MÚSICA

Aarón Zapico, director de Forma Antiqva: "Soy muy partidario de una cuota. De decir: aquí tiene que haber cuatro compositores y cuatro compositoras”

El asturiano, principal impulsor de la prestigiosa formación de música antigua y barroca que comparte con sus hermanos, es un investigador incansable siempre a la búsqueda de tesoros enterrados de nuestro patrimonio musical, como los que llevan al Festival de Santander estos días

El clavecinista y director de orquesta asturiano Aarón Zapico (Langreo, 1978).

El clavecinista y director de orquesta asturiano Aarón Zapico (Langreo, 1978). / Rubén Fernández

Jacobo de Arce

Jacobo de Arce

Quizá sea la influencia del estreno reciente de la última de Indiana Jones, pero se podría ver en Aarón Zapico algo del célebre arqueólogo aventurero encarnado por Harrison Ford, en su caso uno que busca tesoros escondidos de nuestro riquísimo patrimonio musical. Probablemente a esa evocación ayuda que Zapico no responde a los clichés más manidos, ya un tanto en retirada, de esa galaxia que entendemos por música clásica. Los tatuajes, el pendiente, las gafas de pasta y esa ropa oscura con tirantes que suele lucir (durante la entrevista por Zoom, una sencilla camiseta blanca) recordarían más bien a un frontman rockero y elegante, como un Matt Berninger de The National en versión ibérica. Además, al igual que Indy, Zapico es profesor. Esta conversación le pilla en el Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco (Almería), al que ha acudido no solamente como intérprete, sino también para dar clase. Basta con escucharle hablar, pausado, comprensible, siempre sonriente, con un conocimiento y una autoridad desprovistos de pedantería, para que se haga evidente el pedagogo que lleva dentro.

La misión exploradora de Zapico no es nueva. El asturiano lleva años entregado a esta causa que compatibiliza con la de tocar el clave y dirigir Forma Antiqva, la formación de música antigua y barroca de la que también forman parte sus hermanos Daniel (que toca la tiorba, un instrumento parecido al laúd) y Pablo (cuerda pulsada). Solo de la pandemia a esta parte, sus hallazgos han sido ingentes. A ellos les debemos que se hayan vuelto a escuchar, y a grabar en disco, las obras de Vicente Baset, un compositor y violinista del Madrid barroco de Scarlatti y Boccherini que no tiene nada que envidiar a sus contemporáneos más ilustres. O la recuperación de la figura de La Caramba, una tonadillera del siglo XVIII (“la Rosalía de la época”, la llama él) para la que se compusieron piezas que su grupo ha interpretado en diversas ocasiones, y que publicarán en un álbum inminente. El penúltimo de sus empeños ha sido bucear en los archivos de la catedral de Oviedo para rescatar partituras olvidadas que han recogido en Sancta Ovetensis, un disco editado, como todos sus trabajos desde hace algo más de una década, por el prestigioso sello alemán Winter & Winter, donde también han registrado alguna obra de música contemporánea.

En el Barroco todo nace de la raíz popular. Lo que pasa es que esta queda luego enmascarada en una sofisticación que la convierte en música para un oratorio, para una sonata..."

Estos días, el clan Zapico y su orquesta, una formación flexible que se puede adaptar a diferentes formatos, desembarcan en el Festival de Santander con nuevos tesoros. En un espectáculo que han titulado De Sópitu (algo así como ‘de repente’ en asturiano, subrayando lo inesperado del asunto), reúnen obras de raíz popular de la cornisa cantábrica y de otras zonas de influencia celta como Inglaterra e Irlanda. Es, dice el músico, “un proyecto personal, de esos que nadie te pide ni hace falta”, y explica qué le ha conducido hasta él. “La raíz popular está presente en absolutamente todo, desde un Mesías hasta una Pasión según San Juan. Y no solo en el Barroco. Pero en el Barroco todo nace de la raíz popular. Lo que pasa es que esta queda luego enmascarada en una sofisticación que la convierte en música para un oratorio, para una sonata, etcétera”. Lo que él ha hecho ahora ha sido despojarla de esa sofisticación e ir a la raíz. Y así ha comprobado que “ese núcleo de la música permanece prácticamente intocable a lo largo de 100, 200, 300 años. En su Mesías, Handel emplea de repente una sinfonía de pastores, o recuerda a las zanfonas, a las gaitas. Es emocionante escarbar y ver esas conexiones que hay a lo largo de las naciones y del tiempo”, comenta un Zapico entusiasta.

Aarón Zapico./ Rubén Fernández


De Sópitu tendrá su estreno absoluto en el festival, en sendas iglesias de Torrelavega y Noja, el 9 y 10 de agosto. Al día siguiente, y ya en el Palacio de Festivales de Santander, Forma Antiqva pondrá música a un espectáculo de marionetas de la compañía Per Poc basado en el cuento de Perrault El gato con botas, y para el que el músico ha diseñado una “banda sonora” a base de nombre ilustres del barroco francés como Lully o Marais.

Tres instrumentos para tres hermanos

Aunque no es la primera vez que cuenta la historia de los Zapico, a Aarón todavía le parece que “tiene bastante guasa” eso de que, en una misma casa, los tres hijos decidieran dedicarse a la música antigua y a tocar instrumentos un tanto particulares. “No hubo nada planeado, ningun plan tipo Serena y Venus Williams”, se justifica entre risas. Lo que sí hubo, dice, fueron unos padres muy volcados en la educación de sus hijos y muy inquietos culturalmente. Buenos lectores y “muy interesados por muchas cosas, desde la marroquinería hasta el hockey, pasando por la escalada o por la música”, aquella pareja y sus vástagos acabaron siendo los dinamizadores culturales de su Langreo natal en los años 80 y 90.

El cabeza de familia se prejubiló pronto y dedicó su tiempo recién liberado a involucrarse cada vez más en las asociaciones de padres, primero del colegio y luego del conservatorio. Fue él quien promovió muchos de los cursos que se impartían en este, con sus hijos como “conejillos de indias”. Y aquello que empezó como un experimento, aprendiendo a tocar instrumentos raros como el clave o el laúd, derivó en que los hermanos y sus compañeros (“la que acabó siendo mi mujer y mi mejor amigo”, explica Aarón) se juntasen para hacer un grupo, germen de la formación actual.

Dice mucho del empeño familiar por la música que, como en aquel centro no había un clave, un instrumento caro y difícil de conseguir, pusieron en marcha un curso para aprender a construirlo, hicieron dos claves con sus propias manos y más tarde, además de utilizarlos para sus clases y conciertos, acabaron alquilándolos a otros músicos y centros para conseguir ingresos. De repente, el conservatorio de una localidad pequeña como Langreo contaba con cursos de lutería, aula de informática, una biblioteca…

Modernización y profesionalización


A la hora de describir a la Forma Antiqva actual, una formación que ha pisado escenarios de todo el mundo, Zapico sostiene que “ha servido de guía a muchos grupos. Hemos transgredido mucho, y no solo en cuanto a repertorio. Hemos marcado una línea de calidad en el trabajo pero también en las condiciones, ayudando a profesionalizar el sector, incorporando figuras como la de un gerente, utilizando horarios de trabajo profesionales, cuidando la imagen o no plegándonos a ciertas condiciones de críticos y programadores, y también denunciándolas”.

Yo parto de la base de que a todo el mundo le gusta la música clásica. Lo que pasa es que muchos no lo saben. ¿Cuál es el problema? Que muchas veces falla el emisor de ese mensaje"

Aunque está entre las más prestigiosas, la suya es una más de las muchas formaciones de música antigua y barroca que, como los festivales especializados, se han multiplicado en España en los últimos años. Un auge que él explica así: “Yo parto de la base de que a todo el mundo le gusta la música clásica. Lo que pasa es que muchos no lo saben. ¿Cuál es el problema? Que muchas veces falla el emisor de ese mensaje”. Es decir, músicos poco preparados y programadores que no hacen bien su trabajo. Y que no han entendido que el público ha cambiado.

En su opinión, si ahora hay tanto barroco en el paisaje musical español es porque el de esta música “es un formato, en cuanto a duración y a entendimiento, muy asequible para los tiempos que corren”. Tiempos de concentración escasa, por ejemplo. “Y cada vez hay más grupos que cuidan la presentación de las obras musicales y más programadores que saben hacerlo”, añade. Eso no impide que todavía haya programaciones “que siguen haciéndose con parámetros del siglo XIX. Hay una guardia pretoriana a la que le parece que desprestigiamos la música si el concierto no dura dos horas y media”.

En todo ese trabajo de actualización del universo clásico hay otra tarea pendiente: reconocer el papel de las mujeres en una historia de la que han sido olvidadas, si no directamente borradas. Zapico lo tiene muy presente, y de hecho hace unos días llevaba al escenario en Vélez Blanco una ópera de Antonio Literes, Los elementos, que es “una obra muy atípica protagonizada por cuatro mujeres que tratan de quitarle la supremacía al sol, una figura muy metafórica de la lucha contra el patriarcado”. Cuenta el músico que en sus infinitas prospecciones de la música barroca ha visto que ese cuestionamiento de la supremacía del hombre está muy presente.

Hace unos años, Forma Antiqva ya hizo un programa sobre Barbara Strozzi, compositora pionera del siglo XVII, y la próxima temporada Zapico dirigirá en el Teatro Real La liberazione di ruggiero dall’isola d’Alcina de Francesca Caccini, la que se considera la primera ópera compuesta por una mujer. En esa voluntad encajaría también el proyecto de La Caramba. Él habla de la importancia de proyectos como el mapa de mujeres compositoras elaborado por la musicóloga Shakira Ventura, “una herramienta fundamental en la educación y la programación de muchas orquestas”. Y definde que se tomen medidas. “Yo soy muy partidario de una cuota. Si no entendemos que hay que empezar a trabajar de una manera equitativa hombre-mujer en el aspecto creativo y en el aspecto performativo, quizá debamos estar unos años aprendiendo a montar en bici con ruedines. Decir: aquí tiene que haber cuatro compositores y cuatro compositoras”.

Con ese mismo carácter reivindicativo, Zapico no oculta su alivio por que los ejemplos “nefastos” de censura que se han podido ver en tiempos recientes “ayudaron a que se frenaran determinadas iniciativas”, aunque esos ejemplos no dejen de aparecer, y cuenta lo que desearía del gobierno que está por venir, cuando quiera que esto suceda, y su política cultural. “Los artistas españoles necesitamos apoyo decidido y continuidad”, afirma. Y concluye hablando de lo de siempre, el dinero: “Se necesita que haya una mayor conexión entre el ministro y los representantes de cada sector. Hay poca comunicación. Y eso se ve claro en las ayudas del INAEM, que son buenas y generosas. Pero hay que ver en quién se gastan y cómo se gastan”.

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