PERFIL

Alicia Asín, la gurú de los sensores que conectan el mundo

"Vivimos una crisis de confianza en todas nuestras instituciones muy peligrosa para la democracia", afirma la ingeniera zaragozana

Alicia Asín.

Alicia Asín. / 'activos'

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Hay personas que focalizan todo su ser en sacar adelante el proyecto de fin de carrera. Sin distracciones y posibles sueños del futuro laboral. Pero no fue el caso de Alicia Asín (Zaragoza, 1982). A sus entonces 22 años, esta aragonesa preparaba con ahínco su trabajo de fin de curso de la Ingeniería Informática que cursaba en la Universidad de Zaragoza mientras diseñaba los cimientos de Libelium, la start-up con la que desarrollaría sensores para ciudades inteligentes. Dos años después, en 2007, con 3.000 euros y el diploma universitario bajo el brazo, nació su proyecto de la mano de su todavía socio David Gascón. Más tarde, en 2011, Asín completó su currículo con una formación del ESADE Business School y del Cambridge Judge Business.

Aunque ha fijado su sede en su ciudad natal, sus sensores han dado la vuelta al mundo: están en 120 países y se dirigen a todo tipo de situaciones. En Nicaragua la empresa diseñó un control predictivo de erupciones del volcán Masaya; en Ecuador sus sensores ayudan a reducir la contaminación acústica en la ciudad de Cuenca y en Alaska colaboran en la protección y conservación del hábitat de las ballenas. Los dispositivos de Libelium han viajado hasta Japón, donde los detectores de radiación inalámbrica ayudaron a recabar información sin mediación humana poco después del desastre de la central nuclear de Fukushima.

Asín lo ve claro: la tecnología es una herramienta más para devolver el control a los ciudadanos y mejorar su calidad de vida. "Vivimos una crisis de confianza en todas nuestras instituciones bastante peligrosa para nuestra democracia", lamenta. Cree en una sociedad donde las personas se acostumbren a exigir una mayor rendición de cuentas a sus gobernantes, una mayor transparencia y una mayor justificación de todas las decisiones basadas en datos. Y, por supuesto, estos pilares surgen de las propias personas. "No deberíamos esperar o confiar todo a la regulación, sino que debemos madurar digitalmente como sociedad y tomar nuestras propias decisiones", señala. 

Hoy por hoy, los datos tienen dos caminos: la sociedad de la vigilancia o aquella que utiliza la tecnología de forma más responsable y menos invasiva. "No debería ser una justificación para poder invadir la privacidad de todo el mundo", subraya la ingeniera. Usada para bien, la información que todos generamos continuamente sirve para mejorar el bienestar común. Por ejemplo, para gestionar el tráfico de los aparcamientos de una manera inteligente, para monitorizar el comportamiento de las personas con destinos turísticos y para medir la contaminación de una ciudad. 

Su último proyecto se sitúa en Cartagena, donde Libelium ha creado un gemelo digital que simula una zona de bajas emisiones para estudiar la aplicación de diferentes medidas. «Esto nos permite que las inversiones se hagan de una manera mucho más inteligente y que la ciudadanía esté mucho más informada desde el primer momento», asegura.

Brecha de género

Asín ha sido reconocida, entre otros galardones, con el Premio Nacional de Jóvenes Empresarios en 2014 -primero de este tipo concedido a una mujer-, con el Premio de Nacional de Informática en 2016, el premio Mujeres Innovadoras de la UE y el Premio Rey Jaime I al Emprendedor, ambos en 2018, pero todavía se considera una "rara avis" en el sector por su género. "Cuando lanzamos procesos de selección, en muchos casos el 100% de las candidaturas recibidas son de hombres", lamenta. 

Discrepa cuando se habla de una mayor presencia femenina en las carreras científicas y tecnológicas y habla desde el conocimiento de tener a su cargo a dos niñas pequeñas: "Tal vez estamos haciendo un mejor trabajo en las niñas de 10-11 años y lo que pasa es que veremos su reflejo dentro de otros 10 años". La ingeniera se entristece al hablar de este tema: "En la inmensa mayoría de las reuniones a las que acudo, la mayor parte de las personas son hombres". 

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Faltan mujeres con titulaciones técnicas que más tarde sirvan de espejo para los más pequeños. "En las carreras técnicas estamos viendo paradójicamente una recesión de interés por parte de la juventud", añade. Y si las mujeres se autodescartan, no podrán acceder a posiciones de mayor responsabilidad y mejor retribución. "Aún tenemos que saber qué pasa cuando los liderazgos son mayoritariamente femeninos", afirma.

En contra de las cuotas

La ingeniera zaragozana no está a favor de que haya cuotas en las empresas. Es más: defiende el talento y la meritocracia por encima de todo, pero sí ve interesante que existan a la hora de evaluar a los finalistas en los procesos de selección. Por ejemplo, si se opta por seis hombres para los seis puestos de un comité, que exista una oportunidad real para cada una de las candidaturas que evalúe al mismo número de hombres que de mujeres. "Por lo menos sabremos que no ha sido por comodidad, por tirar de la libreta de contactos, ya que, si los que evalúan son hombres, apuntarán a más hombres", desarrolla.