DÍA DE LA MUJER

Lo que la tecnología esconde

Marzo comienza un año más vestido de largo con las reivindicaciones asociadas al Día Internacional de la Mujer

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Una mujer con un cartel durante una manifestación convocada por el Movimiento Feminista de Madrid por el 8M, Día Internacional de la Mujer.

Una mujer con un cartel durante una manifestación convocada por el Movimiento Feminista de Madrid por el 8M, Día Internacional de la Mujer.

Marzo comienza un año más vestido de largo con las reivindicaciones asociadas al Día Internacional de la Mujer. Representantes de la sociedad civil, entidades empresariales y de las diferentes administraciones, expresan su indignación ante el hecho de que la desigualdad retroceda mucho más lentamente de lo que cabría esperar. Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de dinero que se destina a erradicarla. El año pasado, sólo el Ministerio de Igualdad puso a disposición de los gobiernos regionales un total de 177 millones de euros para luchar, en concreto, contra la violencia machista. Y sin embargo, la cifra de mujeres fallecidas a manos de sus parejas y exparejas en 2023 superó a la del año anterior.

Esta semana se han dado a conocer los datos de empleo del mes de febrero y, las mujeres siguen estando en desventaja: mayor porcentaje en el paro, menor número de afiliadas a la Seguridad Social y más mujeres con contratos precarios (aunque ahora se les llamen fijos discontinuos). La brecha salarial, según datos del Pacto Mundial, se mantiene en torno al 28% en nuestro país. Y como guinda, el Índice ClosinGap que acaba de hacer pública su IV Edición, revela que el impacto negativo de la brecha de género en el PIB asciende a 213.023 millones de euros, cifra que si se eliminara (en participación, jornada y productividad) supondría un incremento del 15,8% del PIB.

Un último dato desalentador. A pesar de los esfuerzos en fomentar las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) entre las mujeres, la brecha va en aumento. Este año, no sólo se ha reducido el número de mujeres que realizan estudios técnicos, sino que el uso de la tecnología para teletrabajar ha supuesto, desde 2020, un retroceso importante en materia de corresponsabilidad y ha afectado más negativamente al bienestar emocional de las mujeres, que de los hombres.

En medio de toda esta negatividad se abre una ventana de oportunidades. Es necesario, eso sí, pensar fuera de la caja. Salir de la zona de confort y mirar la realidad de otra manera. Si queremos resultados diferentes, habrá que hacer las cosas de forma diferente. Y desde esa perspectiva, ¿puede ser la tecnología el impulso definitivo hacia la igualdad? Centremos el análisis. Pensemos por ejemplo en el mercado laboral. Una herramienta de IA bien entrenada, con un control previo de los datos con los que aprende y una supervisión periódica realizada por expertos multidisciplinares que actúen de observadores y correctores de los modelos algorítmicos, supondría un sistema de selección capaz de detectar el talento de una persona, sin que se viera influida por cuestiones ajenas a su evaluación para el puesto (género, edad, procedencia, tendencia sexual…).

Impulso a la carrera profesional

Aplicada a la carrera profesional, garantizaría el ascenso de las personas a través de la valoración objetiva de sus conocimientos, habilidades y desempeño profesional, sin tener en cuenta otras variables. Y es más: supondría una oportunidad de acceso al mercado de trabajo, para personas que pertenecen a colectivos desfavorecidos o en riesgo de exclusión, porque serían evaluadas sólo por lo que pueden aportar al puesto de trabajo. Igualdad de oportunidades. Eliminación del techo de cristal. Supresión de la brecha salarial. Y todo, de un plumazo.

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¿Y es esto posible? Evidentemente sí. Estamos a tiempo de desarrollar procedimientos de supervisión de los algoritmos que garanticen su confiabilidad, explicabilidad y transparencia. La normativa que está en proceso de aprobación por parte de la UE será la primera en el mundo que siente las bases de un marco de actuación cuya piedra angular será la normalización y certificación por tipo de uso. Es por esto, que ya ha se ha informado sobre la consideración del uso de la IA por niveles de riesgo. La aplicación en el entorno laboral y de RRHH se ha categorizado como de “alto riesgo” y por tanto, tendrá que ser supervisada y aprobada por equipos multidisciplinares y siempre, un humano tendrá la última palabra y la responsabilidad.

Lo que la tecnología esconde es una oportunidad para avanzar de verdad hacia la igualdad. Más allá de si hay o no mujeres en carreras STEM debemos trabajar en generar habilidades digitales de forma igualitaria. El futuro pasa por saber utilizar herramientas, cada vez más potentes y más sencillas, como copiloto en nuestro puesto de trabajo. Tener la capacidad de utilizar la IA para que nos sustituya en las tareas de bajo valor añadido, como el análisis de datos, pero que nos sirven para ser eficaces en la toma de decisiones. Hacer de la IA el becario aventajado al que se entrena para que de lo mejor de sí mismo y aporte valor al equipo. Mujeres y hombres podemos avanzar juntos hacia un futuro tecnológico, inclusivo, eficiente y con una elevada calidad de vida. Un futuro en que el ser humano esté en el centro del algoritmo. Y el primer paso, es ahora.