JIJONA Y ALICANTE

El turrón amplía horizontes más allá de la Navidad

Las empresas acogidas al Consejo Regulador de Jijona y Alicante apuestan por la desestacionalización elaborando el dulce para marcas de quesos, yogures, miguelitos o galletas que han incorporado a sus productos

Algunos de los productos que incorporan el turrón en su elaboración, como el queso Vallelongo.

Algunos de los productos que incorporan el turrón en su elaboración, como el queso Vallelongo. / Juani Ruiz

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Desestacionalización. Esa es la palabra mágica con la que se viene trabajando desde hace mucho tiempo con un producto tan vinculado a las fechas navideñas como es el turrón. De hecho, el 70% de las ventas de las empresas acogidas al Consejo Regulador de las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) Jijona y Turrón de Alicante se realizan en el último mes del año, en una muestra del alto nivel de concentración que tiene la actividad comercial de este sector.

Los intentos por extender el consumo al resto del ejercicio se han ido sucediendo sin demasiado éxito en los últimos tiempos, aunque ahora parece que, por fin, se ha encontrado una fórmula que puede contribuir de manera notable al objetivo. Y es que la industria turronera ha empezado a fabricar el característico dulce de almendra y miel para marcas de quesos, yogures, miguelitos y galletas que han decidido incorporarlo a sus productos, en lo que se configura como una apuesta por extender la actividad a todo el año

Esta última no es una cuestión menor, dado que solo los turrones de almendra clásicos, es decir, el duro, conocido como turrón de Alicante, y el blando, con la denominación de turrón de Jijona, son los que están protegidos por un consejo regulador que tiene su sede, al igual que la práctica totalidad de las empresas, en el municipio alicantino de Xixona. Justo las variedades en las que se están centrando los esfuerzos para ir caminando hacia la desestacionalización.

En este sentido, una de las fórmulas que se está revelando como una iniciativa de éxito es la incorporación del turrón protegido a diferentes productos elaborados por marcas que han visto en el dulce navideño un ingrediente con el que poder cautivar a sus clientes. Y ahí entran alimentos tan variados como los yogures, los helados, las galletas, los barquillos, los típicos miguelitos de La Roda e, incluso, una de las últimas incorporaciones, un queso de cabra del Bierzo. Así, hasta 24 marcas llevan en sus envoltorios el sello de calidad que otorga el consejo regulador.

Requisitos para el sello

El secretario general de este organismo, Federico Moncunill, señala que esta iniciativa ya se intentó tiempo atrás sin que llegase a fructificar, pero desde que, a principios de 2022, se volvió a la carga se han ido sumando cada vez más productos, que tienen que cumplir con unos requisitos concretos para poder lucir el sello de la IGP. En este sentido, lo que se exige es una cantidad mínima del turrón que debe contener cada producto, lo que permite a las empresas obtener el reconocimiento del consejo regulador. Y todo con base en unas auditorías que certifican que se está cumpliendo con las condiciones establecidas. El cambio con relación al intento de hace unos años es que en ese momento se exigía el pago de un canon por el uso del sello, mientras que en la actualidad solo se tiene que abonar el precio del turrón.

Esta es sin duda la experiencia más llamativa ahora mismo que está acometiendo el sector en busca de la tan anhelada desestacionalización, pero no es la única. Según explica el propio Moncunill, las mismas empresas turroneras están abriendo tiendas propias para vender todo el año, sobre todo en aquellas áreas en las que el turismo tiene una mayor presencia.

Con todo, y pese a que el sector trabaja intensamente para conseguir que las ventas no se concentren tanto en las fechas navideñas, desde el consejo regulador se asegura que no es una prioridad acuciante. Según el secretario general, "el tema se puede contemplar desde diferentes puntos de vista. El hecho de que el sector sea tan estacional podría parecer una debilidad, pero la realidad es que también es un elemento positivo, porque muy pocas industrias cuentan con la seguridad de que van a contar con una época en la que su producto va a ser consumido de una forma tan extendida y en todos los hogares".

Alrededor del 70% de las ventas de las firmas amparadas por la IGP se realizan en el último mes del año

Todo esto en un contexto en el que el sector confía en moverse en unas cifras muy parecidas a las del año pasado, cuando la facturación de las 22 millones de barras amparadas por la IGP se situó alrededor de los 150 millones de euros, correspondiendo el 13% del total a las exportaciones. A ello hay que añadir lo que generan otros productos como los turrones de yema, frutas o chocolate, con una producción que asciende a 50 millones de barras.

De hecho, la fiebre del chocolate se ha extendido entre las firmas turroneras. Prueba de ello son recientes operaciones que se han consumado en el sector, como la compra de Chocolate y Trufa por parte del grupo Confectionary Holding, propietaria d Turrones 1880 y El Lobo, y la de Clavileño por parte de Antiu Xixona. Para Moncunill no es una sorpresa, "teniendo en cuenta el fuerte incremento del consumo de chocolate que se viene registrando en los últimos tiempos".

En cualquier caso, y volviendo al fenómeno de la diversificación, una de las compañías que está apostando por elaborar turrones para otro tipo de productos es Picó. Su director adjunto, Virgilio Picó, señala que tienen un acuerdo con Miguelitos Ruiz, del municipio albaceteño de La Roda, por medio del cual esta firma elabora sus tradicionales dulces agregándoles el turrón de la firma de Xixona. "Se trata de una fórmula que nos gusta: la de introducir nuestros turrones como ingredientes de otros productos. Y los resultados están siendo positivos", asevera. La firma, con todo, no para de innovar también en sus productos pensados para la campaña navideña, lo que les ha llevado a lanzar este año un turrón prémium hecho a mano, otro de Jijona veteado con chocolate y un tercero de yema tostada con naranja.

Picó espera cerrar el año con unos resultados parecidos a los del ejercicio anterior, cuando alcanzó una facturación de unos 19 millones de euros. Y todo pese a que la empresa, como ha sido la tónica general en el sector, solo ha trasladado en una mínima parte los incrementos de precios de los dos últimos ejercicios en la electricidad y en algunos ingredientes como el azúcar y los huevos, filosofía que ha tenido como objetivo el sostenimiento del consumo.

Colaboraciones puntuales

El grupo Confectionary Holding también está inmerso en la búsqueda de fórmulas desestacionalizadoras, aunque según la portavoz de la compañía, Beatriz Sirvent, de momento se trata de colaboraciones con socios seleccionados de forma puntual. En esta campaña, en cualquier caso, se han lanzado diferentes novedades, con una ampliación de lo que definen como chocolates de autor, y un turrón de gin con fresas que se mantiene del año anterior fruto de un acuerdo cobranding con la marca sevillana Puerto de Indias. Al catálogo, asimismo, se ha incorporado un turrón de maíz crujiente en colaboración con Grefusa y otro de pistacho. 

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Respecto a las previsiones de negocio, Sirvent señala que, tras realizar un gran esfuerzo asumiendo costes productivos y operativos derivados del escenario inflacionista sin trasladarlos a los clientes, confían en aumentar la facturación en un 4%, hasta los 24,5 millones.

Eso las grandes empresas, pero también en las más pequeñas anida el espíritu innovador. Es el caso de Hijos de Manuel Picó, cuyo gerente, Manuel López, señala que, junto a los turrones artesanales de toda la vida, entre los que destaca uno que se lanzó hace tres años en el 250º aniversario de la compañía, comparten catálogo los elaborados con chufa y azafrán. Asimismo, la empresa está presente en tiendas de aeropuertos y estaciones de servicio.