EXPOSICIÓN

La mirada 'voyeur' de Helmut Newton aterriza en A Coruña

La nueva muestra de la fundación Marta Ortega Pérez es una completa retrospectiva del fotógrafo alemán, un creador irrepetible y contradictorio obsesionado con retratar a mujeres fuertes, pero siempre veladas por una mirada muy sexualizada

Los 'Big Nudes' de Helmut Newton.

Los 'Big Nudes' de Helmut Newton. / Fact & Fiction © Profirst Mathieu Ridelle

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Helmut Newton se empeñaba en aclarar, a todo el que quisiera escucharle, que su obra no era arte. Pero no se molestaba en decir exactamente lo que era. Fotografía de moda era un término con el que se sentía cómodo. A pesar de que no todas las imágenes que disparó fueron editoriales para revistas ni trabajos para las marcas del sector, él insistía en que casi siempre que retrataba a una mujer, sobre todo si estaba vestida, se trataba de una fotografía de moda.

El tiempo, sin embargo, ha situado su legado en un lugar que, como mínimo, es vecino cercano del arte. Una amplia retrospectiva de su carrera se exhibe desde este viernes en un espacio expositivo que tiene bastante de museo, la fundación MOP (Marta Ortega Pérez) de A Coruña, la iniciativa cultural puesta en marcha por la presidenta del imperio Inditex. Después de Peter Lindbergh y Steven Meisel, este espectacular recinto en el puerto de la ciudad gallega acoge la tercera muestra consagrada a una cierta estirpe de fotógrafos, esos que fueron capaces de traspasar las barreras de la moda, aunque ninguno de los anteriores consiguió crear una iconografía tan particular, no exenta de controversia, como lo hizo Newton.

Parte del recinto de la fundación MOP, que acoge la exposición.

Parte del recinto de la fundación MOP, que acoge la exposición. / Fact & Fiction © Profirst Justin Paquay

Que la exposición se titule Fact & Fiction no es inocente. Newton jugó siempre en su trabajo a crear ficciones que daban otra dimensión a lo que podrían haber sido meros retratos o poses pensadas para lucir prendas de ropa. Allá donde ponía su objetivo había siempre una composición escenográfica muy pensada y una historia construida en su cabeza. “El cine fue una de sus grandes inspiraciones”, explica durante la visita a la exposición Matthias Harder, comisario y director de la berlinesa Helmut Newton Foundation que ha participado en la organización de la muestra. Una foto de 1967 en la que una modelo se tira al suelo perseguida por una avioneta en vuelo rasante, como en la célebre escena de Cary Gran en Con la muerte en los talones, es el ejemplo perfecto. “Es June [Newton, su mujer durante medio siglo y estrecha colaboradora] quien le da la idea de copiar a Hitchcock. Esa atmósfera de misterio, de drama, estará muy presente en toda su obra”, apunta Harder.

Con esas hechuras de director de cine, nada queda al azar en sus composiciones. Newton no era amigo de la improvisación, por eso nunca se consideró a sí mismo ni trabajó como reportero. Decía que era demasiado lento. Si se topaba con una escena inspiradora por la calle, la grababa en su memoria o la apuntaba en una libreta para reproducirla más tarde con la cámara. En sus sesiones de fotos hacía numerosos bocetos a base de polaroids antes de disparar la foto final. Lo que parece casual -una caída a una piscina- estaba controlado hasta el último detalle. Precisamente, la exposición se abre con una sala, dentro del espectacular silo portuario que da entrada a la fundación, en la que se recogen esas polaroids, el primer paso de muchos de sus trabajos.

Le gustaba provocar. Decía que era un pistolero a sueldo, siempre jugando con lo que era y no era aceptable, empujando los límites tan lejos como fuera posible”.

Philippe Garner

— Vicepresidente de la Fundación Helmut Newton

De alli se pasa a una pequeña edificación en forma de cubo blanco donde en varias pantallas van pasando las dobles páginas de las revistas que albergaron sus editoriales de moda. Fue en ese formato donde adquirió su maestría. “En una revista compites con el resto de páginas. Tienes que conseguir que el lector se pare”, explica Philippe Garner, vicepresidente de la Fundación Helmut Newton, amigo personal del fotógrafo y otro de los comisarios de la muestra. Lo hace delante de una foto de 1974 en la que la modelo Jerry Hall se aplasta un filete crudo contra el ojo, como si alguien se lo hubiera dejado morado. Aunque sus trabajos fueran encargos de medios o marcas muy poderosos, a él “le gustaba provocar. Decía que era un pistolero a sueldo, siempre jugando con lo que era y no era aceptable, empujando los límites tan lejos como fuera posible”.

Un polémico 'voyeur'

En ese límite de lo aceptable entra, precisamente, el tratamiento que reciben en su obra las mujeres. Ellas fueron las protagonistas absolutas de su trabajo. Un voyeur de manual, toda su carrera es una sucesión de instantáneas en las que manda una figura femenina sensual o explícitamente sexual y a menudo desnuda. Para reforzar esa sensación de voyeurismo, el grueso de la exposición se despliega a lo largo de varias salas sumidas en la más completa oscuridad, donde la única luz es la que se proyecta sobre sus obras de formatos medios y grandes, sobre esas mujeres fuertes y esculturales.

Él hace cosas que nadie había hecho hasta el momento. Por ejemplo, una foto de dos mujeres besándose. O empieza a introducir los desnudos. Y todo esto lo hace en revistas mainstream de moda"

Matthias Harder

— Comisario y director de la Helmut Newton Foundation

Él se declaraba feminista, pero Susan Sontag le dijo en su cara, en un debate televisado en los años 70, que en realidad era un misógino. “Lo más acertado sería decir que era algo a medio camino”, explica entre risas Matthias Harder a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. “Hay que tener en cuenta que él hace cosas que nadie había hecho hasta el momento. Por ejemplo, una foto de dos mujeres besándose. O empieza a introducir los desnudos. Y todo esto lo hace en revistas mainstream de moda. Era algo completamente nuevo”, añade.

Una de las fotos que le hizo su mujer, June Netwon./ Fact & Fiction © Profirst Justin Paquay


Entre los materiales llegados desde Berlín hay, además de fotografías, un puñado de objetos curiosos, como una maleta de Louis Vuitton con sus iniciales grabadas o algunas de sus cámaras. También una serie de Barbies tuneadas entre las que hay una vestida mínimamente con látex, y que tiene el cuello atado a pies y manos. Ese gusto por las muñecas no resulta extraño: una de sus fotos más célebres, y también de las más criticadas, es la de un maniquí femenino que se está cayendo desde un puente sobre el Sena. Otra es la de Elsa Peretti vestida como una conejita de Playboy en una azotea de Nueva York.

El debate sobre si las fotos de Helmut Newton transmiten empoderamiento o cosificación es eterno. Son imágenes de mujeres fuertes, altivas, pero objeto de una mirada ultramasculina que se fija sobre todo en su sexualidad y que, de alguna manera, las somete. Ese cliché de la fotografía de moda, hoy en retroceso, de mujeres tumbadas exahaustas, o como si huberan sido prácticamente violadas, se lo debemos en parte a él. Un discurso complicado en la era del #metoo. Sin embargo, no es difícil encontrar testimonios que hablen del respeto que Newton mostraba hacia sus modelos o de cómo, efectivamente, hacía sentir poderosas a las mujeres que fotografiaba. La actriz Charlotte Ramplig, de la que se exhibe un retrato enfundada en un espectacular vestido de pieles, dijo de él que la ayudó a encontrar una fuerza interior que no sabía que tenía. Rampling fue una de las primeras en aterrizar en A Coruña para rendirle homenaje en la fiesta para invitados VIP que tuvo lugar un par de días antes de la inauguración.

Un niño judío en la Alemania nazi

Las mujeres fueron una de las obsesiones de Helmut Newton desde que era apenas un adolescente. La otra era la fotografía. Nacido en una familia de la burguesía judía, su padre no aprobaba que se dedicase a un oficio que le parecía solamente una afición de fin de semana. Su primera cámara se la compró con solo 13 años en unos grandes almacenes de Berlín. Es el momento en que los nazis ascienden al poder y Alemania se va llenando de una iconografía omnipresente que transmite fuerza, poder, autoridad. El Helmut adolescente sufre las penalidades de ser un chaval judío en un país que lo desprecia y lo maltrata, pero no puede evitar sentirse fascinado por las películas y fotografías que hace de cuerpos perfectos y grandes triunfadores Leni Riefenstal con motivo de las Olimpiadas. La actriz Isabella Rosellini, con la que Newton trabajará en diferentes ocasiones a lo largo de los años 80 y 90, cuenta de él en el documental Helmunt Newton: Perversión y belleza (disponible en Filmin) que “fotografiaba a las mujeres como Riefenstal fotografiaba a los hombres”.

En esa época comienza a trabajar en Berlín como ayudante de Yva, a la que se considera una de las primeras fotógrafas de moda y que también domina el desnudo. Siempre dirá que fue su maestra, aunque entre sus influencias también citaba a Brassaï, inspiración fundamental de sus fotografías de noche, o a George Hurrell, fotógrafo del Hollywood de los años 30 que le trasmite la fascinación por las estrellas. Con 18 años huye de Alemania y de la pesadilla nazi. Llega en tren a Trieste y se embarca para Singapur, aunque su destino final será Australia. En Melbourne conoce a June Newton, su mujer, primero actriz y después reputada fotógrafa (también conocida como Alice Springs) que colaborará estrechamente con él y con la que formará un peculiar tándem amoroso y artístico el resto de su vida.

Cuando a partir de 1961 se establecen en París y empiezan a colaborar con la edición local de Vogue, y después con otras importantes cabeceras, se convierte en el creador que conocemos hoy en día, mientras ella espera algunos años más para activar su propia carrera. Si en los 60 el trabajo del fotógrafo está más centrado explícitamente en la moda, a partir de los 70 arranca su fijación con el desnudo, que recorre esa década y la siguiente. Una sala de la exposición está dedicada a otra de sus obras más icónicas: los Big Nudes (Grandes desnudos), las célebres imágenes de cinco modelos completamente desnudas, retratadas de cuerpo entero y expuestas a tamaño gigante como figuras poderosas, duras, casi las diosas de un templo. “Son fotos inspiradas en las que Helmut vio en una comisaría de Berlín de los terroristas de la Baader Meinhoff”, esplica Philippe Gardner. En sus flancos, dos imágenes de grupo que contrastan. En una de ellas las modelos están vestidas, y en la de enfrente, en la misma posición, están desnudas. En su día causaron un enorme revuelo cuando se publicaron como díptico en Vogue París.

La exposición ofrece mucho más. Los retratos de personajes célebres como Margaret Thatcher, Gianni Versace, Yves Saint Laurent o David Bowie. Los trucos para retratar fotografías dentro de sus fotografías. Las imágenes inspiradas en grandes hitos del arte como La maja desnuda de Goya. Sus paisajes del Mediterráneo o de Las Vegas y sus fotografías en color (que también las hay: sus comisarios cuentan que siempre iba a todas partes con dos cámaras, en una había marcado 'B/W' y en otra 'C' para distinguirlas; jamás trabajó en digital), estas a menudo vinculadas a lo marino y al baño. Una instantánea de Mónica Belluci con la boca tapada por un kleenex en el que se marca el pintalabios: es muy publicitaria, pero perfecta. O el juego definitivo: cuando en la revista masculina Vogue Hommes le piden que haga un reportaje sobre gabardinas de hombre, Newton, al que sus congéneres no interesaban y solo podían ser meros accesorios en su trabajo, dispara una serie en la que se ve a una mujer desnuda frente a un espejo y él aparece al fondo retratándola, ataviado con la gabardina. Su mujer June, en un lado de la foto pero en primer plano, parece dirigir la operación. Otra vez esa ambigüedad sexual, en este caso en torno al trío o al adulterio consentido, y esa provocación frente a la revista que le contrata y a su lector.

Algunas de las imágenes de la exposición. A la izda., la de Monica Bellucci con el pintalabios

Algunas de las imágenes de la exposición. A la izda., la de Monica Bellucci con el pintalabios / Fact & Fiction © Profirst Justin Paquay

June siempre dirá que la vida con él era, esencialmente, divertida. Según ella, nunca estaba triste, deprimido. Siempre lleno de nuevas ideas, de nuevos planes. Así lo recuerda también Matthias Harder, que lo conoció pocos años antes de morir en un accidente de tráfico en Los Ángeles, y al que el propio fotógrafo propuso dirigir su fundación, creada en 2004. “La imagen que guardo de él es la de un tipo súper curioso. Con un sentido del humor típicamente berlinés, muy directo y honesto”. Esa mirada divertida, provocadora, sin tapujos y sin duda polémica pero irrepetible es la que espera a los espectadores en el puerto coruñés.