a finales de 2012, Lina ya no tiene ganas de seguir haciendo ningún tipo de vida social. / ARCHIVO

P. ¿Exageran aquellos que la calificaban de facha?

R. Claro que exageran. En primer lugar, ella no se posicionó nunca políticamente, ni se presentó como abanderada de ningún partido. Tenía su opinión, y alguna vez la dio, pero nunca se mojó. Bueno, para las elecciones generales de 1982 sí salió en televisión, junto a otros actores, diciendo que había que ir a votar. Como no era una mujer demasiado preparada, le fascinaba el hecho de que un político supiera quién era ella y fuese a verla al teatro, con independencia de su ideología. Es cierto que durante la época socialista de Felipe González fue cuando más premios importantes recibió. Me consta que tenía amistad con gente de izquierdas y, sobre todo, con José María Aznar. Se dice que Ana Botella iba a los rodajes de algunas de sus series para verla, y que Aznar le felicitaba siempre las fiestas. También se la tachó de franquista porque, como otras muchas actrices, actuó en el festival que Carmen Polo organizaba en el teatro Calderón de Madrid y estuvo en las fiestas de La Granja de Franco. Ella iba allí y recibía algún detalle que luego podía empeñar para sacar un dinero. Lina decía: ‘Yo iba allí de la misma forma que también iría a La Bodeguilla de La Moncloa en el caso de que Felipe González me invitase’.

P. ¿De qué forma le afectó a Lina la muerte de sus hermanos José Luis y Julia?

R, Esas muertes le afectaron muchísimo. Lina le sacaba muy pocos años a su hermana, con quien solía dormir en la misma habitación. Cuando era más joven, Julia ejerció como su secretaria. Además, como Julia también bailaba, coincidieron más de una vez en el mismo ballet. Julia era una mujer muy culta y le inculcó la lectura a su hermana. Sus hermanos estaban mucho más preparados que ella. José Luis fue el creador de Lina. Ella aportó el talento que tenía, pero él consiguió convertirla en la gran estrella que fue. La enseñó a ser esa mujer elegante que sabía comportarse públicamente y era capaz de sentarse a hablar con gente de todo tipo. Además, José Luis y su pareja Antonio Luján, que era el gerente del teatro, la ayudaron a tener un gran imperio. La muerte de José Luis, a finales de 1995, le costó a Lina la misma vida. No podía asimilar que su hermano estuviera enfermo, le costó entender que tuviera una enfermedad [sida] incurable y muy estigmatizada, y le aterraba que alguien pudiera hacerle daño a José Luis. Ella no sabía ni firmar un cheque, pues todo se lo hacía su hermano hasta entonces.

P. Hablando de cheques, ¿en qué invirtió realmente la fortuna que amasó con el teatro y la televisión?

R. Lo primero que hizo fue ayudar a su familia. En cuanto pudo retiró a su padre, enfermo de cáncer, para que pudiera descansar durante los años que le quedaran de vida. A algunos de sus sobrinos los metió en empresas que montaron. Además de la Lina artista, estaba la Lina empresaria. Primero le montó a su hermano dos empresas, una de papeles pintados y otra de decoración, y ya luego montó TELASA, con la que se dedicaba al alquiler de inmuebles. Tuvieron muchísimos pisos. De hecho, muchos de sus bailarines y artistas vivieron en esos pisos, que ella les alquilaba por un precio asequible. Lina tenía a su nombre un coche Jaguar y el piso de la calle Samaria, que fue donde vivió desde 1973 y finalmente murió. Además, ella heredó de su hermano algunas cosas. José Luis tenía en la Torre de Madrid un apartamento que le compró a Antonio Ferrandis y en el que residió durante muchos años. Lina contaba también entre sus bienes patrimoniales con muchas joyas, abrigos de piel y relojes.

Aquellos que calificaban a Lina Morgan de facha exageran

P. ¿Murió la artista sola, como algunos siguen asegurando?

R. Ella murió como quiso morir, rodeada de la gente que quería. Lina era una persona muy coqueta y hermética, a la que no le gustaba compartir sus penas. Era consciente de la enfermedad que tenía y quiso que sus amigos la recordaran como siempre la habían visto. Las personas que trabajaban en su casa eran para ella parte de su familia. Cuando celebraba un cumpleaños en su casa, los trabajadores domésticos se sentaban a comer con todos los demás. Una de ellas era su ama de llaves, Mari Carmen, que entró a trabajar para ella porque era prima de Ángel Gutiérrez, su gestor durante mucho tiempo. Luego estaban también Abelardo González, al que contrató en 1981 como chófer, y Dani [Pontes], que era el taxista habitual de su madre y se acabó convirtiendo en su mano derecha. Esas son las personas que estuvieron con ella en lo bueno y en lo malo. Son las que estaban ahí cuando enfermó de cáncer y tuvieron que darle quimioterapia. Cuando sufrió la depresión por la muerte de su hermana Julia, tanto Abelardo como Dani la sacaban a pasear. También lo hizo Raúl Sender, que fue uno de sus mejores amigos.

P. ¿Fue tras enfermar de neumonía cuando optó por recluirse en su casa?

R. Sí, ella dejó de ver a sus amigos en verano de 2013. Desde que su hermana Julia muere a finales de 2012, Lina ya no tiene ganas de seguir haciendo ningún tipo de vida social. No quería ir al bingo, a Raúl Sender le costaba horrores sacarla de casa,.. Ya cuando en el mes de julio acudió al estreno de la obra Más sofocos, se vio que estaba bastante tocada físicamente. Allí coincidió con su amiga María Teresa Campos, a quien le dijo: ‘¿Ahora entiendes por qué no voy a tu programa? En cuanto yo esté bien, te llamaré para que hagamos una entrevista en condiciones’.

P. El cáncer de garganta causó estragos en su cuerpo.

R. Sí, en esa época estaba muy medicada. Ella siempre había tenido problemas de garganta. De hecho, a principios de los setenta fue operada de unos nódulos, pero nunca pudo recuperarse del todo de esa intervención porque enseguida tuvo que volver a salir a trabajar. Luego, en 1980, la tuvieron que volver a operar, por eso ella fumaba usando boquilla. Fumó muchísimo durante la enfermedad de su hermano, y fue tras iniciar el rodaje de Hostal Royal Manzanares cuando le diagnosticaron ese cáncer de garganta del que ella no quiso hablar públicamente. Al poco de acabar la serie Academia de baile Gloria, el cáncer volvió a aparecer. De hecho, ella salía ya en esa época con pañuelos alrededor del cuello, porque el tratamiento le había dejado marcas. Si te fijas en sus últimos trabajos verás que su voz se volvió más fina y algo más afónica. Por otro lado, su problema de depresión llevó a que, a partir de Hostal Royal Manzanares, empezara a usar pinganillo en los rodajes. Ella estudiaba sus líneas, pero a veces le costaba memorizar el texto y recurrió al pinganillo por un tema de inseguridad. Esa misma inseguridad le hizo rechazar proyectos como el monólogo de Juan Carlos Pérez De la Fuente, con el que iba a regresar al teatro, o la película Cándida, que en un principio iba a protagonizar ella.

P. ¿Por qué generó tanta polémica el reparto de su herencia?

R. Todo lo relacionado con Lina genera polémica. Como era una mujer muy reservada, la gente pensaba que seguramente tendría algo que esconder. Si ella hubiese sido más clara en muchos aspectos, hoy seguramente no habría tantas leyendas alrededor de su vida. Lo cierto es que Lina hizo varios testamentos. Hubo uno en el que figuraba su gerente y administrador Ángel Gutiérrez, que fue una pieza fundamental en su vida hasta que ella descubre que había abusado de su confianza. Tras despedirlo, Daniel pasó de ser chófer a ser su acompañante y secretario. Un día le preguntó a Daniel si a él le importaría convertirse en su tutor legal en caso de que a ella le pasara algo. Él dijo que no le importaba y Lina hizo un testamento nuevo. Así quedó todo, y por eso se convirtió él en su heredero universal, es decir, en la persona que se quedó con el piso de Samaria, que administró las empresas de Lina y ahora cobra el dinero generado por los royalties, sus derechos de imagen, etc.

P. Daniel ha asegurado que todavía no ha cobrado ni un céntimo de la herencia.

R. No ha cobrado porque, por un lado, tiene que pagar el impuesto de sucesiones, que en palabras de Daniel supone ‘un cojón y parte del otro’, y, por otro, tenía que ajustar cuentas con Hacienda. Al otro chófer, Abelardo, ya se le pagó en efectivo el dinero que Lina le había legado. Daniel sigue viviendo hoy en su piso de Alcorcón y creo que desempeñó de la mejor forma que pudo el difícil papel que le tocó asumir tras la muerte de Lina. Hizo lo que ella le pidió que hiciera. Aun así, creo que Lina dejó un legado maravilloso que él podría potenciar, y que podría dar a conocer su figura a todas esas nuevas generaciones. En cualquier caso, Daniel no es el villano que algunos han pintado.