Siete propuestas de terror para ver en 'streaming'

Desde que la -relativamente- pequeña pantalla admite mayores dosis de osadía y casquería, el terror ha florecido en todas sus variantes en formatos audiovisuales antológicos o serializados. Ahora mismo vive un momento particularmente dulce: el público quiere, o ansía, series de terror, como atestiguan el éxito de El juego del calamar (que no es thriller ni drama, sino terror, lo sentimos) y Nuevo sabor a cereza, o la supervivencia perenne de la saga American Horror Story. Con el Festival de Sitges de fondo y para ir ya empezando a celebrar Halloween, recogemos aquí siete propuestas, en su mayoría bastante recientes y, por tanto, fáciles de localizar en plataformas. Son producciones de diferentes países con el denominador común de lograr intranquilizar al telespectador y sumergirlo en las nunca apacibles aguas del género.  

Miedo bíblico en la cumbre de Mike Flanagan

Mientras adaptaba a Stephen King como casi nadie (Doctor Sueño) y alcanzaba su cima de popularidad con la serie La maldición de Hill House, Mike Flanagan soñaba todo el tiempo con Misa de medianoche, una historia que en los días de Oculus iba a ser película, pero se convirtió después en novela imaginaria: era el bestseller de la escritora protagonista de Hush, cuya edición en tapa dura sirvió, por cierto, como arma arrojadiza a la heroína de El juego de Gerald. 

Finalmente, Netflix (al contrario que diversas cadenas) la aceptó en su formato de miniserie. Como en Hill House, Flanagan dirige los siete episodios, pero estamos ante una clase de pesadilla diferente, algo más árida y discursiva: el terror concebido como humedad que se extiende lentamente hasta desembocar en un crescendo implacable. Sobre todo, es un drama humano sobre redención y culpa al que le crecen alas sobrenaturales. Como una Manchester frente al mar revisada por King. 

La influencia del maestro de Maine es evidente en el modo paciente, minucioso, con que Flanagan nos introduce en la pequeña comunidad isleña donde se desarrolla la acción. Tras lograr la condicional, pero sin lograr deshacerse de sus demonios, Riley (Zach Gilford) regresa al lugar para toparse con algunas caras largas, incluyendo la de su padre, Ed (Henry Thomas). Solo parece alegrarse de verle Erin (Kate Siegel), antiguo interés amoroso que ahora da clases en la escuela local. 

Apoyado una vez más por el gran Michael Fimognari en la fotografía, Flanagan captura este viaje a los infiernos con su habitual estilo neoclasicista, quizá incluso más depurado aquí que en ocasiones anteriores.  

Comedia negra y drama social

Uno de los últimos sleepers de Netflix ha sido esta efectiva serie surcoreana, cruce de terror con comedia negra y drama social. Como en la sonada Parásitos, el paisaje de fondo real, o el objetivo a derribar, es el capitalismo tardío y su capacidad para la crueldad. Su protagonista, Gi-hun (Lee Jung-jae), es una entre cientos de personas desesperadas que sucumben a la invitación de jugar a juegos de infancia a cambio de dinero fácil. Por supuesto, hay truco en esto: lo que les espera es una Battle Royale falsamente naíf, una auténtica pesadilla. 

10 años de relatos de pánico

Más interesante de lo que se ha dicho, este spin-off de American Horror Story en forma de breves relatos autónomos tiene sus perlas. Ahí queda, de entrada, ese doble episodio en (auto) homenaje a Rubber Man, en el que la adolescente Scarlett (Sierra McCormick) se muda con sus padres gays (Matt Bomer y Gavin Creel) a la casa encantada de la primera temporada y acaba poniéndose el traje de goma que no debía. Hablamos de una especie de Carrie revisitada con ecos de la triste historia de Channing Smith, el adolescente de Tennessee que se quitó la vida tras ser expuesto en la red como bisexual.

Hace unas semanas, Twitter ardió en excitación con la incorporación a Disney+ de las nueve primeras temporadas de AHS. Desde entonces, la expansión de la franquicia concebida por Ryan Murphy y la locura han continuado con el estreno del spin-off American Horror Stories y de American Horror Story: Double Feature, décima temporada de la serie.

Amor y terror más allá de este mundo

Muchas historias de Stephen King están protagonizadas por escritores, pero no tantas por las mujeres que los acompañan y soportan. La historia de Lisey, su no demasiado conocida novela de 2006, habla menos de Stephen que de Tabitha, su esposa, clara inspiración del personaje de Lisey Landon, viuda aquí del escritor Scott Landon, ganador del Pulitzer y el National Book Award. Puede que King no haya obtenido ni un premio ni otro, pero, oigan, tiene dos Edgar, entre muchos otros reconocimientos. 

Al autor de Carrie y El resplandor le rodea, además, la misma admiración fanática que Scott sufrió en vida (un fan loco llegó a tratar de asesinarlo durante la inauguración de las obras de una biblioteca) y Lisey sufre tras la muerte de su marido. Un acosador peligroso, Jim Dooley, quiere a toda costa que las obras inéditas de Landon vean la luz y considera a Lisey su enemiga, el principal obstáculo en la obtención de esos incunables sagrados.

Lisey se ha tomado su tiempo, dos años, para enfrentarse a todos los documentos que su marido dejó atrás, en parte por miedo a que sucediera lo que inevitablemente sucede: el desbloqueo de recuerdos oscuros, el regreso a ese mundo paralelo donde Scott huía para escapar del dolor, el reencuentro con la muerte de su marido... 

Hemos tenido que esperar década y media para ver una adaptación de este relato de terror, de amor más allá de la muerte y de nuestro mundo. El principal motivo parece el afán protector del autor. Para King, esta es una historia especialmente personal, nacida de un incidente que por poco no le envía al otro barrio en 1999, cuando fue atropellado por una minivan. 

La misma tensión, aún peor baba

Ni siquiera la presencia de M. Night Shyamalan como productor y ocasional director, o de Julia Ducournau -la directora francesa del momento, que se impuso en el último festival de Cannes con su impactante Titane- entre las firmas de la segunda temporada ha evitado que Servant se quedara en placer privado de unos pocos. Una verdadera pena: merece la pena (y mucho) meterse en esta historia sobre un matrimonio afligido por la pérdida, un muñeco Reborn y la misteriosa niñera que viene a encargarse de la criatura. En el fondo, o no tan en el fondo, se trata de una reflexión sobre la clase de cosas que hacemos para evitar procesar el dolor.

Son pocas, bastante pocas, las series que siguen sorprendiendo tras el primer, segundo e incluso tercer episodio. También son raras aquellas en las que no se desaprovecha un solo fotograma y no se invita al espectador a poder seguir la serie mientras se mira el móvil. Servant es esa clase de rareza absoluta, una delicia retorcida e imprevisible cuya media hora de capítulo resulta más nutritiva que la hora completa de muchas otras producciones. Que no haya tenido una repercusión mucho mayor quizá se deba a que está integrada en el catálogo de Apple TV+, una plataforma todavía en busca de su público y de una personalidad propia.

La segunda temporada remarca la parte de diversión: sobre todo desde La visita, Shyamalan salpimenta sus cuentos espirituales con buenas dosis de humor, y a la altura del tercero de los nuevos episodios, Pizza, que dirige su hija Ishana Night Shyamalan, parece decidido a conducir esto hacia la más desquiciada comedia de enredo. 

Un nuevo 'hit' de Nick Antosca

El escritor, guionista y productor Nick Antosca se ganó un nombre entre los adeptos del terror y el género fantástico como creador de Channel Zero, inteligente e inquietante serie antológica que conducía el folclore terrorífico de la red a dimensiones infinitas. Con su habitual co-conspiradora Lenore Zion, nos cuenta aquí la historia de Lisa Nova, una cineasta (Rosa Salazar, protagonista de Alita: Ángel de combate) que trata de abrirse paso en el Hollywood indie de la década de los 90 y acaba enroscada en una espiral psicodélica de magia negra, venganza , sexo y... gatitos. Junto a Salazar, forman parte del reparto Eric Lange y Catherine Keener. La miniserie está basada en la novela de Todd Grimson. Antosca acaba de recoger una Màquina del Temps en Sitges, un premio a su especial vínculo con el festival.

La historia nos arrastra a una realidad que muchos recordamos, cuando la tecnología aún no le rendía pleitesía a la dieta de confort inmediato a la que estamos acostumbrados hoy en día, en una mezcla de nostalgia y desazón que hinca los dientes en las cosas que hemos aprendido a dar por sentadas, como argumenta la periodista y músico Mónica Vázquez. Dice Noel Carroll en su libro La filosofía del horror que lo que diferencia e identifica al género de terror es la actitud de los personajes con respecto a los monstruos. Si el monstruo es recibido en la historia con repulsión y miedo, es una historia de terror. Sin embargo, si el monstruo es recibido con curiosidad, fascinación, o incluso afecto, podría tratarse de una historia de cualquier otro género en el cual resulta que hay un monstruo.