LA CULTURA SE IBA DE FIESTA (3)

Cuando la izquierda exquisita invitó a cenar a los Panteras Negras

En 1970, el compositor Leonard Bernstein y su esposa, Felicia Montealegre, celebraron un convite en honor del partido político de Huey P. Newton donde surgió el concepto 'radical chic'

Leonard Bernstein dirige a la London Symphony Orchestra en la capital británica.

Leonard Bernstein dirige a la London Symphony Orchestra en la capital británica. / IAN SHOWELL

Ni la lista de invitados, ni la elección del menú, ni la selección musical, ni el parte meteorológico… El verdadero problema al que se enfrentaron Leonard Bernstein y Felicia Montealegre cuando decidieron dar una fiesta en su dúplex de Park Avenue el 14 de enero de 1970 fue el servicio doméstico. Si bien Felicia, de origen costarricense y fundadora de la división de mujeres de la Unión de Libertades Civiles de Nueva York, se diferenciaba de sus amistades por emplear a camareras y cocineros latinos, era imposible de prever que el portero, el ascensorista o alguien del equipo de limpieza del edificio fuera negro. Para el compositor y su esposa, ese detalle hubiera sido una nota disonante, habida cuenta de que los invitados en honor de los cuales se celebraba la velada eran miembros de los Panteras Negras.

El 2 de febrero de 1969, un grupo de militantes de ese partido político había sido enviado a prisión preventiva a la espera de ser juzgado bajo la acusación de conspiración para atentar contra varios comercios de Nueva York, contra el ferrocarril de New Haven, contra una comisaría de policía y contra los Jardines Botánicos del Bronx. Aunque el juez había fijado una fianza para su libertad provisional, la cantidad era tan desorbitada, que desde Panteras Negras la habían calificado de "rescate", acusando así veladamente a los jueces blancos de esclavistas.

La situación procesal de los detenidos, comparada por los representantes de los Panteras Negras al montaje del incendio de Reichtag, resultaba tan injusta y falaz que el matrimonio Bernstein decidió tomar cartas en el asunto. De posición económica desahogada, Leonard y Felicia resolvieron recaudar fondos para la causa, organizando para ello una fiesta a la que invitaron a algunos de sus amigos íntimos. Entre ellos, el actor Jason Robards, los directores Otto Preminger y Mike Nichols, el pintor y saxofonista Larry Rivers, la escritora Lillian Hellman, la presentadora de Today Show Barbara Walters, los compositores Gian Carlo Menotti, Aaron Copland y Steve Sondheim, el coreógrafo Jerome Robbins, la libretista Betty Comden, los fotógrafos Richard Avedon y Milton Greene y la mezzosoprano Jennie Tourel.

Leonard Bernstein, en una imagen tomada el 31 de agosto de 1989 durante un ensayo en Varsovia.

Leonard Bernstein, en una imagen tomada el 31 de agosto de 1989 durante un ensayo en Varsovia. / JANEK SPARZYNSKI

"Crecí en Francia durante la ascensión del nazismo y creo que lo único que debemos apoyar siempre es la justicia", comentó la mujer de August Heckscher, Administrador de Parques, Ocio y Asuntos Culturales de Nueva York, antes de hacer una aportación de 100 dólares, cantidad un tanto por debajo de las dadas por otros invitados.

Otto Preminger contribuyó con 1.000 dólares, el letrista Sheldon Harnick con 250, el compositor Burton Lane dio 200, Julie Belafonte, esposa de Harry Belafonte, 300, una donación anónima alcanzó los 7.500 dólares y el anfitrión se comprometió a donar íntegramente el caché de su siguiente concierto, cuya cuantía, aseguró, no bajaría de cuatro cifras. En total casi 10.000 dólares, lo que hizo que la fiesta fuera todo un éxito, a pesar de que, en un primer momento, la tensión entre los invitados era notoria.

Maoísmo negro

"Si las empresas no nos dan pleno empleo, entonces deberemos tomar los medios de producción y ponerlos en manos de la gente", afirmó convencido Donald Cox, mariscal de campo y miembro del comité central de los Panteras Negras, que continuó exponiendo los objetivos del partido y los métodos para conseguirlos. Por ejemplo, los programas de desayunos para niños sin recursos, cambios en los planes educativos para que incluyesen contenidos sobre cultura afroamericana, creación de hospitales para personas negras sin recursos y… la acción directa. "Si nos atacan en nuestros hogares, como ya hemos sido atacados, y nos asesinan en nuestras camas", comentaba Cox en referencia a la muerte del líder de los Panteras Negras Fred Hampton, ultimado por la policía de Chicago el 4 de diciembre de 1969 mientras dormía en su apartamento: "Tenemos derecho a defendernos".

Aunque la afirmación fue bien recibida por un Leonard Bernstein que llegó a declarar que estaba al 100% de acuerdo con ese razonamiento, hubo otros invitados que comenzaron a sentirse incómodos. La esposa de un destacado empresario preguntó aterrorizada si podría llegar a ser objetivo de los Panteras Negras y sufrir un atentado. La cuestión fue respondida por Lee Berry, mujer de uno de los encarcelados: "Oh, no. Lo dices como si tuvieras miedo. No hay razón para temer nada ahora". Lejos de tranquilizar la situación, la intervención de Berry hizo que Cynthia Phipps, miembro de una de las familias más ricas de Estados Unidos y trabajadora del Museo Metropolitano —aunque no precisamente de guarda de sala—, preguntase en petit comité a Henry Mitchell, encargado de la defensa de las Panteras Negras, si, en su opinión, había capitalistas buenos. "No lo creo", respondió Mitchell.

Por si hubiera todavía alguna duda del posicionamiento ideológico de los invitados de honor, Ray Masai Hewitt, ministro de Educación de los Panteras Negras, declaró que "si bien algunos de los presentes pueden tener buenos sentimientos hacia el sistema, nosotros no los tenemos. Queremos verlo morir. Somos maoístas revolucionarios y no tenemos más opción que luchar hasta el final".

La izquierda exquisita

A pesar de su repercusión mediática, o tal vez por ello, la fiesta de Leonard Bernstein y Felicia Montealegre no fue del agrado de las autoridades estadounidenses, que no se quedaron de brazos cruzados. En 1980, el compositor denunció que unos documentos por entonces desclasificados probaban que, a raíz del evento, el FBI había iniciado una campaña de desprestigio contra él y su esposa. Entre otras cosas, la pareja había recibido en su domicilio anónimos de tono amenazante, diferentes periódicos publicaron falsas cartas al director contra ellos y no fueron pocos los artículos despreciativos que se mofaban de lo que Bernstein calificó de acto en defensa de los derechos civiles, pero que pasó a la historia como uno de los hitos del radical chic.

Páginas centrales del reportaje que Tom Wolfe publicó en 'New York' el 8 de junio de 1970.

Páginas centrales del reportaje que Tom Wolfe publicó en 'New York' el 8 de junio de 1970. / ARCHIVO

Este concepto, traducido al castellano como "izquierda exquisita", había sido acuñado originalmente por el periodista y escritor Tom Wolfe a raíz de la publicación de un reportaje titulado Radical Chic: That Party At Lenny’s (La izquierda exquisita: aquella fiesta en lo de Lenny) en el suplemento dominical de New York del 8 de junio de 1970. A lo largo de casi 30 páginas, el periodista conservador, que junto a otros colegas había estado presente la noche del 14 de enero de 1970 en el apartamento de los Bernstein, narraba a sus impresiones, utilizando para ello fragmentos de las conversaciones allí mantenidas con un grado de fidelidad tal que algunos de los que se vieron retratados le acusaron de portar consigo una grabadora oculta.

"Considero esto como un estupendo cumplido involuntario a mi exactitud, que conseguí del modo más tradicional y ortodoxo posible: fui a la fiesta de los Bernstein con la intención expresa de escribir sobre ella, saqué bloc y bolígrafo delante de todo el mundo y tomé notas en mitad del living durante los acontecimientos que describo. A decir verdad, dudo que nadie hubiese podido recoger el diálogo con tanta exactitud por medio de un magnetofón convencional, en cuanto la voz de cada cual, grabada en cinta, es tan difícil de identificar en las escenas donde toman parte muchas personas", zanjaba Wolfe en su libro El nuevo periodismo.