CINE

Chantal Akerman y su 'Jeanne Dielman...': la oportunidad de ver por fin la mejor película de la historia del cine

Filmin estrena un ciclo dedicado a la directora feminista belga que comenzará con la cinta elegida por la canónica lista de 'Sight & Sound'. En ella, Akerman retrataba la tragedia cotidiana de las mujeres de los setenta

Delphine Seyrig, protagonista de 'Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles', la película de Chantal Akerman elegida como la mejor de la historia.

Delphine Seyrig, protagonista de 'Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles', la película de Chantal Akerman elegida como la mejor de la historia. / FILMIN

Resulta muy interesante revisar los cambios que se producen en la lista que cada diez años publica la revista británica Sight & Sound y que recoge las 250 mejores películas de la historia en opinión de críticos, programadores, comisarios, archivistas y académicos del mundo del cine.

La lista se lleva publicando desde 1952 y el año pasado tocaba actualizarla. Para hacerlo, se recabó la opinión de un número de expertos mucho mayor de lo habitual y se realizó una selección mucho más diversa, incluyendo a muchas más mujeres. El resultado fue un vuelco en la posición de algunas de las películas que tradicionalmente suelen copar los primeros puestos. Aunque films como Ciudadano Kane, Historias de Tokio, Vértigo o 2001: Una odisea del espacio seguían estando muy arriba, una película muy diferente, que en 2012 ni siquiera estaba entre las 50 primeras, se había situado en primer lugar. Se trataba de Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (1975), de Chantal Akerman

La lista de Sight and Sound no deja de ser más que eso, una lista, realizada por personas de mucho prestigio, pero contaminada como todas las demás por grandes dosis de subjetividad y arbitrariedad. Aunque sí que, al menos, tenemos que agradecerle que haya traído a la actualidad esta obra maestra de una cineasta que nunca fue demasiado valorada por la crítica cinematográfica más testosterónica y que todavía sigue siendo desconocida para el gran público y, en especial, para los más jóvenes.

Consecuencia directa de esta distinción, la plataforma de cine en streaming Filmin ofrecerá la película en exclusiva en nuestro país a partir de este viernes 24 de febrero. Esta se enmarcará dentro de un ciclo dedicado a Akerman que incluirá las versiones restauradas de doce títulos de la directora, entre ellos su cortometraje de debut, Saute ma ville (1968), o films tan significativos como Yo, tú, él, ella (1974) o Los encuentros de Anna (1978).

Akerman en el Festival de Cine de Las Palmas Gran Canaria, del que fue presidenta del jurado, en 2008.

Akerman en el Festival de Cine de Las Palmas Gran Canaria, del que fue presidenta del jurado, en 2008. / EFE/Jose Carlos Guerra

Junto a genios como Buñuel, Agnes Varda o Jean-Luc Godard, Akerman es, sin duda, una de las pocas cineastas de las que se puede decir sin miedo que aunaron la vocación de directora de cine con la de artista. Fue precisamente Godard quien inspiró a la joven Akerman para convertirse en directora cuando, en 1965, vio su película Pierrot el loco (1965). 

De Bruselas a Nueva York

La futura directora había nacido solo 15 años antes, en 1950, en Bruselas. Sus padres eran judíos polacos, supervivientes del campo de concentración de Auschwitz. La madre de Chantal, Natalia, fue desde siempre fundamental en su vida. Fue ella quien animó a la joven a tratar de labrarse una carrera en el cine en lugar de buscar un marido y casarse joven.

Así fue como Akerman entró a los 18 años a estudiar en el Instituto Nacional Superior de las Artes del Espectáculo y de las Técnicas de Difusión de Bruselas, aunque lo que se encontró allí no le acabó de convencer. Antes de acabar el primer curso, decidió dejarlo para dirigir por su cuenta su primer corto Saute ma ville, que financió trabajando en la bolsa de Amberes comprando y vendiendo acciones de diamantes.

En 1971, con solo 21 años, decidió mudarse a Nueva York, donde vivió hasta 1972. Aquellos meses resultaron absolutamente claves en su formación. Akerman solía frecuentar los Anthology Film Archives, donde conoció las películas de Andy Warhol, los diarios fílmicos de Jonas Mekas y el trabajo de otros cineastas del movimiento estructuralista. Según explicó la experta en la obra de Akerman, Ivone Margulies, en un artículo para Criterion, la futura cineasta reconocía que durante aquellos años le había impresionado especialmente la película La région centrale, de Michael Snow. Una cinta que, con sus erráticos movimientos de cámara a lo largo de un paisaje desolado, le había abierto la mente respecto a la relación entre el cine y el cuerpo, y convencido de que el tiempo es lo más importante a la hora de hacer una película.

En Nueva York también conoce a la directora de fotografía Babette Mangolte, con la que creó en 1972 su primer largometraje, Hôtel Monterey y los cortos La Chambre 1 y La Chambre 2 del mismo año. Todos muy influidos por su etapa neoyorquina. Estas primeras obras, muy experimentales, están llenas de tomas larguísimas en las que los objetos cotidianos acaban adquiriendo, gracias al tiempo y la repetición, un carácter de entes casi abstractos.

Tras el fructífero periodo en Nueva York, Akerman volvió a Bélgica en 1973, donde realizó su primera película con algo parecido a una trama, aunque conservando un alto grado de experimentación. Se trataba de Je Tu Il Elle (1974), un film calificado por la crítica feminista queer B. Ruby Rich, como "la piedra Rosetta cinematográfica de la sexualidad femenina". En Je Tu Il Elle seguimos a una chica llamada Julie (interpretada por la propia directora) que vive sola en un apartamento donde la vemos realizar una serie de tareas en solitario, luego abandonar el mismo para subirse al coche de un extraño que le propone tener relaciones sexuales y le habla de su familia en un largo discurso, y finalmente encontrarse con una antigua amante con la que se acuesta. Fue la primera vez que se mostraba en una película comercial una escena de sexo lésbico.

La propia Chantal Akerman es la protagonista de 'Je tu il elle'.

La propia Chantal Akerman es la protagonista de 'Je tu il elle'. / ARCHIVO

La película fue todo un éxito de crítica y cimentó el camino (recordemos que la artista sólo tenía 24 años), para conseguir financiación del gobierno belga y rodar la película que acaba de ser elegida como la mejor de la historia y que es, sin duda, su obra maestra. Una película monumental de más de tres horas de duración que, mediante planos fijos larguísimos, sigue los movimientos de una mujer viuda, interpretada magistralmente por la actriz y también cineasta y activista feminista Delphine Seyrig, mientras prepara la comida, realiza diversas tareas del hogar y recibe a un hombre que le paga por acostarse con ella. 

La cinta es repetitiva, opresiva y minimalista, pero permite a los espectadores recrearse en la duración del propio tiempo mientras avanza hacia un final inesperado y violento. 

Según declaró a The New York Times Nicola Mazzanti, director del Real Archivo Cinematográfico Belga, "Jeanne Dielman... es un film que creó, de la noche a la mañana, una nueva forma de hacer películas, una nueva forma de contar el tiempo". Y añadió: "Hay cineastas que son buenos, otros que son muy buenos, otros que forman parte de la historia del cine, y luego hay unos pocos que cambian esta historia".

Resulta especialmente sorprendente la profundidad y la perfección estilística de la película, teniendo en cuenta la juventud de la directora. Aunque, según explica Margulies, "esa contaminación entrópica entre la domesticidad y la tragedia, el orden y el desorden [de Jeanne Dielman...] ya estaban en el núcleo del primer corto de Akerman, Saute ma ville (1968), en el que una inexpresiva Akerman de dieciocho años actúa en el reducido espacio de una cocina, limpiando, cocinando, sellando una puerta y una ventana… Esa protagonista ya era una especie de Jeanne Dielman comprimida y caótica en un debut precoz y explosivo".

Cuando fue estrenada, Jeanne Dielman... era una película totalmente sincronizada con lo que estaba pasando en el movimiento de liberación de la mujer europeo. Los derechos laborales de las prostitutas estaban siendo objeto de debate en muchos países de Europa, especialmente en Bélgica, y la metáfora de la mujer pelando patatas en una cocina-cárcel también fue recogida por pensadoras como Simone de Beauvoir. 

Esta alineación con los temas de debate del momento hizo que la crítica feminista se rindiera a la película desde el primer momento, ensalzándola por suponer una alternativa compleja, pero a la vez muy sencilla formalmente, a cómo se solían tratar los problemas de las mujeres en otras cintas de la época.

Desde un punto de vista más general, el ritmo pausado y la mirada serena de Jeanne Dielman... sirvió de inspiración para toda una serie de directores que llegaron después y que pueden calificarse como herederos, al menos en un aspecto formal, de la directora belga. Entre los más destacados, Abbas Kiarostami, Gus van Sant, Pedro Costa o Todd Haynes.

Después de 'Jeanne Dielman...'

Tras el éxito de Jeanne Dielman..., Akerman, que nunca había buscado la fama, sintió que el riesgo de repetirse era elevado, con lo que en los años siguientes se decantó por proyectos que, aunque no dejaron de tener su sello personal, pertenecían decididamente a otros géneros como la comedia, el musical o, especialmente destacable, la reflexión sobre su relación con su madre. Dentro de esta última categoría, es imprescindible hablar del inclasificable documental News from home (1976), en donde contemplamos largas tomas de las calles de Nueva York mientras Akerman lee las cartas que le envió su madre durante su estancia en Estados Unidos.

A su madre también le dedicó su última película No Home Movie (2015) que se centraba en las conversaciones entre la cineasta y su madre meses antes de que ésta muriera. Esa muerte supuso, de hecho, una crisis insuperable para Akerman que, tras estar ingresada por depresión severa, se suicidó el 5 de octubre de 2015 a los 65 años.