MÚSICA

Cosmic Wacho: la cumbia es una fiesta de colores

Alejandro Domínguez y Franco Felici lanzan su segundo álbum, 'Lo que dicen por ahí', una fiesta de psicodelia latina, cumbia sideral y nostalgia amodorrada

El dúo formado por Aless y Franco.

El dúo formado por Aless y Franco. / ARCHIVO

Víctor A. Gómez

"Babe, yo quiero tocarte como una Strocaster / de ésas que me gustan a mí" (Stratocarte). Un disco que empieza a sí sabes que va a ser diferente. Y el segundo de Cosmic Wacho, el dúo formado por los productores Aless (malagueño) y Franco Felici (argentino), lo es. Tras una sucesión de singles de anticipo, Lo que dicen por ahí, el álbum, confirma los avales y se despliega como una más que apetecible fiesta transoceánica, un parque de bolas de colores irresistible para jugar con los ritmos y texturas de la música latina (especialmente la cumbia) desde una mirada moderna y desprejuiciada.

Curioso que una música que invita a la celebración, al color y el coreo de los estribillos a pleno pulmón naciera, en realidad, en pleno confinamiento. Alejandro Domínguez, el boquerón, es un DJ que ha viajado del hip hop al techno minimal pasando por el dreampop y Felici, el amigo de allende los mares, se curtió en bandas de rock alternativo de Madrid. Ambos estaban enamorados de una música aún por descubrir del todo (más que recomendables los recopilatorios The Roots of Chicha), la cumbia psicodélica peruana de los 60 y 70, y querían llevar ese ambiente telúrico y ensoñador a un nuevo nivel. Así que se empeñaron en 2020, en plena pandemia y sus consecuencias, en llevar a cabo una idea: establecer un diálogo entre las sonoridades latinas y la vanguardia urbana, sin perder de vista, claro, la accesibilidad, las canciones que emocionan y se bailan. 

Algo relativamente nuevo en nuestro país, España, que durante tanto tiempo ha despreciado sones de aromas villeros. Los más veteranos del lugar recordarán las pioneras aventuras de turismo musical con sentido de los Ciudad Jardín de Rodrigo de Lorenzo y, por supuesto, los viajes latinos de Santiago Auserón junto a Radio Futura. Muchos años después, la irrupción de El Guincho, hoy productor cotizadísimo tras su colaboración con Rosalía, entonces debutante reformulador de la música afrolatina desde las posibilidades de un estudio mutante, consiguió que desde el indie se tomaran en serio (y se disfrutaran) muchas de estas músicas. Paralelamente, innumerables bandas, capitaneadas por los colombianos Bomba Estéreo y Meridian Brothers o los venezolanos Los Amigos Invisibles, entre muchos otros, lograban que lo latino y lo urbano, los ritmos de siempre con la excentricidad y la inventiva de ahora, coronaran las listas de Spotify y también las críticas de las publicaciones de tendencias.

Mojito musical

Sumen ahora a Cosmic Wacho, que leen perfectamente el zeitgeist del latineo moderno en Lo que dicen por ahí, el segundo disco (tras el debut homónimo), un mojito de cumbia, bachata y funk, de sintetizadores de neón, guitarras brillantes y bajos rotundos, entre la psicodelia amodorrada y la efervescencia de una madrugada infinita, con estribillos imparables y también versos algo más neblinosos, de ensoñación romántica y algo nostálgica.

En el mundo de los wachos (el equivalente a tío o chaval en Argentina) es, según sus propias palabras, "indie tropical urban psicodélico", una música "hecha para viajar", en la que cabe el funk, las interpolaciones de Ana Belén ("Besos, ternura, qué derroche de amor, cuánta locura" cantan en un momento de Fotomatón), las letras sin vergüenza alguna ("Quiero que me tengas para ti sola/como Pikachu en su pokebola" es la declaración de amor de Botecito), las voces poco más que susurradas y las selvas de percusiones.

Todo surgido de la dupla Aless-Franco, multiinstrumentistas y productores, que se atreven a imaginar sus fiestas de sonidos en su propio estudio y que apenas necesitan ayuda externa para hacerlas canciones. Algunas tan inesperadas como Bitácoraque cierra Lo que dicen por ahí: "Ha pasado tiempo ya /de este viaje interestelar /mientras voy flotando de aquí para allá" comienza un lento devaneo sideral, ingrávido, que bebe tanto de The Beatles como de The Flaming Lips y que pone palabras a un astronauta en plena misión, la de recomponerse a sí mismo tras una ruptura sentimental: "Y ésta es mi confesión/No hay espacio exterior/que me cure tu amor". Una canción que deja claro que Aless y Franco están dispuestos a inventar muchos viajes en los que perdernos sin remisión.