GOLPE A LA DEMOCRACIA

La conmemoración de los 50 años del derrocamiento de Allende recrudece las históricas divisiones en Chile

Boric reitera la petición de que no se repita el pasado durante un acto al que no asiste la derecha

El presidente de Chile, Gabriel Boric.

El presidente de Chile, Gabriel Boric. / EP

Abel Gilbert

"Nunca más, nunca más". El grito acompañó el énfasis que le dio el presidente chileno Gabriel Boric a ese mismo anhelo de no repetición de la secuela de muerte y dolor del 11 de septiembre de 1973. A 50 años del derrocamiento de Salvador Allende, y en el marco de una ceremonia alusiva a la tragedia que contó con numerosos invitados internacionales, y la derecha decidió no acompañar, Boric expresó "con mucha convicción" que la violencia no debe sustituir bajo ninguna circunstancia la búsqueda de soluciones democráticas de una crisis. "Los problemas de la democracia se consiguen con más democracia y nunca se justifica un golpe de estado. Nos rebelamos cuando nos dicen que no existía alternativa (hace medio siglo). Democracia hoy y siempre".

La conmemoración del 11S ha reactualizado históricas divisiones en ese país. Una marcha realizada en la víspera terminó con incidentes. El homenaje a Allende en el Congreso también fue motivo de crispación por la tarde. La velada cultural al anochecer reverdeció la idea de dos países con emociones ennfrentadas. Nada que los chilenos no vineran experimentando. El propio Boric había dicho días atrás que el ambiente estaba "electrizado" por las polémicas relacionadas con la naturaleza de la conjura que entronizó al dictador

Augusto Pinochet

, el papel de los partidos entonces opositores, el empresariado y los medios de comunicación en la caída de Allende. "Los partidos políticos de derecha no han estado a la altura", lamentó la expresidenta Michelle Bachelet. Recordó en ese sentido que dos décadas atrás había "más consenso en condenar lo que había pasado".

En este contexto, Boric habló al país. Previamente, a las 11.52, la hora exacta en que las bombas cayeron desde los aviones de la Fuerza Aérea contra el Palacio de La Moneda, los participantes de la ceremonia hicieron un minuto de silencio. "La unidad y la reconciliación no se consigue con neutralidad ni distancia sino poniéndose indiscutiblemente del lado de quienes fueron víctimas del horror. No pasa por pretender empatar las responsabilidades entre víctimas y victimarios sino hacer todo lo posible por el nunca más".

Entre los que lo escuchaban estaban los presidentes Luis Lacalle Pou (Uruguay), Gustavo Petro (Colombia), Luis Arce (Bolivia), Andrés Manuel López Obrador (México) y el primer ministro de Portugal, António Costa (Portugal), entre otros. En las primera filas, junto con líderes sociales y defensores de derechos humanos, se sentaron el exjefe de Gobierno español Felipe González y el exjuez Baltasar Garzón, cuya petición de detención en Londres de Pinochet tuvo un fuerte impacto político en Chile, acelerando la salida de escena del entonces jefe de Ejército.

Elogio de Allende

Frente a ellos, Boric resaltó, al hablar de Allende, "la impecable trayectoria democrática de un hombre que empeñó su palabra". Esa semblanza es la que irrita especialmente a la oposición. Muy cerca de donde se realizaba la ceremonia llegaron en septiembre de 1973 los cascotes de la Moneda bombardeada. Un hecho que, dijo el presidente, "estremeció" a "millones de hombres en el mundo que habían visto en Chile una esperanza de cambio". La transición al socialismo en la legalidad "era un camino de cambios respetando los derechos de las minorías".

Aquel 11S trastocó "profundamente" la vida de todas y todos los chilenos, "no solo de quienes creyeron en el proyecto que representó la Unidad Popular (UP)". El joven mandatario rescató a "quienes defendieron la constitución y las leyes cuando el Estado de derecho caía por la fuerza de los aviones y las armas y la insolencia de la traición y la sedición". Numerosos chilenos "llevamos en nuestros corazones a quienes fueron perseguidos, murieron, fueron a la cárcel o el exilio". La derecha no cesa en justificar la asonada, aunque reprueba los crímenes perpetrados. Boric no pasó por alto lo que considera una contradicción. "No es separable el golpe de lo que vino después. Desde el mismo momento del golpe se violaron los derechos humanos".

Compromiso de Santiago

Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Bachelet e incluso el derechista Sebastián PiñeraPedro Sánchez (España)Las amenazas a la democracia no se limitan a nuestras fronteras",

Su discurso también incluyó algunos comentarios críticos respecto del pasado, cuando sectores de la izquierda consideraban que la institucionalidad era apenas una escala de la revolución. "La democracia es el único camino para avanzar en una sociedad más justa, un fin en sí mismo, no meramente instrumental. No cabe la violencia. Los cambios estructurales deben ser acompañados por amplias mayorías. No culparlas ante nuestros propios fracasos. Debemos ser capaces de aprender de las luces y sombras de nuestros antecesores".

Desaparecidos

La larga alocución osciló entre la necesidad de que los partidos políticos de todos los colores encuentren acuerdos básicos y la necesidad de reconocer los traumas pasados. "Las historias que dejan de costarse se olvidan. Hay que trasmitir a las nuevas generaciones lo que nuestros antepasados vivieron". Y para que la llama no se extinga, señaló que la memoria es crucial. Pero, además, se debe avanzar en el conocimiento de lo que sucedió con 1.162 desaparecidos. "El Estado los hizo desaparecer y el Estado debe hacerse cargo de saber dónde están", dijo sobre el Plan Nacional de Búsqueda lanzado la semana pasada. "Solo asumiendo deudas del pasado y sanando las heridas será posible una convivencia en armonía y la construcción de una sociedad que se proyecte hacia el futuro".

El problema de los derechos humanos no es pasado en la región ni el mundo. Y por eso Boric, a tono con anteriores pronunciamientos, que le valieron el malestar de socios de su coalición, en particular el Partido Comunista, dijo sentir el dolor de lo que pasa en otros países. "No importa el color del régimen que viole los derechos humanos, sea rojo, azul o negro". Sus violaciones "deben ser condenadas in matiz alguno". Muchos pensaron en Nicaragua, Venezuela y Cuba. La velada crítica del presente no le escatimó el agradecimiento a La Habana por haber recibido numerosos exiliados tras el golpe, entre ellos Beatriz Allende, hija del extinto presidente.