EMPRESAS

Cuál es el 'plan B' de Talgo si se frustra la venta

El Gobierno ha señalado su intención de "hacer todo lo posible" para evitar la compra del fabricante de trenes español por el consorcio húngaro

Imagen de archivo de un tren Talgo en unas estación

Imagen de archivo de un tren Talgo en unas estación / RICARD CUGAT

3
Se lee en minutos

Aunque tanto Talgo como el principal accionista del grupo están más que dispuestos a vender, la empresa encuentra su principal obstáculo en el Gobierno central. No se trata simplemente de que el Ejecutivo pueda esgrimir el escudo antiopas en pleno debate sobre qué empresas son estratégicas y qué significa exactamente que una compañía sea calificada como tal. Sino que, a través de su ministro de Transportes, ha declarado que hará "todo lo posible" para que la opa no llegue a buen puerto.

Detrás de esta altisonante declaración está el temor a que sea Rusia quién está detrás de la oferta. De sobra son conocidos los vínculos entre Viktor Orbán, primer ministro húngaro (cuyo Estado participa con un 45% en el consorcio que lanza la opa), y Vladímir Putin. Por no olvidar que el inversor que representa al consorcio, András Tombor, tuvo en un pasado reciente negocios con empresas rusas. El problema final se puede articular en dos preguntas aún sin respuesta: ¿tiene Talgo un plan B? y ¿qué ocurrirá si el Gobierno rechaza la opa o el grupo húngaro la retira?

En la empresa, donde aparentemente no expresan preocupación por ambos supuestos, explican que Talgo está "en el vórtice de una espiral de crecimiento por macrotendencias del sector que la benefician en todos los aspectos". ¿Cuáles son esas macrotendencias? En Europa, la empresa identifica tres. En primer lugar, la sustitución de vuelos por trenes en trayectos de corto radio, "que se traduce en demanda de capacidad adicional". En segundo, la llegada de nuevos operadores en un sector liberalizado, que debe ensanchar la base de clientes. Y por último, las nuevas conexiones transfronterizas y los nuevos servicios nocturnos para grandes recorridos. «Se traduce en demanda de trenes de pasajeros interoperables y/o especializados nocturnos», dice Talgo.

Además, fuera de las fronteras europeas, la empresa señala que otra macrotendencia son los "nuevos países con líneas de alta velocidad", es decir, «mercados completamente nuevos, como Marruecos". Aquí, Talgo puede sacar pecho. En 2011 ganó la construcción y explotación de la línea de alta velocidad que une Medina y La Meca ("el mayor reto tecnológico en la historia del ferrocarril", subraya la empresa). Y ahora recuerda que se están ejecutando proyectos «para Dinamarca, Egipto, España y Alemania».

Noticias relacionadas

Mientras tanto, la bolsa aguarda expectante el resultado de la operación Talgo. La acción cotiza en 4,2 euros, lejos aún de los 5 euros que ofrece Magyar Vagon y solo un poco por encima de la cotización media del año pasado. Talgo, de hecho, baja el 3% en lo que va de ejercicio. Su valor en bolsa actualmente es de 537 millones de euros, la mitad que su rival CAF.

Talgo jugó un papel clave en el desarrollismo español desde finales de los años 50 del pasado siglo por su apuesta por lo que ahora llamamos I+D. Por el sello de modernidad que siempre le ha acompañado. Por hacer marca España. Pero como en el caso de otros emblemas en blanco y negro de la inventiva española, desde el autogiro hasta el submarino, ahora corre el riesgo de pasar a otras manos y dejarnos solo un recuerdo nostálgico.

Urquijo, en plena polémica

Si el tiempo no juega precisamente a favor de Talgo en la situación actual (opa, necesidad de aumentar la capacidad de fabricación, proyectos clave que hay que entregar...), tampoco parece que corra a favor del consejero delegado de la compañía, Gonzalo Urquijo. Su papel levanta recelos en algunos sectores: para empezar, entre los accionistas de Abengoa, empresa que presidió y de la que salió para acceder a la ferroviaria. Ahora afronta dos querellas por Abengoa sobre las que hay que esperar el recorrido judicial pertinente. Pero también en algunas informaciones periodísticas se han resaltado los supuestos vínculos entre Urquijo y el principal accionista de Talgo, el fondo británico Trilantic, al que vendió activos de Abengoa antes de que la ferroviaria le fichara como consejero delegado.