Opinión | FUL DE ESTAMBUL

La Nations League es una verbena

Hay que celebrar cada título como si fuera el último, dejando a un margen los egos, los odios y la lucha de clubes hegemónicos

Los insultos que recibió Gavi han de ser desterrados y forman parte de la polarización que los indeseables llevan al extremo

Insultos al Barça durante el discurso de Gavi en la celebración de la selección española en Madrid

Los jugadores de la selección española mantean a Luis de la Fuente en el WiZink.

Los jugadores de la selección española mantean a Luis de la Fuente en el WiZink. / ÓSCAR J. BARROSO / EUROPA PRESS

Si hay algo peor que no saber perder es negarse a celebrar. Es lo más sagrado de la cultura futbolística. De hecho, no hay mayor fiesta que la de conservar la categoría en la última jornada. Rivaliza con el placer de superar unos 'playoffs' de ascenso, más si cabe si son como el del Alavés que subió a Primera de penalti en el último suspiro de la prórroga.

Sin embargo, los hay que siempre encuentran ‘peros’ en la alegría de los demás, que en muchos casos debería ser la propia. A algunos, la Nations League les parece una verbena, un torneo estival de poca monta que es mejor perder para por el bajo caché. Cuando es de las pocas medidas competitivas que la FIFA ha tomado con acierto.

Y es cierto, la Nations League es una verbena. Porque como éstas, recupera el sentir popular por una selección que siempre cae en la polarización de los clubes. Incluso en el primer título conseguido en 11 años por el combinado nacional había comparativas con Luis Enrique, cuando el asturiano fue el que causó el camino hasta la final four.

De él se acordaron en positivo varios jugadores. Al revés también. Que lo de Luis de la Fuente había sido una lotería y que los grandes torneos volverán a poner a la selección al borde del abismo donde tan cómoda se siente una parte de la población que disfruta con la polarización. Otra vez más, la futbolización de la política y viceversa.

El gol de la victoria lo anotó el madridista Carvajal, pero sin la actuación de Unai Simón, del Athletic, su 'panenka' no habría existido. Estas dos acciones desembocaron la máxima alegría en el sevillista Jesús Navas. El único capaz de ganar Nations, Euro y Mundial se sacó una icónica foto con sus paisanos: el barcelonista Gavi y el exbético Fabián.

Le Normand dejó de ser el otro central galo y junto a Laporte han conseguido el inédito afrancesamiento de España

Todos detrás de la bandera de Los Palacios y Villafranca, la cuna de la selección con 38.000 habitantes. Unión frente a la verguenza de los insultos a Gavi (un sector gritó 'Puta, Barça' cuando él intervino), que han de ser desterrados y forman parte del 'madridbarcelonismo' que algunos llevan hasta el agotamiento. El modo más rancio y excluyente de entender lo que es una selección.

En su primera convocatoria, Le Normand dejó de ser el otro central galo para ser uno más con Laporte. El afrancesamiento nunca visto y que diluye las categorías de españolidad que parecían necesarias según ciertas escuelas de pensamiento. Como si el lugar de nacimiento propusiera virtudes nunca vistas.

Unos dieron "gracias a Dios", como De la Fuente y todos cantaron "Viva la Vida" en una celebración comandada por DJ Nano, digna de la conemoración el mejor patrón. El cierre de una temporada compleja en el seno de la selección que se perdió en los debates del Twitch y la tauromaquia, superados al fin por lo que pasa en el campo.  

Las superficialidades de los que son incapaces de poner a un lado sus filias y sus fobias, renunciando a disfrutar de jugadores como Rodri, la gran creación guardiolista para la que se pide el Balón de Oro. La brava quinta croata habría pagado por vivir la verbena de la Nations que seguro se merecían más que nadie. Pero triunfó el equipo plural y sufridor. Una selección donde nadie sobra y que ha devuelto el neceario derecho a celebrar.