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Turquía: un portaaviones contra la cesta de la compra en campaña electoral

A menos de un mes de las elecciones del 14 de mayo, Erdogan abre al público el nuevo portaaviones Anadolu, construido por la española Navantia

El nuevo portaaviones turco Anadolu, en el puerto de Estambul.

El nuevo portaaviones turco Anadolu, en el puerto de Estambul. / ADRIÀ ROCHA CUTILLER

Adrià Rocha Cutiller

Bayram, de unos 60 años, dice que tomar la decisión de cruzar media Turquía fue fácil, que a la que vio con su mujer el nuevo portaaviones en la televisión no se lo pensaron mucho, compraron un billete para la semana siguiente y aquí están ahora, ensimismados por lo que acaban de ver.

Es mucho más grande de los que se esperaban, dice Bayram. "Hemos venido a Estambul para ver cómo la República de Turquía puede conseguir todo lo que se propone. Es increíble. Vinimos hace dos días desde Kahramanmaras [en el sureste de Turquía], tan solo para ver el portaaviones. Y nos ha costado dos horas de cola entrar, pero cuánto orgullo", dice Bayram entusiasmado. 

A su lado, su mujer y su hija lo miran soltando una mueca de diversión. "Bueno, papá, y porque yo vivo aquí. También me habéis venido a visitar a mí, ¿no?", le exhorta su hija. "Sí, hija, claro. Hemos venido por las dos cosas, claro, pero principalmente para el portaaviones. A ti ya te vemos muy a menudo", contesta Bayram, en cuya cabeza solo entra una cosa en estos momentos.

Y esta cosa está justo a sus espaldas: es el Anadolu —que significa Anatolia en turco—, el nuevo y primer portaaviones que posee Turquía, que fue botado este abril, un mes antes de las elecciones presidenciales, por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El Anadolu, cuyo diseño y tecnología fueron comprados a la empresa pública española Navantia, será el primer portaaviones del mundo que no transportará aviones de combate y cazas, sino drones y aviones no tripulados: los famosos Bayraktar turcos. 

"Nos ha encantado. Ha sido muy interesante poder hablar con todos los marineros, hacerles preguntas. Y estoy muy contento de que mis hijos lo hayan podido presenciar", dice Yasar. "Arriba, en la cubierta, hemos podido incluso ver los Bayraktars y los nuevos modelos de la aviación de nuestro país, como el Kizilelma".

Patriotas o traidores

Es final de abril, y el cielo impredecible de Estambul en primavera riega con sol o lluvia intermitentes a los miles de personas que esperan en fila para visitar la nueva joya de la corona de la flota naval turca. Todas ellas, casi sin excepción, son seguidores y votantes del conservador e islamista Erdogan, cuya popularidad a un mes de las elecciones está en mínimos históricos desde que gobierna el país, hace 21 años.

Según la gran mayoría de las encuestas, el presidente turco perdería su cargo ante el líder de la oposición, el laico y centroizquierdista Kemal Kiliçdaroglu. Pero en el Anadolu y en la cola que espera para entrar en el barco, la figura de Erdogan es indiscutida e indiscutible. Decenas llevan ribetes y pósteres con el nombre, la cara o la firma del presidente. Otros, de cara al barco, postrados ante lo que ven como un objeto sacralizado, cierran los ojos para dar rienda suelta a sus oraciones.

No todo el país ve la inauguración de la misma manera. En las últimas semanas, la oposición turca ha cargado duramente contra Erdogan, a quien acusan de ser responsable de la enorme crisis inflacionaria que vive el país desde ya antes de la guerra en Ucrania. En los supermercados de Estambul, por ejemplo, los precios de ciertos alimentos básicos se han triplicado en un año.

Hasta el momento, la campaña electoral de Erdogan se ha centrado, sobre todo, en poner el foco en las grandes infraestructuras que promueve el presidente, además de la tecnología militar, el naciente programa espacial turco y un nuevo coche eléctrico cuya comercialización ha empezado esta primavera.

"La gente que se queja es gente triste, amargada —dice Bayram, ahora serio—. Si no hubiese tantos traidores entre los turcos nuestro país estaría mucho más avanzado".

"Mercaderes terroristas"

En las últimas semanas, la prensa más favorable a Erdogan ha acuñado nuevos términos para hablar de la inflación y los precios que no dejan de subir. Los responsables, según ellos, no son las teorías económicas heterodoxas de Erdogan, ni la dependencia de la economía turca de la energía y las materias importadas, sino que los culpables de todo son los "lobbies del mercado de alimentos que dejan que las cebollas se pudran para que suban los precios" y los "mercaderes terroristas".

"Los turcos deberían estar contentos con comer tan solo pan y cebolla con tal de tener una industria de defensa potente. Lo más importante de todo es que Turquía pueda construir sus propios aviones y coches", escribió, esta semana, un columnista del periódico ‘Yeni Safak’, el más ferviente de los fervientes.

"Estos que se quejan que se marchen a su propio país y allí podrán ser tan ingratos como quieran", dice Bayram. "De ellos, si soy sincero, creo que se puede esperar cualquier cosa".