FÚTBOL

Ancelotti cierra su trienio de excelencia en el Real Madrid con el desafío más difícil

En su último año al mando del equipo blanco, mientras el club espera a Mbappé y con la trascendental lesión de Courtois, Carlo cambia el sistema a 4-3-1-2 y necesita transformar al cisne Bellingham en un tiburón

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Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid, durante una sesión de la pasada temporada.

Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid, durante una sesión de la pasada temporada. / JAVIER LIZÓN / EFE

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Durante la cena del 17 de julio de 1994 Arrigo Sacchi se acercó a Carlo Ancelotti y le dijo bromeando: "Tu primer título en un banquillo (se estrenaba como ayudante suyo en la azzurra) ha sido el Mundial. Así que solo puede ir a peor". Y Carletto, entre risas y mientras fumaba un puro con el resto del staff, le respondió: "Es algo que procuraré no olvidar durante toda mi carrera". 

25 títulos, 9 con el Real Madrid

Dos años antes Carlo se convertía en asistente de Sachi en la selección. Tenía 33 cuando su "padre futbolístico" lo reclutó y dos más tarde ganó el Mundial del 94 ante Brasil en Pasadena. La siguiente temporada acudió al rescate del equipo del que era tiffosi desde niño, la Reggiana, que estaba en la Serie B. En su primer año ascendió al equipo y de allí marchó a Parma. Hoy Carletto suma 25 títulos como entrenador con la Juventus (1), Milan (8), Chelsea (3), PSG (1), Real Madrid (9) y Bayern (3). 

Ancelotti quiere volver a cuadrar su círculo en el Real Madrid con la Copa.

Ancelotti quiere volver a cuadrar su círculo en el Real Madrid con la Copa. / AFP

Dicen que "la verdad se difunde a paso de tortuga y el rumor se esparce con la velocidad de una liebre". Eso explica que el nombre de Mbappé salpique todas las portadas de los diarios relacionándole con el Real Madrid sin que en realidad haya noticia de la que informar. Pero la única certeza es que arranca la última temporada del trienio de la excelencia de Ancelotti en el equipo blanco, y probablemente su epílogo como técnico de club.  Después Carletto tratará de cuadrar el círculo dirigiendo a Brasil al final de esta temporada. La misma Brasil que derrotó en la final del Mundial como asistente de Sacchi en su debut en los banquillos. 

La lesión de Courtois

Es, por tanto, el último año en el que podremos disfrutar de su caballerosidad y cercanía, de su socarronería en las salas de prensa y su inteligencia emocional en la gestión del grupo. Ancelotti ha sido capaz de relativizar cada contratiempo para seguir viendo la botella medio llena y el último ejemplo ha sido con la lesión de Courtois a última hora que se ha roto el cruzado y se perderá toda la temporada. "Estamos tristes a nivel personal, es la lesión de un jugador importante, pero estas cosas pasan en el fútbol. Pero si fichamos a un portero el titular es Lunin", apuntó el italiano en su primera rueda de prensa. Una actitud que le vendrá bien este último año en el Real Madrid, donde el equipo está huérfano en ataque tras la marcha de Karim Benzema que a sus 35 años lo jugaba todo a Arabia Saudí. 

Arranca la temporada el Madrid con una plantilla tan completa como desequilibrada. Más allá de la lesión postrera de Courtois, que le obligará a fichar un portero ya sea De Gea, Bono o el que sea, tiene un mediocampo superpoblado en el que Carlo tendrá que administrar los minutos y templar los egos de sus centrocampistas: Tchouameni, Camavinga, Modric, Kroos, Valverde, Ceballos y Arda Güler. En punta, sin embargo, el equipo está huérfano de referentes. Tiene merodeadores como Vinicius, Rodrygo o Brahim, pero adolece de un peso pesado. Porque Joselu habla otro idioma futbolístico. El Madrid de Ancelotti descifra el fútbol con el balón en los pies pensando y leyendo los espacios, lo que optimiza el desequilibrio de sus jugadores. Y Joselu es un ariete de asedio, ‘a mi Sabino que los arrollo’... 

Jude Bellingham celebra con Rodrygo Goes y Dani Carvajal su gol ante el Manchester United en Houston

Jude Bellingham celebra con Rodrygo Goes y Dani Carvajal su gol ante el Manchester United en Houston / EFE

Sin Mbappé, con Bellingham

La hipotética incorporación de Mbappé, al que no se esperan hasta el próximo verano, coronaría una plantilla excelsa. Pero su ausencia delata una anemia goleadora. En la pretemporada el equipo ha generado mucho fútbol y poco gol. Y ante esa perspectiva Ancelotti se anticipó cambiando el esquema para rentabilizar su nuevo recurso ofensivo: Jude Bellingham. Pero el inglés es un cisne, no un tiburón. Un vegano en una barbacoa. 

El 4-3-3 ha mutado en 4-4-2 en rombo cuando domina o 4-3-1-2 si el rival tira gañafones que en esta pretemporada han dejado mal parada a la zaga blanca. Ocho goles en tres partidos han encajado con el nuevo esquema y la presión alta. El problema es que cuando el rival supera las cortinas defensivas, hay una estepa a la espalda de Kroos y Modric. Todo apunta a que Carlo apostará por el 4-3-2-1 con presión media para no descolocarse. 

Se pasará de la excelencia que le ha llevado a ganar todos los títulos posibles en dos temporadas a una "transición" inquietante. Arranca con Lunin en la portería en San Mamés, escenario aristocrático donde intentará mantener impoluta esa estadística que dice que en sus últimos diez estrenos ligueros, incluidos los cinco del Madrid, siempre ha ganado. Llegue o no Mbappé, es un año para despedir a Ancelotti, su grandeur y el aroma futbolero que destila. Porque después de más de 30 años ganando títulos en el fútbol, Carletto ya se ríe de Janeiro.