Juicio por su patrimonio

Rato ataca a la testigo clave sobre la designación a dedo de la publicidad de Bankia: "Mantiene una herida abierta"

El expresidente de Bankia, del FMI y exvicepresidente en la era Aznar enfrenta su tercer día de declaración en el juicio por su patrimonio no justificado

El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, a su salida del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid

El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato, a su salida del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid / Alberto Ortega / Europa Press

"Tuvo una salida financieramente muy generosa de Bankia, pero he comprobado que mantiene una herida abierta". El que fuera exvicepresidente del Gobierno y ministro de Economía durante la era Aznar, Rodrigo Rato, ha dedicado su tercer día de declaración en el juicio en el que enfrenta una petición de 70 años de cárcel por su patrimonio no justificado en tratar de desacreditar a una de las testigos clave, Pilar Trucios, que fue su directora de comunicación en el delicado momento de la salida a bolsa de la entidad.

Trucios señaló ante la Guardia Civil y el juez instructor de la causa que fue Rato quien le ordenó de forma directa contratar con Publicís, una de las empresas que se llevó parate del sustancioso contrato de 13 millones de euros para publicidad y marketing de Bankia.

Según la investigación que le ha vuelto a sentar el banquillo -Rato resultó absuelto en el caso Bankia, aunque condenado por las 'tarjetas black'- el presidente de Bankia cobró de forma indebida comisiones de los contratos con las empresas elegidas para publicitar el nuevo banco y su salida a bolsa. El dinero se habría canalizado hasta el entramado societario del exministro desde una empresa interpuesta (Albisa) propiedad de otro de los acusados, Alberto Portuondo.

Rato ha seguido contestando este lunes en la Audiencia Provincial de Madrid a su abogada, María Massó, y no ha ahorrado en calificativos contra Trucio para describir a una persona a la que tuvo que "restringir" sus funciones apenas nueve meses después de haberla elegido pesonalmente como jefa de comunicación porque "resultó todo lo contrario" de lo que esperaba de ella. "No me resolvía problemas, me los pretendía trasladar a mí, además era muy vehemente, muy emocional, había lágrimas algunas veces, y es pues era muy difícil de manejar por el presidente de una entidad", ha manifestado, para explicar porque le dijo que debía empezar a despachar con secretaria, Teresa Arellano.

Al parecer, Trucio no se lo tomó bien y al poco abandonó su puesto, quedando una "herida abierta" en lo que podría entenderse como venganza de la profesional hacia su ex jefe. En este marco sitúa la declaración en la que Trucio manifestó que el propio Rato le ordenó por teléfono que la adjudicataria del contrato debía ser Publicís "y ya está", y que así lo comunicó a dos de los responsables del departamento, añadiendo que así lo había indicado el presidente.

Por el momento, el que fuera presidente del FMI ha defendido de las acusaciones de evasión fiscal atribuyendo "técnicas inquisitoriales" e "irregularidades" a la Fiscalía Anticorrupción y poniendo también en duda la labor los inspectores de la Agencia Tributaria que analizaron sus cuentas durante los años investigados, en los que su compañero de partido en el PP Cristóbal Montoro era el titular de Hacienda. La situación fue tal que llegó a enfrentarse cara a cara la fiscal Elena Llorente: "Señora fiscal, lo del respecto se gana, y después de 9 años, yo tengo el respeto con ustedes que tengo que tener, pero vamos a poner a cada cual en su sitio", ha espetado hasta que ha sido interumpido por la presidenta del tribunal.

Rato se enfrenta a una petición de 70 años de cárcel por parte de la Fiscalía, que le imputa delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales y corrupción en los negocios por el presunto incremento ilícito de su patrimonio, mientras el exvicepresidente y hombre al frente de la Economía española durante la era Aznar sitúa el origen de su fortuna en la herencia de su padre fuera del país, que jamás fue repatriada.