EL RIVAL DEL BARÇA EN LA CHAMPIONS

'Informe Napoli', rival del Barça en Champions: ¿por qué el éxito ha destruido al campeón del 'Scudetto' en 9 meses?

Alcanzó el Scudetto, el primero tras la época de Diego Armando Maradona después de 33 inacabables años de espera, y el volcán entró en erupción con otro cambio de entrenador

El Nápoles en el partido contra la Juventus de Turín.

El Nápoles en el partido contra la Juventus de Turín. / EFE

El éxito ha devorado al Nápoles. Llega el miércoles a su cita europea ante el Barça zarandeado por una caótica temporada donde ha ensuciado la corona que le hizo ser hace el dueño de la Serie A hace nueve meses. Alcanzó el Scudetto, el primero tras la época de Diego Armando Maradona después de 33 inacabables años de espera, y el volcán entró en erupción con otro cambio de entrenador.

Nada es lo que fue en esos tiempos de bonanza en el club italiano, envuelto ahora en líos, polémicas y un fútbol tan triste como ineficaz que lo ha alejado de la élite de su país, como quedó demostrado empatando el pasado sábado en el último suspiro (m. 90) ante el Génova en casa (1-1). Y a 27 puntos del líder, el Inter.

"Yo no dimito, ya sabía de la dificultad de lo que asumía", aseguró Walter Mazzarri, el técnico que sustituyó a Rudi Garcia en noviembre pasado, mientras los pitos de la afición napolitana inundaban el estadio y Aurelio di Laurentiis, el dueño del club, meditaba la destitución con el Barça está a la vuelta de la esquina. El despido se hizo efectivo en la noche del lunes: Francesco Calzona, el actual seleccionador de Eslovaquia, suple a Mazzarri.

Hasta cuatro incorporaciones ha realizado el club italiano este invierno. Apostó por el extremo belga Ngonge, autor del gol al Génova, por quien pagó 20 millones al Hellas Verona, Dendoncker, mediocentro defensivo también belga cedido por el Aston Villa, Hamed Traoré, el centrocampista ofensivo marfileño, que ha sido cedido por el Bournemouth, y el lateral derecho italiano Mazzochi, por quien abonó 3 millones a la Salernitana. Pero la crisis no se detiene.

Walter Mazzarri, el técnico del Nápoles, durante el encuentro con el Génova en el Estadio Diego Armando Maradona.

Walter Mazzarri, el técnico del Nápoles, durante el encuentro con el Génova en el Estadio Diego Armando Maradona. / EFE

Tras el adiós de Spalletti, el caos: ni Rudi García ni Mazzarri

Se marchó el arquitecto del éxito y se desplomó el equipo. Se sostenía en la creatividad y modernidad táctica que le imprimió Luciano Spalletti, actual seleccionador italiano, por lo que su adiós, y por voluntad propia, desencadenó el caos.

Se iba, como confesó, "por amor" al club y para tomarse un año sabático, algo que no cumplió luego. La apuesta por el francés Rudi Garcia fue tan breve (apenas cinco meses) como decepcionante (16 partidos, solo ocho triunfos), por lo que Di Laurentis, propietario del club partenopeo, acudió a un viejo maestro del antiguo calcio.

Se puso en noviembre pasado en manos de Walter Mazzarri. Pero el equipo no levantó cabeza. "Se han cambiado demasiados jugadores con respecto al año pasado, no podemos ser los mismos", argumentó el veterano técnico, quien a sus 62 años, no encontró salida a la crisis futbolística y hasta de identidad que ahoga al Nápoles. Francesco Calzona es la tercera vía.

Victor Osimhen, la estrella del Nápoles, sigue el partido con el Génova desde el palco del Estadio Diego Armando Maradona.

Victor Osimhen, la estrella del Nápoles, sigue el partido con el Génova desde el palco del Estadio Diego Armando Maradona. / AP

Osimhen, la estrella, está enfadada y se quiere ir en junio

"He tomado una decisión ya para la próxima temporada", proclamó Victor Osimhen, la gran estrella del equipo que hizo Spalletti campeón desafiando a Juventus, Inter y Milán. Anotó 26 goles en 32 jornadas, una cifra galáctica. Pero esas palabras son viejas. Tienen casi un mes de vida, pero mantienen idéntica vigencia porque el goleador se siente preparado para militar en equipos más grandes que el Nápoles.

A sus 25 años, y después de ser la estrella del Scudetto, está enfadado con el club. Y hasta con sus compañeros. Nada ata a Osimhen (119 partidos, 67 goles) ya al conjunto que le abrió la puerta de Italia (pagó 60 millones al Lille en verano 2020), consciente de que el Paris SG necesita un goleador reputado para llenar el agujero dejado por la próxima marcha de Mbappé.

Tiene fijado hasta precio de salida, ya que su cláusula de rescisión es de 130 millones de euros. Está en el mercado, pendiente los grandes de la Premier (Chelsea y United, sobre todo) de su decisión. Su último partido con el Nápoles se remonta al pasado 23 de diciembre, luego se fue a la Copa de África con Nigeria. Osimhen va a reaparecer frente al Barça, necesitado el equipo de su delantero centro goleador.

Ha jugado muy poco este curso. Apenas13 encuentros. Se ha perdido ya 12 partidos (cuatro por lesión muscular, siete por el torneo africano y uno porque no tomó el vuelo a tiempo de vuelta a Italia). Volverá motivado y con ganas de reivindicarse en el tramo decisivo de la temporada.

Una confusión táctica indescifrable

En tres meses, Mazzarri ha transitado hasta por hasta cuatro módulos tácticos distintos sin encontrar la estabilidad para su equipo. Empezó encadenado al 4-3-3, atrapado por el legado de Spalletti, pero no se salía de ese laberinto. A Rudi García le pasó lo mismo y le costó el despido. El nuevo técnico no tendrá tiempo para hacer demasiados cambios,

Mazarri lo probó casi todo. Primero con el 4-4-2 retrasando un poco al díscolo Kvaratskhlelia para atacar con solo dos delanteros: Simeone y Raspadori. Luego, ya en plena emergencia, al comprobar que el Nápoles no funcionaba, apeló al traje táctico de los tres centrales (Di Lorenzo, Rrahmani y Juan Jesús) para darle estabilidad defensiva a un equipo que no tiene equilibrio alguno.

Menos balón y equipo más compacto buscaba Mazzarri en una revolución sin fin. Sin fin y estéril, recurriendo al 4-2-3-1 ya de forma desesperada y la confianza de recuperar a Osimhen, "que yo lo he tenido poquísimo", se lamentaba tras el empate con el Genoa. "En la primera ocasión nos meten gol y no sabemos aprovechar las que tenemos nosotros", se quejó luego Mazzarri, en un discurso parecido al de Xavi.

Está considerado en Italia el Nápoles como uno de los peores campeones de la historia porque está a 27 puntos del líder, el intratable Inter de Inzaghi y aún quedan 14 jornadas para acabar la Serie A.

Di Laurentiis, un dueño volcánico

No hay día tranquilo junto al Vesubio, ese volcán activo ubicado en la bahía de Nápoles. "Ya sabemos desde el verano pasado que Osimhen se irá en junio", dijo Aurelio Di Laurentiis, el dueño del club italiano desde 2004, quien al enterarse de que Zielinski, otra de sus estrellas, estaba negociando para irse a final de este curso al Inter aprovechando que quedaba libre, optó por la vía más drástica.

Lo apartó del equipo, además de echar fuego en sus declaraciones contra el agente del futbolista polaco. Lo ha ‘echado’ del Nápoles al no inscribirlo ni tan siquiera para la Champions, por lo que no podrá jugar este miércoles contra el Barça. Aunque sí que juega en la Serie A. Otra contradicción napolitana.

"Se quiere ir porque tiene un agente que apesta y huele el olor del dinero", llegó a decir el dirigente napolitano, quien piensa en la vida post Osimhen fijando su mirada en Santiago Giménez, el delantero mexicano del Feyenoord (22 años), o Joshua Zirkzee, goleador belga del Bolonia (22). Pero el problema estaba detectado. El éxito del scudetto se llevó la obra de Spalletti.

"Fue un error que se marchara, pero yo no soy el problema del Napoli", dijo Di Laurentiis en conferencia de prensa el pasado 7 de febrero asumiendo su fallo por no retener a Spalletti. Al tiempo que confirmó que negoció con Thiago Motta, técnico del Bolonia, ("quiere un grande en el extranjero") y Luis Enrique, entre otros. "Después de tres días eligió al PSG, ¿qué puedo hacer yo?". Pues pasó a Rudi García. Y se equivocó. Y Mazzarri no ha solucionado nada.