ELECCIONES EUROPEAS

Seguidismo o ruptura: las posiciones en política exterior de la derecha radical europea

Un posicionamiento muy distinto al de sus pares de Identidad y Democracia (ID), el grupo parlamentario al que las encuestas dan un mayor crecimiento en las elecciones de junio. Tanto que podría situarse como el tercer grupo en la eurocámara, solo por detrás de los conservadores del Partido Popular Europeo y los socialdemócratas

Matteo Salvini y Giorgia Meloni durante un pleno en el Parlamento italiano.

Matteo Salvini y Giorgia Meloni durante un pleno en el Parlamento italiano. / EFE

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

Si las encuestas no se equivocan, los partidos políticos de la derecha radical seguirán ganando terreno en el Parlamento Europeo, la institución que aprueba junto al Consejo las leyes europeas, los acuerdos internacionales o los procesos de ampliación de la UE. Los sondeos vaticinan que las fuerzas nacionalpopulistas y euroescépticas podrían obtener la victoria en nueve países y sumar hasta el 30% de los escaños en la eurocámara que salga de las elecciones del 6 al 9 de junio. Si bien la política exterior no es prioritaria para la extrema derecha, su peso potencial en el nuevo Parlamento está llamado a incrementar su influencia también en este ámbito, por más que sus posiciones estén lejos de ser homogéneas. Una división que se deriva en gran medida de sus diferencias respecto a Rusia, la OTAN o la ayuda a Ucrania.

La nueva aritmética podría cambiar los equilibrios de fuerzas de los últimos cinco años, en los que el centro-derecha y el centro-izquierda, apoyados por liberales y verdes, han sido capaces de conformar las mayorías en el Parlamento. “Los partidos populistas por sí solos raramente son capaces de obstruir las decisiones en política exterior, demuestran poco interés en este ámbito y generalmente despliegan una retórica crítica en casa mientras en Bruselas se alinean con la posición mayoritaria”, decía recientemente un informe del Carnegie Europe Center sobre la influencia de estos partidos en la política exterior europea. “Más éxito tienen a la hora de polarizar los debates y enmarcarlos en el prisma de la seguridad, particularmente la migración. Y, al hacerlo, influencian a los partidos liberal-democráticos, que acaban adoptando posiciones que antes eran exclusivas de los populistas”.

La derecha radical – un magma que incluye a partidos xenófobospopulistasposfascistaseuroescépticos o etnonacionalistas—no ha conseguido hasta ahora aglutinar sus fuerzas en un solo grupo parlamentario. Una fractura que ha diluido hasta ahora su influencia, según los expertos. Sus partidos están repartidos entre dos bloques parlamentarios y un tercero donde anidan los “no inscritos”. Todos ellos con patrones de voto distintos, según el análisis del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP). El más poderoso actualmente en número de escaños es el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR, de sus siglas en inglés), liderado por el gobernante Hermanos de Italia de Georgia Meloni y el Partido Ley y Justicia polaco, recién apartado del gobierno en Varsovia. Allí también está Vox o los Demócratas Suecos, que apoyan a la coalición gobernante en Estocolmo.

La extrema derecha atlantista

En estos últimos cinco años este grupo ha tendido a alinearse con la mayoría del Parlamento en las condenas a Rusia, el respaldo a las ayudas a Ucrania, el distanciamiento de China o el apoyo a la relación trasatlántica con la OTAN como bandera. También apoyo la candidatura de Ursula Von der Leyen para convertirse en presidenta de la Comisión. “En cuatro de las cinco dimensiones analizadas en política exterior y de seguridad analizadas, ECR votó con la mayoría parlamentaria en casi todas las ocasiones y apoyó la mayoría de las resoluciones presentadas”, asegura el análisis del SWF. No lo hizo, sin embargo, frente a las propuestas para profundizar la integración europea, aunque sí respalda en gran medida el proceso de ampliación de la UE para dar cabida a nuevos países.

Un posicionamiento muy distinto al de sus pares de Identidad y Democracia (ID), el grupo parlamentario al que las encuestas dan un mayor crecimiento en las elecciones de junio. Tanto que podría situarse como el tercer grupo en la eurocámara, solo por detrás de los conservadores del Partido Popular Europeo y los socialdemócratas. “El grupo de ID no votó de forma clara y consistente con la mayoría parlamentaria en ninguna de las dimensiones analizadas”, asegura el informe del SWF. En este grupo están algunas de las fuerzas más cercanas al Kremlin, como la Agrupación Nacional de Marine LePen, Alternativa por Alemania, que propone además un referéndum tipo Brexit para sacar a Berlín de la UE, o el Partido de la Libertad (FPÖ) austriaco. Otras formaciones de este bloque, como la Liga de Matteo Salvini o el Partido de los Finlandeses han basculado hacia las posiciones de consenso respecto a Rusia y su guerra en Ucrania.

Equilibrios en manos de Orbán

“Es muy importante que no nos distraigamos del verdadero problema: los satélites de Putin que tratan de destruirnos desde dentro con desinformación y polarización”, dijo recientemente Von der Leyen refiriéndose a Alternativa por Alemania y otros partidos del grupo de ID. La otro fuerza a tener en cuenta es el Fidesz del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, descrito por algunos como “la marioneta” de Putin en Bruselas. También partidario de una relación estrecha con China. Fidesz abandonó en 2021 el grupo del Partido Popular Europeo antes de que fuera expulsado por sus políticas antidemocráticas y desde pertenece al grupo de los “no inscritos”. Un espacio que se espera que abandone pronto, lo que podría romper los equilibrios entre las fuerzas más pragmáticas de ECR y las más rupturistas de ID.

Orbán ha señalado que prefiere unirse a los primeros, pero ese potencial alineamiento con Meloni y sus correligionarios “debilitaría las posturas críticas con Rusia y proocidentales del ECR, por lo que se está topando ya con la resistencia de algunos miembros del grupo”, afirma el SWP en su informe.

Complicidad de los Populares europeos

Pase lo que pase en las elecciones de junio, hay señales de que el ‘cordón sanitario’ para aislar a la extrema derecha se está rápidamente evaporando en Estrasburgo. “El Partido Popular Europeo está bailando con la extrema derecha”, decía el pasado mes de marzo en ‘Foreign Policy’ el portugués Pedro Marqués, vicepresidente del grupo de los socialistas en la Eurocámara. Algunas voces acusan a Von der Leyen de hacer suyas propuestas de la extrema derecha y contribuir a normalizarla después de que partidos como el de Meloni señalaran que no pretenden romper la eurozona o abrazar la propaganda del Kremlin. “El centro derecha no tiene ningún problema con la extrema derecha. Solo tienen un problema con las fuerzas euroescépticas”, ha dicho el experto de Chatham House, Hans Kundnani.