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ENERGÍA

¿Adiós a la transición verde? España, entre los países que tendrían más fácil cambiar el gas por carbón

A pesar de las condiciones económicas favorables, las plantas de carbón están generando menos de lo que pueden como resultado de las políticas climáticas y de transición energética

Central térmica de Alcúdia (Mallorca)

Central térmica de Alcúdia (Mallorca)

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Luis Suárez / Estrategias de Inversión

La guerra desatada por la invasión rusa de Ucrania amenaza con echar por la borda los esfuerzos de la Unión Europea en el ámbito de la transición ecológica, hasta el punto de que algunos han comenzado a plantearse la reapertura de las centrales de carbón para sustituir el gas ruso. En ese sentido, un informe elaborado por ING Research analiza la capacidad que tendrían los países para hacer ese cambio.

Los flujos de gas de Rusia a Europa se han reducido y el mercado de gas natural licuado (GNL) también se enfrenta a sus propios problemas de suministro. Una situación que ha alimentado el debate sobre el uso de las centrales de carbón, auténticas ‘apestadas’ en los últimos años por sus elevados niveles de emisiones de CO2, pero que cada vez son vistas con ojos más benevolentes.

Los mercados energéticos actuales brindan condiciones económicas favorables para la generación de energía a base de carbón”, señalan Gerben Hieminga, Nadège Tillier y Leszek Kasek, analistas de ING, en un reciente informe. El ‘dark spread’, una medida de la competitividad de la generación de energía a carbón en comparación con la generación de energía a gas, muestra altos niveles de ganancias para las plantas de carbón”.

Pero a pesar de las condiciones económicas favorables, las plantas de carbón están generando menos de lo que pueden. Estas centrales se cerraron recientemente o se restringieron como resultado de las políticas climáticas y de transición energética. Sin embargo, el análisis de ING sugiere que el uso del gas “puede sustituirse completamente por centrales eléctricas de carbón en Polonia y Alemania y, en gran medida, en Portugal, España y los Países Bajos”. “En estos países, el carbón es una respuesta "fácil" para abordar los riesgos de seguridad energética, a pesar de que va en contra de los objetivos climáticos globales”, explican los autores.

Especialmente llamativo es el resultado del estudio respecto a Polonia, con un 230%. Este porcentaje se traduce en que si el país opera sus plantas de carbón al nivel máximo visto en los últimos 20 años, generaría una cantidad adicional de energía de carbón que es un 230% más alta que la energía que genera actualmente a partir de plantas de energía a gas. “Con una amplia capacidad, podría tener espacio para exportar energía de carbón a los países vecinos para facilitarles su búsqueda de reducir la dependencia del gas”, señalan los economistas de ING.

Alemania también supera la barrera del 100%, mientras que en el caso de España se roza el 50%, por lo que prácticamente podría sustituir la mitad de la energía que obtiene actualmente a partir de gas natural.

El aumento del uso del carbón conlleva riesgos climáticos

Si las centrales de carbón se han ido cerrando en los últimos años es por un motivo: la mayor cantidad de emisiones de CO2 que generan. Sin embargo, según recuerdan los autores, “el sector eléctrico es parte del esquema de comercio de emisiones (ETS) de la Unión Europea”. Eso significa que, a nivel de la UE, las emisiones combinadas del sector de la energía y del sector manufacturero tienen un tope y se reducen de acuerdo con los objetivos de reducción de emisiones. El límite actual garantiza un 40% menos de emisiones para 2030. Y el paquete Fitfor55 sube el listón al 55% para poner al bloque comunitario en una trayectoria de cero emisiones netas para 2050.

“Como tal, las decisiones de reducir o aumentar la generación de energía a carbón no afectan las emisiones totales de CO2 para los ‘sectores ETS’ hacia 2030. Por lo tanto, algunos podrían decir que encender plantas de carbón no es necesariamente un desastre climático”, destacan los analistas de ING.

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“Después de todo, los niveles de emisión en el sector eléctrico podrían aumentar, pero es probable que las emisiones en las fábricas disminuyan como resultado de la reducción de la producción debido a los altos precios del gas”.

“Si bien el aumento del uso del carbón no parece poner en peligro los objetivos de reducción de emisiones para Europa, la situación es menos positiva a nivel mundial”. Asia, por ejemplo, también sufre los altos precios del gas y el aumento de la producción de carbón, pero los mercados de CO2 están menos avanzados en esta parte del mundo. “Mientras no exista un único mercado global de CO2, o mientras los mercados regionales de CO2 estén mal interconectados, aumentar la producción mundial de carbón no es una buena señal para las emisiones globales de CO2 y, por lo tanto, para el calentamiento global”.