El trasvase de empresas catalanas a Aragón se detiene por primera vez desde el 1-O

El trasvase de empresas catalanas que recalan en Aragón ha tocado fondo, al menos de momento. Más de 650 compañías han tomado este camino en los últimos ocho años, el triple de las que lo hicieron en dirección inversa. La fuga fue especialmente intensa a raíz de la tensión política y social que generó el independentismo en la comunidad vecina con el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. La tendencia, sin embargo, se ha neutralizado aparentemente, según las estadísticas más recientes. El saldo de compañías que se mueven de un territorio a otro en ambos sentidos sale incluso a favor de la región mediterránea en el primer semestre de 2023. Aunque esta propensión sea muy tímida es algo inédito desde el inicio del procés.

En concreto, en los seis primeros meses del año fueron 21 las sociedades mercantiles catalanas que trasladaron su sede social a la comunidad aragonesa, pero hubo otras 25 que tomaron el rumbo contrario. De esta manera, el balance arroja una ganancia de cuatro negocios a favor de Cataluña. Los datos vienen recogidos en el Estudio sobre Cambios de Domicilio de los dos primeros trimestres, publicado recientemente por la consultora Informa D&B, filial de Cesce.

Al margen del análisis frío de los números, también se detecta que algunas de las compañías catalanas que decidieron moverse al territorio aragonés en el momento más convulso del proceso independentista, por la situación de incertidumbre política e inseguridad jurídica que se generó, han vuelto a situar sus domicilios en sus lugares de origen durante los últimos meses. Uno de lo casos más significativos es el de Destilerías MG, que ha regresado a tierras barcelonesas, de donde se fugó en 2018 a raíz del procés. La sede social del fabricantes de licores se estableció hace cinco años en un local sito en la calle Joaquín Costa de Zaragoza en plenas turbulencias y ahora ha vuelto a Vilanova i la Geltrú, donde nació en 1835.

En los últimos ocho años y medio, un total de 657 compañías catalanas se han mudado a Aragón, más de las mitad de ellas (336) en solo dos ejercicios, 2017 y 2018, el periodo más conflictivo de la crisis política abierta por la tensión independentista. El camino contrario lo han emprendido algo más de 200 sociedades en el citado periodo.

La oleada de empresas catalanas que mueven su sede social a la tierra de Goya y Buñuel ya dio síntomas de haberse desinflado el pasado año. En 2022 fueron 45 las que lo hicieron, tan solo nueve más que las 36 que lo hicieron en sentido opuesto. En los años anteriores este saldo en favor de la parte aragonesa era mucho más abultado. En 2021, por ejemplo, fueron 59 las que vinieron de la región mediterránea y 38 la que se fueron para allí.

Las razones de la deslocalización de firmas catalanas a Aragón —sobre todo, a Zaragoza y Huesca— de los últimos años no obedece solo a razones derivadas del conflicto secesionista. El principal factor que empuja estos traslados son las mayores trabas burocráticas que los empresarios dicen encontrar en la vecina autonomía frente a las facilidades administrativas que aseguran encontrar en las autoridades aragonesas. Así lo concluye un estudio encargado por las principales instituciones de Lérida, realizado por la universidad de esta provincia y la Pompeu Fabra (UPF). La disponibilidad de suelo.

Aragón bloquea su particular fuga de negocios

Otra de las conclusiones de los últimos datos sobre cambios de sedes empresariales es que Aragón frena la fuga de negocios que sufrió el pasado año, cuando fue la segunda comunidad más penalizada por estos movimientos tras Cataluña, con un saldo negativo de 67 compañías (se fueron 213 y llegaron 146). En el primer semestre de 2023, el balance es también deficitario pero tímidamente, con una pérdida de siete firmas (se marcharon 79 y vinieron 72).

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Madrid es, desde hace años, el principal destino de las empresas que han decidido llevarse su sede de Aragón, atraídas principalmente por la menor carga fiscal de la que hace bandera la región central. Esta tendencia, sin embargo, se ha invertido en el primer semestre del año, ya que hubo dos empresas más que vinieron de la capital del reino que las que se fueron a este destino (30 frente a 28). 

En cualquier caso, los expertos consultados por este diario restan valor de los cambios de sedes sociales por las limitadas implicaciones que tienen a efectos económicos, salvo que esos traslados afecten también a centros productivos o domicilios fiscales.