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Arte, política y pedagogía: la Virreina inaugura dos exposiciones sobre la cineasta Chantal Akerman y el educador Fernand Deligny

Las muestras reunirán los trabajos de la cineasta belga y del escritor y educador francés con el fin de darles una mayor visibilidad a sus figuras

La cineasta belga Chantal Akerman se suicidó en 2015.

La cineasta belga Chantal Akerman se suicidó en 2015. / ARCHIVO

Quim Casas

Quim Casas

La Virreina Centre de la Imatge propone desde el 18 de noviembre hasta el 14 de abril del próximo año dos exposiciones en apariencia distintas, una diseñada con varias instalaciones de la cineasta belga Chantal Akerman (1950-2015) y otra centrada en la obra del escritor y educador francés Fernand Deligny (1913-1996). En apariencia, porque como desveló en la presentación de ambas muestras Claire Atherton, montadora de los filmes de Akerman desde 1993 y comisaria de la exposición Encarar la imatge“el retorno a la experiencia orgánica es lo que une estas dos exposiciones”.

Encarar la imagen por un lado. Elogio del asilo, título de la exposición sobre Deligny comisariada por Sandra Alvarez de Toledo, Anaïs Masson y Martin Molina, por el otro. Dos personas libres: Deligny o “la artisticidad de una cierta existencia”, en palabras de Valentín Roma, director de La Virreina, y la directora de Jeanne Dielman, una artista que siempre quiso “abrir un camino para que el espectador pudiera reflexionar y no fuera pasivo”, según argumentó Atherton.

Deligny creó los primeros centros de prevención de la delincuencia y otros que se encargaban de niños y adolescentes inadaptados y sicóticos

“Las imágenes, el sonido y el espacio de las instalaciones nos interpelan”, comentó muy gráficamente la colaboradora íntima de Akerman. Son siete instalaciones ideadas a partir de películas propias u otras metodologías, en forma de videoinstalación, conjunto de fotografías o muro fotográfico. Atherton, visiblemente agradecida a La Virreina porque “es la primera vez que me invitan a ser comisaria de una exposición de Chantal Akerman”, explicó como quería impregnarse del espacio donde están las instalaciones para que dichas obras “casi se posicionaran solas. Al hablar de sus películas, Akerman decía que no quería robarle tiempo al espectador. Yo he intentado lo mismo, crear un espacio abierto para que todo el mundo pueda recibir y transformar las imágenes y el sonido”.

Haber montado tantas películas de la directora la hace conocer a la perfección sus ideas y mecanismos de trabajo, trasladados ahora a las propias instalaciones y la relación entre ellas. “El arte es el lugar en el que podemos perdernos, donde podemos reflexionar y resistir a un pensamiento autoritario”, sugiere en unos tiempos inclementes. “Necesitamos entender, ya que el mundo se está volviendo más complicado y duro, sentir, recibir. El cine de Akerman, sus instalaciones, son políticas, nos ponen en guardia. Ver esta exposición nos hace experimentar que estamos vivos”, concluye Atherton.

"Al hablar de sus películas, Akerman decía que no quería robarle tiempo al espectador. Yo he intentado lo mismo"

La misma sensación se produce ante todos los objetos, dibujos, fotografías y filmes de la exposición sobre Deligny, este elogio del asilo entendiendo asilo como refugio. Álvarez de Toledo y Masson tienen una pequeña editorial, L’Arachnéen, nombre tomado de un ensayo de Deligny. Junto a Martín Molina han comisariado una exposición que refleja a la perfección la singladura de este “educador y escritor que no quería ser definido de ninguna manera” según dijo Álvarez de Toledo en su exposición de la obra fascinante, pero menos conocida, de Deligny.

El pedagogo investigó sobre la lengua y escribió ensayos, novelas y guiones. Álvarez de Toledo realizó un recorrido sobre la experiencia vital del autor: “Hasta los años 60 trabajó como educador en hospitales psiquiátricos y creó los primeros centros de prevención de la delincuencia y otros que se encargaban de niños y adolescentes inadaptados, sicóticos y delincuentes, todo con un espíritu libertario, era anarco-comunista. A partir de 1967 se instaló en una zona muy salvaje del sur de Francia, donde estableció una red informal que se encargaba de jóvenes autistas sin el soporte de ninguna institución”.

Deligny estaba interesado en la relación de los autistas con la memoria. Utilizó cartografía terapéutica y llegó a imaginar la cámara de cine como una herramienta pedagógica, estableciendo lazos con el cineasta Chris Marker. Esta es una exposición colectiva en la que se han seleccionado muchas obras de colaboradores más o menos cercanos a Deligny con él como hilo conductor. “El educador era para él un creador de circunstancias”, resume Alvarez de Toledo.

Deligny “nunca dio lecciones”, apuntó Masson. Esta es una de sus frases sobre la relación con los niños que trataba: “Si les quieres conocer rápido, hazlos jugar. Si les quieres enseñar a vivir, deja los libros de lado”. La editorial de las dos comisarias prepara un libro sobre Chantal Akerman, otro detalle que hermana aún más las dos exposiciones.