OPINIÓN

No atinamos con la fijación de los precios de la luz

Los consumidores en mercado diario no están aprovechando toda la bajada del precio y, muy especialmente, en aquellas horas donde el precio incluso ha bajado a 0€/MWh.

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Una factura de la luz.

Una factura de la luz.

Mientras seguían produciéndose incrementos de los precios de la energía tanto en España como en el resto de Europa, el Gobierno aprobó como repuesta a esta situación el Real Decreto-ley 8/2023. En él se estableció que se aplicaría el tipo reducido del IVA (10%) a las facturas de electricidad mientras el precio del mercado mayorista se mantuviese por encima de 45€/MWh.

Este precepto aplicaría tanto para los consumidores que están en mercado regulado como también a los que tienen contratos con precio fijo. Los datos más recientes recogidos por la CNMC apuntan a que el mercado se encuentra compuesto por una cuota del 80% de los consumidores con contratos a precio fijo y un 20% con contratos a precio variable.

También en 2023 se diseñó la fijación del precio voluntario del pequeño consumidor (PVPC) aplicable a los contratos a precio variable, aquellos que dependen del mercado diario. En él se introdujo una ponderación del 25% del precio de mercado de futuros, con el objetivo de amortiguar la volatilidad diaria y no sobreexponer a los consumidores más vulnerables, especialmente los receptores del bono social eléctrico. Este fue uno de los compromisos pactados con la Comisión Europea y en línea con las recomendaciones alumbradas en el debate sobre la reforma del mercado eléctrico europeo durante 2023.

A pesar de estos cambios normativos, la trayectoria del mercado ha mostrado hasta qué punto estos han resultado frágiles. La caída de los precios del mercado mayorista en esta primera parte de 2024 ha batido las expectativas de los analistas, incluso ofertándose hoy contratos de compraventa a largo plazo por debajo de los 60€/MWh. Por tanto, los consumidores en mercado diario no están aprovechando toda la bajada del precio y, muy especialmente, en aquellas horas donde el precio incluso ha bajado a 0€/MWh.

Cierto es que la filosofía de hacer una “cesta” de precios al contado y precios a plazo es reducir la volatilidad en toda la serie histórica. Con lo cual, en una futura crisis se podrá ver si este mecanismo es eficiente y eficaz para amortiguar las oscilaciones del precio. El transcurso del tiempo ha hecho que el mercado desarrolle una cierta tolerancia a las crisis, con los conflictos tanto en Europa del Este como en Oriente Próximo extendiéndose más de lo previsto, pero sumado al fin del invierno y mayores rendimientos de las fuentes de producción energética renovable se han convertido en factores que están generando una caída muy relevante en los precios de la energía tanto de la electricidad como del gas natural.

Pero lo más serio es que el paso del IVA del 10% al 21% no solo afecta a los contratos variables sino también a los contratos fijos, los cuales no fluctúan con el precio de mercado y, obviamente, generan un escenario de incertidumbre en el coste final de la energía. Durante muchos meses tanto el Gobierno como el propio mercado y hasta incluso la reforma del mercado eléctrico europeo han presionado a los consumidores para que contrataran a plazo la energía, lo que equivale a pagar un precio fijo con independencia de lo que haga el mercado, para que de esa manera estuvieran más guarecidos de los vaivenes en los precios y para dar estabilidad y confianza a la demanda.

Pero los mismos que presionaban para hacer estos cambios son los que ahora van a activar la subida de más del doble del IVA porque la electricidad ha bajado de 45€, cosa que según el mercado de futuros se prolongará, al menos, hasta el segundo trimestre de este año. Por consiguiente, lo que se vendió como “fijo” en realidad no lo es. Siempre va a tener un término “variable” que es el coste fiscal.

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Pero no solo sube el IVA. Hay que añadir la normalización progresiva de los otros impuestos que se aplican al recibo de la luz desde el 1 de enero. El impuesto especial sobre la electricidad se posicionará en un 2,5% este marzo frente al 0,5% en que quedó hace un año, pasará al 3,8% en junio y posteriormente regresará a los niveles precrisis del 5,1%. Lo mismo sucede con el impuesto a la generación (llamado “impuesto sobre el valor de producción de la energía eléctrica”) que también presentará un alza, posicionándose en marzo en un 3,5%, pasando a un 5,25% en junio, y posteriormente regresando a los niveles previos a la crisis situándose en el 7%.

Solo la subida del IVA y traduciéndola en euros, supone un incremento medio anual del 15% en la factura media que pasará de 467€ a 539€. El impacto negativo recae especialmente en las familias de rentas más bajas, autónomos y pymes, cuyas dificultades para pagar el recibo de la luz han sido muy notables desde 2022. La política energética sigue sin ofrecer una solución “paretiana” al consumidor.