AGRICULTURA

La huerta de Europa, en pie de guerra

Un grupo de jornaleros recolectan melón en una plantación del Campo de Cartagena

Un grupo de jornaleros recolectan melón en una plantación del Campo de Cartagena / Iván Urquízar

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Los vaivenes climáticos, los costes de producción, las facturas energéticas, la escasez de agua y la entrada de alimentos de terceros países. La huerta de Europa ha atravesado unos años haciendo frente a numerosos obstáculos mientras procuraba no perder protagonismo en los mercados internacionales. Pero las empresas agroalimentarias de la Región de Murcia afrontan ahora un cambio de tendencia en las exportaciones, marcadas por una mayor volatilidad en las producciones a causa de los gastos económicos y las condiciones meteorológicas, y por una oferta que se ha reducido frente a una demanda que está estabilizada. Ambos factores obligan a los agricultores a ajustar producciones para no perder mucho dinero ante imprevistos.

Los fenómenos meteorológicos extremos que ha padecido el campo murciano, con varios episodios de granizo, olas de calor y numerosas heladas en el último año, han derivado en una reducción de las cosechas y, por tanto, en una menor salida de productos hacia el extranjero. Pimientos, lechugas, brócoli, melones y sandías, que abastecen a los supermercados británicos y alemanes, han sufrido las consecuencias del cambio climático.

La vista está puesta ahora en cómo influye la falta de agua en un territorio árido mermado por la sequía. Esto ha obligado a recortar plantaciones en comarcas como el Campo de Cartagena y el Valle del Guadalentín, y a trasladar producciones a otras zonas de España donde las sociedades mercantiles tienen aseguradas el riego, como Andalucía. Varias comunidades de regantes han registrado problemas en el suministro de agua en una cuenca del Segura que está al 23% de su capacidad.

Tendencia regresiva

Las firmas agrícolas exportaron el año pasado casi 2,7 millones de toneladas de frutas y hortalizas, cuando en el anterior la cifra sumó otras 300.000 toneladas más, según datos de la patronal española de empresas exportadoras Fepex. La tendencia regresiva se marca desde hace tres años, tras un 2020 (año de la pandemia) de récord en las ventas al exterior. Ese descenso en las toneladas viene causado por una menor producción generalizada en el sureste español, reconoce Fernando Gómez, director general de Proexport, que aglutina a las compañías exportadoras del sector primario murciano. Sin embargo, apunta a que la facturación no ha perdido terreno ya que los costes de producción, al alza desde la guerra en Ucrania, se han tenido que trasladar "al menos parcialmente al precio en origen" de los alimentos. 

Esta consecuencia de cubrir los altos costes ha terminado por ser "un arma defensiva para lo que podía haber sido la pérdida de rentabilidad en el campo y el cierre de muchos negocios", afirma Gómez. Por su parte, Santiago Martínez, presidente de la federación de cooperativas agrarias Fecoam, considera que se ha logrado hacer frente al incremento de los abonos o al encarecimiento del suministro de agua, con un trasvase Tajo-Segura donde se aplican recortes de hectómetros cada mes y una mayor dependencia de la desalación, un recurso más caro.

En el pasado ejercicio, las exportadoras rozaron los 3.000 millones de euros en agroalimentación, mientras que en los seis primeros meses de este año las cifras mejoraron al rebasar los 2.000 millones. A nivel nacional, estas operaciones comerciales abarcan el 26,87% de todo lo que se ha facturado en España con las ventas al extranjero.

Las empresas exportadoras rozaron los 3.000 millones de euros en agroalimentación en el pasado ejercicio

Si nos centramos en Europa, y sin contar con el Reino Unido, las operaciones comerciales en la primera mitad de 2023 representaron el 46% de las toneladas vendidas, con un balance económico de 1,78 millones de euros, según las estadísticas de la Consejería de Agricultura de Murcia. Alemania, Francia y los Países Bajos son los principales clientes. 

En la pasada campaña de invierno, las comercializadoras británicas no aceptaron los precios de venta (afectados por la inflación) que pusieron encima de la mesa las empresas murcianas. El resultado fueron unos lineales vacíos y una crisis que obligó a actuar al Gobierno británico. Martínez remarca que el mercado hortofrutícola europeo ha entrado en un comportamiento muy estable con las empresas del sector en Murcia, quienes programan ahora los cultivos "con mayor certidumbre" y se trabaja conjuntamente con los clientes europeos.

Normalidad pero con cautela 

Proexport también cree que hay "normalidad" en las relaciones comerciales, pero "con mucha precaución". El comercio exterior "le ha dado más valor al factor aprovisionamiento" que ofrece Murcia frente a una competencia de terceros países que solo tiene a favor el bajo coste. Esto otorga una imagen positiva a la agricultura regional: "Los mercados europeos juegan con distintos proveedores de Turquía, Marruecos, Senegal, Brasil y Egipto. El producto europeo está desprotegido. Pero quien trabaja con una empresa murciana sabe que puede comprar de forma continuada frutas y verduras en distintos calendarios", afirman. 

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El deterioro del Mar Menor, que encontró en la actividad agrícola su principal fuente de contaminación, causó hace años un terremoto en el sector primario y en sus relaciones con el mercado internacional. Las empresas "tuvieron que sobreponerse al impacto de una crisis ambiental como nunca se había hecho en otra parte del mundo", incide Gómez: "Todos entonamos el mea culpa, pero también hay que reconocer los avances".

La patronal agraria explica que los supermercados europeos, al encontrar en Murcia sus principales proveedores, tienen equipos de calidad y de control de las prácticas agrarias que certifican los productos: "Ellos son los primeros interesados. Nuestros problemas son sus problemas". Ahora, asegura que los grandes lineales del Viejo Continente han aumentado sus compras por la seguridad de los alimentos murcianos.