ACCESIBILIDAD

Así de difícil es para alguien en silla de ruedas comer en un restaurante

Más allá del acceso o del baño, hay obstáculos que no se suelen tener en cuenta, como la dificultad de comer en barra o el espacio insuficiente entre mesas

Las sillas de ruedas y los restaurantes, una relación complicada

Las sillas de ruedas y los restaurantes, una relación complicada / Freepik

Para un comensal en silla de ruedas o con movilidad reducida hay un documento de referencia frente al que la Guía Michelin o la Repsol palidecen: el Código Técnico de Edificación. Más concretamente el documento básico de seguridad de utilización y accesibilidad. “Todo lo que se refiere a hacer accesibles los edificios, entre ellos restaurantes, claro, está ahí. El problema es que no se cumple”, explica Berta Brusilovsky, experta en accesibilidad del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD).

Todo lo que imaginamos que tiene que ver conque un restaurante sea amable para una persona que se desplaza en silla de ruedas, por ejemplo, está contemplado en esas líneas: desde que haya mecanismos -rampas, por ejemplo- para salvar escalones en la entrada, hasta que el baño sea adaptado. Brusilovsky denuncia que es prácticamente una quimera encontrar un restaurante en el que todo se ponga de cara para la persona que acude en silla de ruedas. “Hay restaurantes en los que se facilita el acceso a través de una rampa pero, ¿de qué sirve esto si en el interior no se respetan los espacios mínimos entre mesas?”, señala Brusilovsky. “Son los ayuntamientos los que deberían vigilar que todos los locales cumplieran la ley y los que hacen la vista gorda”.

Marc Subirón, abogado y asesor jurídico en la Generalitat de Catalunya, se mueve en silla de ruedas y también es aficionado a la gastronomía. “Tengo una gran discapacidad pero también soy una persona joven y, en mi caso, a veces las ganas de conocer un sitio superan a los obstáculos que se me plantean”, cuenta. Ya desde la entrada se plantean los problemas. A veces, acceder se pone cuesta arriba (nunca mejor dicho en el caso de escaleras) cuando debería de ser lo más sencillo. La empresa madrileña Grupo Excelsior, especializada en ascensores y soluciones de elevación, pone como ejemplo la rampa oculta automática de la que dispone el Bar Tomate, uno de los restaurantes de referencia en el barrio de Chamberí de Madrid y que se despliega para facilitar el acceso. Brusilovsky reconoce que es una iniciativa muy buena aunque “no tenga pasamanos, lo que complica que la persona en silla de ruedas acceda por sí sola”. 

Para Subirón, en aquellos locales donde no hay rampa ni solución alternativa de acceso a unas escaleras, una buena solución puede ser quedarse en la terraza, una opción que se ha multiplicado desde que el Covid entrara en escena. “No obstante, pronto llega el segundo punto crítico: el baño. Si no es accesible, no queda más remedio que preguntar al personal del restaurante si existe alguno en un local cercano con el que tengan la suficiente confianza para poder usarlo”.

Los restaurantes en centros comerciales suelen apostar por la accesibilidad.

Los restaurantes en centros comerciales suelen apostar por la accesibilidad. / Freepik

Licencias desfasadas

Una de las razones que hacen que haya tanto restaurante sin medidas de accesibilidad adecuadas tiene que ver con licencias que no se han puesto al día. “Cuando un nuevo local abre donde ya había un negocio de hostelería previamente hereda esa licencia de modo que no tiene por qué cumplir con una normativa posterior”, aclara Subirón. Entre las zonas en las que muchos restaurantes se han quedado obsoletos en este terreno está el Barrio de las Letras de Madrid. “Es una pena porque me encantan los locales que hay allí pero también es cierto que pasan de mano en mano y es una zona complicada, con muchísimas barreras”.

Brusilovsky destaca los centros comerciales como espacios en los que las personas con sillas de ruedas lo tienen (un poco) más fácil. “Un buen ejemplo es el centro comercial Zielo de Pozuelo de Alarcón. En este caso, un restaurante como El Cielo de Urrechu, pese a estar en la segunda planta, es totalmente accesible gracias a los ascensores”. Otro centro comercial que sale airoso es Castellana 200, en el que “todos los negocios de hostelería cuentan con un acceso sencillo”. Eso sí, esta experta precisa que, dependiendo del local, los aseos accesibles “pueden encontrarse en una planta diferente, por lo que toca salir del restaurante”.

Mesas muy altas, mesas muy bajas

Las tendencias no siempre van de la mano de la accesibilidad. Un obstáculo en el que casi nunca reparamos es la de la barra, que rara vez se sitúa a la altura necesaria en el caso de las personas en silla de ruedas. “Imagínate que todas las mesas están ocupadas pero hay un hueco en la barra y esta está demasiado alta. O que el propio concepto central del restaurante sea ese, el de estar acodado en el mostrador y sentado en un taburete. En este caso se produce una clara discriminación”, sentencia Brusilovsky.

En el otro extremo se sitúan las mesas demasiado bajas. Subirón explica que no han sido pocas veces las que se encontrado con algunas en las que las piernas directamente “no caben” al tener un diseño en el que la distancia al suelo se reduce. “Hay mesas de todos los diseños y todos los gustos y puedes toparte, además, con otros elementos que impidan que te acomodes y que van más allá de la clásica pata”.

Las terrazas se han convertido en una buena alternativa para clientes con sillas de ruedas.

Las terrazas se han convertido en una buena alternativa para clientes con sillas de ruedas. / Freepik

Buenos (y pocos) ejemplos

Además de los ya mencionados, a Subirón le cuesta encontrar ejemplos en los que todo se le haya puesto de cara. “Creo que hay grupos como La Ancha, por ejemplo, que gestiona y abre restaurantes grandes y que cuida esto. Pero son casos muy puntuales. Aunque pensemos que España va por detrás en este aspecto, estamos equivocados. Ciudades como Londres o París están como nosotros o peor. Creo que la accesibilidad se cuida más en los países nórdicos”. Eso sí, Subirón señala que en España nunca falta “alguien que eche una mano para empujar la silla o elevarla cuando es necesario”. El factor humano rellenando una vez más, los agujeros del sistema.

Y pese a todo hay esperanzas cuando, en una página de reseñas como TripAdvisor, nos topamos con que la usuaria Wheelsinlove alaba un restaurante como Perrachica (Madrid) explicando que es “totalmente accesible” y que cuenta con un baño adaptado: un local de moda apostando por la inclusión