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La Reina Carlota o Cleopatra son negras en las nuevas ficciones: ¿por qué se señala la raza cuando se interpretan personajes históricos?

Varias producciones recientes vuelven a levantar la polémica en torno a la veracidad histórica del color de la piel de las protagonistas de las obras

Fotograma de ’Reina Cleopatra’, la serie documental de Netflix en la que una actriz negra, Adele James, interpreta a la faraona de Egipto, de la que se desconoce su aspecto real.

Fotograma de ’Reina Cleopatra’, la serie documental de Netflix en la que una actriz negra, Adele James, interpreta a la faraona de Egipto, de la que se desconoce su aspecto real. / NETFLIX

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"La veracidad histórica sólo interesa cuando se habla de la raza de los personajes, pero no cuando se abordan otras cuestiones de la misma ficción. Muchas veces se utiliza como excusa". Puede parecer radical, pero la opinión de la doctora en Historia y divulgadora Patricia González Gutiérrez, es compartida por otros historiadores. "Mi visión es que siempre que sean obras de ficción, puedes hacerlas como quieras. La ficción llega hasta donde alcance la imaginación del autor", añade Manuel Fernández Chaves, profesor titular de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla.

Varias producciones recientes vuelven a levantar la polémica en torno a la veracidad histórica del color de la piel de las protagonistas: La Reina Carlota, el spin off de la serie The Bridgertons creado por Shonda Rhimes para Netflix, que parte de un personaje real para construir un relato de ficción. Desde su estreno se han derramado ríos de tinta en torno a la raza de la reina, sobre si es real o no que fuese negra o si pudo haberlo sido por -supuestamente- descender (lejanamente) de una esclava liberta en Portugal. Lo curioso es que aunque hubo una reina Carlota y un rey Jorge III reales, la serie de Rhimes (que realiza castings ciegos para elegir a los actores por su talento independientemente de su raza) indica desde su arranque que no es una historia pretendidamente real. "No es una clase de Historia, es ficción inspirada en hechos", indica un cartel en el inicio.

También en Netflix, una serie documental en torno a Cleopatra ha provocado la ira de muchos por elegir a una actriz negra (Adela James) para representar las escenas que recrean el relato. Incluso en el país de origen de la faraona: "La aparición de la protagonista con estos rasgos representa una falsificación de la historia egipcia y una flagrante falacia histórica, sobre todo porque la serie está clasificada como documental", dijo en un comunicado el Ministerio de Antigüedades de Egipto.

Pero, ¿por qué es importante representar a Cleopatra con su raza real? "La movida es que no sabemos cuál fue su raza", contesta enfáticamente González. "En el antiguo Egipto no existía el concepto de raza como en este momento. La antigüedad no funcionaba con ese binomio de blanco o negro, que por otro lado es una cosa muy estadounidense. Ni siquiera nosotros tenemos el mismo concepto de racialidad que EE UU. Para un griego era igual de bárbaro un macedonio que una persona del África subsahariana". González es autora del prólogo de Cleopatra. Biografía de una reina, un libro escrito por Duabe W. Roller (profesor emérito en la Universidad Estatal de Ohio y doctor en Arqueología Clásica por la Universidad de Harvard) y publicado recientemente en España por la editorial Desperta Ferro. "Hay muchos interrogantes en torno al origen de Cleopatra VII. No sabemos quién fue su madre ni su abuela. La alta clase sacerdotal egipcia estaba mezclada con los persas... No tenemos ni idea del color que tenía Cleopatra, pero lo que sí sabemos es que blanca como Elizabeth Taylor, seguro que no fue". Fernández añade: "Que fuera más o menos clara de piel no importa, porque era la faraona y se peleó a muerte con su hermano. Vamos, que daba igual su raza, era la que mandaba y punto".

Tradición de personajes históricos blancos

Las polémicas que envuelven a los personajes históricos interpretados por actores y actrices racializados son recurrentes en los últimos tiempos. Sin embargo, tradicionalmente ha ocurrido lo contrario: tanto en las representaciones teatrales como en las grandes producciones de Hollywood lo más común ha sido que fueran actores y actrices blancos quienes interpretasen a los personajes racializados. "Esto ha sido lo normal en Hollywood por las leyes que impedían las mezclas raciales. Las actrices racializadas nunca podían aspirar más que a ser la pareja del villano porque no se permitían besos interraciales, por citar un caso", explica González.

Las obras de teatro de William Shakeaspeare, todas ambientadas en contextos históricos, han sido interpretadas millones de veces contando con castings puramente blancos. Entre otros, su Antonio y Cleopatra (que aborda la relación que mantuvieron el general romano Marco Antonio y la faraona de Egipto), pero también el personaje de Otelo (interpretado, entre otros, por Orson Welles o Laurence Olivier, con el rostro embetunado). Otelo fue además la base para la creación de la ópera de Verdi que tradicionalmente ha sido interpretada por tenores blancos. No hubo en torno a estas obras ninguna polémica por la veracidad histórica de estas interpretaciones.

Pero hay más ejemplos: un Alec Guiness interpretando al Príncipe Faisal (de origen persa) en Lawrence de Arabia (1962), una Natalie Wood interpretando a la portorriqueña María en West Side Story (1961) o más recientemente un Jake Gyllenhaal interpretando al protagonista (de ascendencia persa) en Prince of Persia: The sands of time (2010).

¿Por qué importa tanto entonces que Cleopatra sea interpretada por una actriz negra o Enrique VIII por un actor negro? "Yo creo que depende del espectador", reflexiona Fernández. "Hay público al que le da igual y otros que necesitan que la obra tenga coherencia interna, aunque sea ficción. Es decir, si Enrique VIII va en cohete o es negro, lo que les importa es que tenga sentido dentro de la trama". Y continúa: "Pero ojo, si atendemos a la historicidad de las ficciones, yo creo que ninguna serie o película soportaría un examen histórico duro. El rigor histórico es muy exigente". Fernández pone un ejemplo que va más allá de la raza: la película 300, protagonizada por Gerald Butler y dirigida por Zack Snyder, que tuvo mucho éxito de público. "En la película parece que hay un conflicto entre Oriente y Occidente, una lucha por la democracia y tal, cuando los espartanos no eran en absoluto democráticos", explica. "Desde el punto de vista histórico no aguanta ni un fotograma. A veces lo que se pretende es hacer una especie de ajuste de cuentas histórico o crear un estereotipo de ficción, pero evidentemente se manipula la Historia".

Ausencia de representación real

"Si la ficción representase la realidad todo el mundo acusaría a los creadores de inclusión forzada", afirma rotunda González. Se sabe, por ejemplo, que en la Sevilla del Siglo de Oro la población negra llegó a rondar el 10% de la población. Sin embargo, las ficciones ambientadas en este contexto no suelen incluir ni siquiera personajes de reparto racializados. "No se admitiría un Imperio Romano con gente de todos los colores, con mujeres guerreras, con un mercado en el que hay una señora carnicera...". Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge experta en estudios clásicos e importante divulgadora en torno a la Antigua Roma, ha tenido que enfrentar a menudo diferentes polémicas por hablar de la raza en el Imperio Romano, con ataques furibundos en diferentes medios de comunicación y en redes sociales. "Estamos acostumbrados a ver ciertas cosas y parece que nos fastidia que nos toquen el imaginario colectivo", reflexiona González. "En la ficción no aparecen discapacitados, salvo el típico personaje tullido estereotipado necesario para alguna escena concreta, ni cicatrices, ni gente gorda, ni nada".

González menciona otro ejemplo. En Pompeya, la ciudad romana que quedó sepultada por la ceniza y las rocas que expulsó el Vesubio en el año 79 han aparecido numerosos frescos y mosaicos que permiten conocer un poco más cómo eran las personas que habitaban la antigua Roma. Sin embargo, estas representaciones pueden ser malos indicadores de la historia real, avierte esta doctora. "Era una convención representar a las mujeres con un color más claro que a los hombres".

Los defensores de la racialidad de la Reina Carlota (Carlota de Mecklemburgo-Strelitz, duquesa alemana de la casa de Mecklemburgo y reina consorte por ser la mujer de Jorge III de Inglaterra) se refieren precisamente a que algunos de los retratos históricos la presentan con tez oscura.

¿Qué importancia tiene entonces la tradición de la representación en la imagen que tenemos de personajes históricos? "Yo creo que tiene un poder enorme, absoluto", afirma Fernández. "Los historiadores, por la naturaleza de la propia profesión y por las fuentes que manejan, tratan de divulgar, pero no tienen los medios a su alcance para hacerlo con tanto impacto como la industria audiovisual". Y añade: "El cine también responde a ciertas demandas sociales, los historiadores hacemos lo que podemos, pero en ocasiones se utiliza la historia simplemente para algo más que la divulgación, para transmitir un mensaje".

González asiente, y cree que es importante, en cualquier caso, que se fuercen estas representaciones raciales. "Todas estas cosas que remueven un poco son importantes para que la gente piense, no por la veracidad histórica", valora. "La veracidad histórica es una especie de mito que algo que realmente puede verse en un documental de Netflix".

Divulgación histórica real

Entonces, ¿a dónde acudir para encontrar veracidad histórica? "Hay muchos buenos ejemplos de divulgación histórica en YouTube, afortunadamente", afirma Fernández. "Hay documentales que realizan los compañeros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas que tienen mucho interés y no son para nada aburridos", explica Fernández.

Y en cualquier caso, González advierte: "la gente tiende a ser muy radical". Y pasa a contar una anécdota, la de su descubrimiento de los negacionistas de las cisternas romanas. "Hace poco se estrenaron unos documentales sobre cisternas romanas y acueductos, que a mí me parece la cosa más aburrida del mundo. Y en el documental se dice que se sobrevalora la existencia de acueductos y niega que hubiera tantas cisternas como se dice. Bueno, pues a mí me ha venido gente en otros contextos diciendo que los romanos jamás bebieron en cisternas porque vieron ese documental. Gente súper apasionada negacionista de las cisternas romanas".