610,8 km

No caer en la trampa del terrorismo

Israel es una isla de libertad y progreso en un área donde no se respetan derechos básicos. A Hamás hay que combatirlo, pero nunca a costa de los ciudadanos inocentes

2
Se lee en minutos
La ciudad de Rafá (Franja de Gaza) durante bombardeos israelíes.

La ciudad de Rafá (Franja de Gaza) durante bombardeos israelíes. / ABED RAHIM KHATIB/DPA

No salieron a manifestarse contra el dictador Vladimir Putin cuando invadió Ucrania. Tampoco salieron a manifestarse a favor de las mujeres iraníes, que ansían vestirse como les dé la gana porque no pueden disfrutarlo en su país. Les importa un bledo que países como Cuba o Venezuela no respeten los derechos humanos básicos de reunión y libertad de expresión. Seguro que tampoco se manifestarán nunca contra dictaduras como la norcoreana. Por supuesto, cuando el terrorismo de Hamás asestó el trágico golpe a Israel, les dio absolutamente igual. En el fondo y en la forma, tampoco les preocupa el terrorismo, sea del corte que sea. Siempre tienen la excusa para decir: «por algo será». Y, sin embargo, que puedan manifestarse a favor o en contra de lo que quieran es uno de los grandes éxitos de nuestras democracias.

La tragedia de los acontecimientos de Oriente Próximo genera temor por la implicación religiosa y la historia que hay detrás de las poblaciones que viven y han vivido al otro lado del Mediterráneo. A diferencia de lo que ocurre en Europa Central, donde a nadie en Alemania, por poner un ejemplo, se le ocurre hoy reclamar Prusia Oriental (cuya capital fue Königsberg, actualmente la Kaliningrado rusa), las fronteras en Palestina siguen siendo motivo de discusión. Que la población de origen judío, cristiana y árabe pueda unirse y vivir en paz y progreso, en un gran territorio que comprendiera la actual Israel, Gaza y Cisjordania, es una utopía que no lograremos ver. Los tratados de paz habidos hasta la fecha han acabado en papel mojado. Demasiados intereses económicos, contiendas inciviles sectarias y regímenes autocráticos/dictaduras existen alrededor de esos territorios. 

Las guerras generan monstruos. En nombre de la libertad de defenderse pueden cometerse atrocidades. Con tal de acabar con el nazismo, la segunda guerra mundial padeció los bombardeos aéreos sobre Dresde y otras ciudades alemanas, más las vejaciones que el ejército soviético realizó sobre la población civil alemana cuando arrasó su país. Sigue estremeciendo cualquier testimonio sobre las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. ¿Pudo volver a dormir tranquilo el presidente de los EEUU, Harry Truman, tras haber dado la orden? Hay límites.

Noticias relacionadas

¿Qué pedimos actualmente las sociedades occidentales, nuestras democracias liberales, cuando nos tenemos que enfrentar al terror? Aunque la sed de venganza pueda ser difícil de superar, no hay que ponerse nunca al nivel de los terroristas. Estados Unidos cometió graves errores tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 hoy reconocidos hasta por su actual presidente, Joe Biden.

Israel es una isla de libertad y progreso en un área donde no se respetan derechos básicos. De hecho, la propia existencia y supervivencia del país es un milagro del que todos deberíamos alegrarnos. A Hamás, flaco favor hace al pueblo palestino, hay que combatirlo, pero nunca a costa de los ciudadanos inocentes. Hamás quiere el caos, provocar a Occidente, y buscar complicidades entre estos manifestantes que siempre vivirían más libres en Tel Aviv que en Teherán.