ENTREVISTA

José Luis Villacañas: "La filosofía ha dejado de ser un elemento central de la cultura española"

"Ni Trías, ni Lledó están en condiciones de ofrecer esa centralidad filosófica como parte central de la cultura como hizo Ortega"

José Luis Villacañas Berlanga (Úbeda, 1955) se licenció en la Universitat de València, donde vive.

José Luis Villacañas Berlanga (Úbeda, 1955) se licenció en la Universitat de València, donde vive. / JM LÓPEZ

Joan Carles Martí

Joan Carles Martí

Uno de los filósofos capitales de nuestro tiempo, con más de 50 libros publicados, ha agotado en solo cuatro meses la primera edición de Ortega y Gasset: una experiencia filosófica española, un libro de 1.200 páginas. Un estudio de 20 años, donde ha ayudado el trabajo acumulativo de la arquitectura informática, y donde sostiene que Ortega influyó mucho en su tiempo, y en el nuestro, tanto que lo considera un filósofo de Estado, aunque subraya que su gran hazaña es haber hecho de la filosofía una parte fundamental de la cultura española. "No hay nadie que se autoperciba como élite en España sin una cita de Ortega". El problema es que "no podemos considerar que esa filosofía es la que necesitamos ahora".

P. ¿Ortega es el último filósofo que influye en su tiempo?

R. El libro significa la experiencia filosófica de Ortega y la de quien se aproxima a él, en este caso yo, que creo una dualidad, con la experiencia de Ortega y la mía.

P. En un mismo espacio, pero en un tiempo distinto.

R. He querido hacer un balance de hasta qué punto esa filosofía de Ortega sigue siendo valiosa para quien se aproxime a él, pero insatisfactoria en la circunstancia actual, tanto de la filosofía como de España.

P. Ortega intuyó la gran influencia de los medios.

R. No solo la intuye, vive de eso. Ortega emplea los medios de comunicación de masas para establecer un programa pedagógico modernizador. Influye más en las élites del segundo nivel que en las de los dirigentes, por eso es mirado con muchas reservas por los actores políticos.

P. ¿Ese es el gran éxito de Ortega?

R. Sí, pero, por otra parte, al final de su vida tiene un sentimiento de gran fracaso, por su lectura de lo que necesitaba el país. Ortega es mimético de otros procesos de regeneración europea.

P. ¿Se quedó en fuera juego con la República?

R. Por la desconfianza de los líderes republicanos hacia una figura que no se había implicado en el trabajo conspiratorio que lleva al Pacto de San Sebastián y al grupo hegemónico de intelectuales de la República.

P. ¿Esa posición política a finales de 1931 le pasó factura?

R. Es excéntrica, pero en vez de pensar que el proyecto político de Ortega ha terminado en fracaso, intento mostrar en el libro que a partir del 32, cuando la circunstancia política de Ortega llega a su fin, entonces emerge con intensidad el filósofo de verdad.

P. ¿Por eso dedica tantas páginas al Ortega crepuscular?

R. Es la foto del libro. El Ortega entristecido y tenso que sabe que se está jugando su prestigio. Lo que él llama "una segunda navegación", con su primera edición de las obras completas y donde empieza a construir un sistema filosófico, buscando el parangón a los más grandes, Husserl y Heidegger. En su segundo viaje a Argentina se lo compara con Dilthey, coge el guante y percibe que Dilthey es un autor central en Heidegger y en Husserl. Con ese triángulo organiza su terreno de juego, mostrando que tiene herramientas para diferenciarse de Husserl, Dilthey y Heidegger.

P. Los dos nombres más citados en el libro son Max Weber y Hans Blumenberg.

R. Ortega ha pensado la circunstancia española y la ha proyectado al presente, como Max Weber en Alemania. La diferencia fundamental entre una élite europea y una española es la que va de Weber a Ortega.

P. ¿Y Blumenberg?

R. Blumenberg está viendo los límites de la filosofía en los años 30, y elabora un pensamiento actual, para superar a Husserl en una antropología filosófica, y a Heidegger en la comprensión del problema de la antropogénesis, que es el ser humano a diferencia del animal. Por lo tanto, la antropología filosófica y el ser humano como ser social, que son los problemas de Ortega, son los de nuestro presente filosófico.

P. ¿Ortega ha perdido la influencia que tuvo en los 70 y 80?

R. Tenemos derecho a preguntarnos si la filosofía ha dejado de ser un elemento central de la cultura española, y creo que sí.

P. ¿Por qué?

R. Se reverencia a Ortega como algo del pasado, pero ese espacio está ocupado todavía por él. Ha habido intentos de establecer algún pensador simbólicamente conectado al presente, como Eugenio Trías en la época del PP, o Emilio Lledó en los gobiernos de Zapatero. Pero ni Trías, ni Lledó están en condiciones de ofrecer esa centralidad filosófica como parte central de la cultura.

P. ¿Cuál es la centralidad de la cultura española actual?

R. La presencia de la cultura española es indisociable de la evolución de los medios de comunicación de masas. La hegemonía de El País durante mucho tiempo ha condicionado esa evolución con grandes figuras -Savater en los años 80 y 90-, pero el tipo humano que ha ido administrando los grandes medios de comunicación desde el punto de vista intelectual procede más de las ciencias sociales. Aunque el historiador, el sociólogo y el científico político son especialidades que se han desarrollado a través de discípulos de Ortega. Mientras tanto, la filosofía se ha especializado en un discurso que no tiene el alcance general para el público. Esto presenta un problema porque tanto el científico político como el sociólogo, como el historiador, no supera un lenguaje local, y no están en condiciones de hablar para todos los millones que se expresan en español en el mundo. Una filosofía que esté en condiciones de hablar al presente debe transcender la circunstancia española y entrar en una conversación en español en cualquier parte del mundo, no solo en Latinoamérica. Eso permite tener una mirada específica a las sociedades euroamericanas del sur.