CINE

¿Ha recuperado Hollywood la libido?

Vuelve el sexo a las pantallas, pese al miedo de los actores a que sus desnudos pueden ser sacados de contexto y convertidos en meme

El debate sobre el consentimiento y la mirada masculina sobre el sexo ha replanteado la manera de filmarlo

Josh O'Connor, Mike Faist y Zendaya en 'Rivales' y Jacob Elordi en 'Saltburn'.

Josh O'Connor, Mike Faist y Zendaya en 'Rivales' y Jacob Elordi en 'Saltburn'. / EPE

El sexo es algo bueno. Y saludable. Y esencial para nuestra convivencia, y nuestra supervivencia. Por eso la gente, personas de cualquier edad y condición, deberíamos prestarle más atención; los expertos aseguran que, a lo largo de las últimas tres décadas, la práctica del sexo ha ido disminuyendo en nuestras vidas. Y no puede ser causal que en ese mismo tiempo, en paralelo, también haya ido desapareciendo de las pantallas de cine. Según demuestran tanto la evidencia como varios estudios -entre ellos uno publicado por la revista ‘Playboy’ en 2019 y actualizado en 2022- entre principios de la pasada década y principios de esta el cine de Hollywood ha alcanzado los niveles más bajos de contenido sexual desde la de los años 60, y eso significa no solo menos desnudos y escenas de cama sino también menos libido, menos sensualidad y menos química.

Dicho esto, la libido, la sensualidad y la química se le salen por los poros a la nueva película de Luca Guadagnino, ‘Rivales’: en una de sus primeras escenas asistimos a los prolegómenos de lo que parece ser un ‘ménage à trois’, y el resto de su metraje va acumulando tensión sexual a través de escenas que transcurren en dormitorios, dentro de coches -o encima de ellos-, sobre las tablas de una sauna o en el interior de pistas de tenis; el deseo se filtra por cada gesto de sus personajes, cada bocado -de plátanos, de churros- cada gota de sudor y cada raquetazo. Y su estreno mundial, la pasada semana, pone el broche de oro a varios meses durante los que han llegado a las salas una colección de películas vinculadas a Hollywood que se apoyan en el sexo con diferentes usos y propósitos.

El protagonista de ‘Saltburn’ aplaca sus obsesiones y sus ansias de poder sorbiendo de una bañera agua mezclada con semen y copulando con una tumba. La sucesión de creativos coitos que practica la heroína de ‘Pobres criaturas’ funcionan a modo de ataque al patriarcado; la intimidad carnal retratada en ‘Desconocidos’ es un espacio donde protegerse del trauma y el dolor por la pérdida; el sexo es una forma de abuso psicológico en ‘Secretos de un escándalo’, y puro divertimento sáfico en ‘Dos chicas a la fuga’; y los actos lúbricos que puntúan ‘Sangre en los labios’ -pies mordisqueados, estómagos lamidos, manos que dan placer dentro de unas bragas- representan un desafío a los anquilosados estándares de feminidad. Recientemente, un individuo fue detenido en unos multicines de Detroit (Michigan) por masturbarse durante una proyección de la película.

El sexo siempre ha formado parte del cine de Hollywood -así lo demuestran joyas del erotismo mudo como ‘Torrentes humanos’ (1928), de Frank Borzage-, pero es en la década de los 90 cuando el uso de sus posibilidades estéticas y expresivas alcanzó su máximo apogeo a bordo de los thrillers eróticos de Adrian Lyne y sobre todo Paul Verhoeven, director de ‘Instinto básico’ (1992) y ‘Showgirls’ (1995). Pero desde entonces, decimos, la industria fue prescindiendo cada vez más de ese ingrediente en sus películas, por diferentes motivos.

La icónica escena del 'ménage a trois' de 'Rivales'.

La icónica escena del 'ménage a trois' de 'Rivales'. / EPE

A causa del ascenso del ‘streaming’, por ejemplo, los grandes estudios se han ido centrando en la producción de películas diseñadas para atraer a públicos de cualquier edad -incluso niños- y mercado internacional -incluso países de moralidad excepcionalmente estricta-; el declive en la producción de películas destinadas a espectadores adultos ha acarreado la disminución de contextos narrativos en los que las escenas de índole sexual tendrían sentido dramático, y el auge del cine de superhéroes resultó en una eclosión de películas en las que todos los personajes tienen cuerpos hermosos pero nadie, jamás, siente los calores.

En paralelo, la facilidad para acceder a contenido sexual ‘online’ ha hecho que el público deje de verle un aliciente morboso al sexo en el cine ‘mainstream’, y las redes sociales han avivado el miedo frente a esas escenas: los estudios temen las críticas que su inclusión en las películas podría generar, los actores sienten que sus desnudos en pantalla pueden ser sacados de contexto y convertidos en meme y, a causa del debate sobre el consentimiento generado tras el ‘MeToo’ y la creciente preocupación por la ética en los rodajes, es comprensible que cualquiera que se pone tras una cámara se lo piense dos veces antes de usarla para filmar sexo, especialmente si se trata de un hombre heterosexual; en ese sentido, quizá no sea casual que la inmensa mayoría de estrenos recientes arriba citados sean películas dirigidas por mujeres o por hombres homosexuales.

¿A qué responde el cambio de actitud frente a los dictados del bajo vientre reflejado últimanente en la cartelera? Difícil saberlo con exactitud, pero parte de la explicación parece estar en la popularización de los coordinadores de intimidad, profesionales encargados de mantener conversaciones con los directores y actores durante los rodajes con el fin de asegurar que la filmación de ciertas escenas transcurra dentro de ciertos límites y respete la comodidad y las expectativas de todos ellos.

¿Es de verdad un cambio de actitud, el principio de un nuevo paradigma en Hollywood, o tan solo una coincidencia aislada? A ese respecto, hay una certeza que invita al escepticismo: el evidente proceso de mercantilización, politización e infantilización de la vida ‘online’, que es enemigo de lo sensual y en buena medida a causa del que, en general, la Generación Z es la menos interesada de todas en la utilidad del sexo, ya sea experimentado a través de las ficciones que consumen como practicado activamente en su vida real. Con un poco de suerte, eso sí, películas como ‘Rivales’ podrían hacerles cambiar de parecer.