MAR ROJO

Los rebeldes yemeníes apoyan a Gaza por ideología y para ganar peso en las negociaciones con Arabia Saudí

El cántico de guerra de la milicia chií incluye gritos contra Israel y Estados Unidos | Negocian con Riad que salga de su guerra civil

Momento del ataque de los rebeldes yemenies a un carguero

Momento del ataque de los rebeldes yemenies a un carguero / Ejército de los rebeldes yemeníes

Mario Saavedra

Mario Saavedra

Yemen es uno de los 20 países más pobres del mundo. 30 millones de habitantes con un PIB per cápita de tan solo 700 euros anuales (en España son 30.000). Ha estado inmerso desde 2014 en una guerra en la que han muerto ya más de 377.000 personas, en su mayoría civiles, según la última estimación de Naciones Unidas. En estas circunstancias, ¿qué interés pueden tener los rebeldes yemeníes hutíes en abrir otro frente de inestabilidad para el país, atacando en solidaridad con Gaza a los barcos cargueros que atraviesan el mar Rojo?

La razón es multifactorial, una combinación de ideología e interés.

La primera pista está en el canto de guerra de los hutíes, el llamado Sarja: "Dios es grande, muerte a América, muerte a Israel, maldición sobre los judíos y victoria del Islam". Empezaron a entonarlo tras la invasión anglobritánica de Irak de 2003.

“Para los hutíes el tema de Palestina es fundamental. No es sólo el grito de guerra Sarja. En 2009 pude presenciar el amplio apoyo a la causa palestina por parte del pueblo yemení. Estos días han llegado a manifestarse allí más de un millón de personas en apoyo a Gaza", explica a este diario Leyla Hamad, especialista en Yemen y autora del libro “Yemen. La Clave Olvidada del mundo árabe”. "Pero es que, además, con el ataque a barcos en el mar Rojo los hutíes pretenden abanderar la defensa de la causa palestina aprovechando la inacción de otros actores árabes y lograr de este modo obtener simpatías que blanqueen su imagen”.

Los hutíes son una milicia de la minoría musulmana chií de Yemen, los zaidíes. Se formó en la década de 1990 para combatir la corrupción del entonces presidente, Alí Abdalá Salé. La fundó Hussein al Houthi, de quien toman el nombre, aunque también se autodenominan Partidarios de Dios. Están alineados con el grupo islamista palestino Hamás, considerado terrorista por la UE y autor del ataque contra Israel del pasado 7 de octubre en el que murieron alrededor de 1.200 personas y que supuso el mayor golpe contra Israel en medio siglo. Han recibido armas y formación por parte del grupo libanés Hizbolá. Tienen lazos con Irán, con el que comparten rama religiosa, y que les entrega armas, según Estados Unidos e Israel, algo que Teherán niega.

Larga guerra civil

En 2014, los hutíes se alzaron contra el presidente, Abd-Rabbu Mansur Hadi. Eso dio comienzo a una guerra civil en la que los hutíes ganaron el control de la parte oeste del país, incluida la capital, Saná.

Arabia Saudí, el vecino al norte de Yemen, formó una coalición militar con Emiratos Árabes Unidos y Baréin para intentar derrocar a los hutíes y restaurar al presidente Hadi en el poder. No lo han conseguido.

En 2022, se consiguió una tregua que se ha mantenido a duras penas. Y se negocia la paz directamente entre el Gobierno de los rebeldes en Saná y el Gobierno saudí de Riad. El pasado 23 de diciembre, las partes se comprometieron a un alto el fuego y una negociación bajo los auspicios de Naciones Unidas. Todo ocurre después de que Arabia Saudí e Irán iniciaran un proceso de acercamiento con la mediación de China.

Ataques en el mar Rojo

En noviembre, los rebeldes empezaron a lanzar ataques contra buques que ellos creían que tenían que ver con Israel, porque se dirigían a sus puertos o porque tenían relación de una u otra forma con el Estado judío. Una docena de ellos fueron atacados por misiles o drones y uno, el Galaxy Leader, fue secuestrado y aún permanece, junto con su tripulación, retenido y en poder de los yemeníes.

El movimiento, en solidaridad con Gaza por los bombardeos de Israel, que han acabado con la vida de al menos 21.300 personas, ha puesto en jaque al comercio global. Las cuatro principales navieras y la petrolera BP han suspendido los viajes por la ruta del Canal de Suez que desemboca en el mar Rojo y el estrecho de Bab al-Mandeb, controlado por los hutíes. Estados Unidos trata, con poco éxito, de montar una misión internacional para reprimir a los rebeldes hutíes.

"Tanto Riad como el Gobierno legítimo yemení (con sede en Adén) están sorprendentemente callados sobre esos ataques. Existe una preocupación tangible de que los acontecimientos en el mar Rojo hagan descarrilar el ansiado acuerdo de paz que pondría fin a 9 años de conflicto", explica Leyla Hamad. Esos ataques, apunta, permiten a los hutíes ganar fuerza y erigirse como un actor geopolítico relevante en la región, y les da poder de negociación con el gigante saudí.

Los hutíes son ya recibidos en Riad para negociar y, por tanto, están reconocidos como un actor en el conflicto, y no sólo como rebeldes, algo a lo que hasta ahora tanto Arabia Saudí como el Gobierno legítimo se negaban. Si el acuerdo de paz sale adelante, es previsible que se forme algún tipo de Estado federal donde parte esté controlada por los hutíes.

La cuestión por resolver es cuánto mantendrán el pulso internacional los hutíes, y si seguirán presionando en el mar Rojo a pesar del inicio del proceso de paz. O si Washington conseguirá finalmente lanzar una misión internacional relevante para evitar los ataques, más allá de las acciones defensivas que ya llevan a cabo países como Reino Unido, Francia y el propio Estados Unidos. Esto podría elevar la tensión y afectar al proceso de paz.