RURAL

Minifundismo y abandono rural abocan a 600.000 dueños de montes a no explotarlos

Solo el 11% de propietarios vende madera con regularidad

La fragmentación del suelo limita la rentabilidad

Los expertos piden intensificar fórmulas para agrupar los terrenos

Un trabajador participa en la tala de un gran eucalipto en O Morrazo.

Un trabajador participa en la tala de un gran eucalipto en O Morrazo. / SANTOS ÁLVAREZ

4
Se lee en minutos

Cada cierto tiempo, Carmen bromea con su hijo sobre la “chousa” que mantiene a medias con su hermana Rosa, heredada tras la muerte de su padre. Se trata de una finca con pinos en un monte a unos pocos kilómetros de Malpica a la que ninguna de las dos sabe llegar. Necesitan ir con uno de sus cuñados, que sí conoce la zona. Hace una década vendieron los árboles que estaban ya plantados, pero renunciaron a plantar de nuevo porque una vive en A Coruña y la otra en Canarias y tampoco obtuvieron mucho dinero que las incentivase a explotar ese terreno, que, por otra parte, es muy pequeño. Su superficie es de 0,6 hectáreas y lograron menos de 2.000 euros cada una.

Una situación similar viven alrededor de 600.000 gallegos con propiedades forestales que no explotan la madera de sus parcelas. La comunidad cuenta con al menos 680.000 dueños de este tipo de terrenos en sus 1,4 millones de hectáreas arboladas, pero la Xunta calcula que solo 80.000 (11,7%) los explota de manera regular, según consta en la documentación del proceso abierto por la administración para tratar de impulsar la venta de aire limpio como una fórmula de ingresos adicional. “Se trata de dueños de parcelas aisladas, que supondrían una potencial fuente de ingresos si fuesen dedicados a la inscripción de proyectos sumidero de compensaciones de emisiones de CO2”, indica la Vicepresidencia Segunda y Consellería de Medio Ambiente, que impulsa ese proyecto para que los dueños vendan el potencial aire limpio generado por sus montes a empresas que quieran compensar su huella de carbono.

Esta situación refleja el estado del monte gallego y de la sociedad actual, marcada por la dispersión, el envejecimiento y el minifundismo, pues la superficie media de los propietarios es de 1,6 hectáreas fragmentadas en seis parcelas. “La inmensa mayoría de los propietarios de superficies forestales tienen una superficie muy pequeña y, además, no en una única finca, sino fragmentadas en muchas, muchas de las cuales tienen también problemas de acceso. Y eso es lo que lleva a no haya una explotación forestal, un aprovechamiento económico”, explica Edelmiro López Iglesias, profesor del grupo de Economía Agroalimentaria y Medioambiental, Desarrollo Rural y Economía Social de la Universidade de Santiago y ex alto cargo de Medio Rural en la Xunta bipartita PSdeG-BNG (2005-09). “La extensión que tienen es tan pequeña que no permite un aprovechamiento económicamente rentable”, resume.

Negocio de jubilados

Esta situación está ligada también al abandono del rural y al gran número de propietarios desconocidos de fincas, debido a las herencias y la emigración, así como al envejecimiento del campo, que afecta, por ejemplo, a las comunidades de montes, integradas por personas de avanzada edad normalmente. De hecho, la mitad de propietarios que explotan el monte en Galicia son pensionistas, que complementan sus ingresos con esos recursos. Solo el 3% se encuentra por debajo de los 35 años, según un estudio del Instituto Galego de Estatística.

¿Cuál es la solución? “Necesitas identificar la propiedad y después lograr que se pongan de acuerdo o bien forzar un poco para que lo hagan”, propone López Iglesias, que aplaude los intentos de la Lei de Recuperación da Terra Agraria aprobada en 2021, que contempla instrumentos para favorecer la agrupación de tierras o crear agrupaciones para gestionar de forma común esas parcelas. “La vía será que funcionen esas fórmulas”, resume antes de reclamar dar un paso más para explotar esa opción. Una opción pasaría directamente por las expropiaciones.

Mediante las vías previstas en esa legislación, la Consellería de Medio Rural ha logrado recuperar en dos años 10.000 hectáreas y prevé movilizar otras 14.000 mediante el fomento de los castaños. A mayores, ha propiciado la concentración parcelaria de más de 42.000 hectáreas para favorecer precisamente la competitividad agraria, luchar contra el abandono del rural y mitigar el riesgo de incendios.

Galicia experimenta una paradoja. Cuenta con 1,4 millones de hectáreas arboladas y una potente industria del mueble, así como un sector de la madera que se acerca ya a los 3.000 millones de euros de facturación anual. Sin embargo, su potencial “no se está aprovechando”, lamenta Edelmiro López Iglesias, que pone el acento en que eucalipto y pino concentran la mayor parte de cortas, obligando a la industria del mueble a importar madera de calidad del exterior.

“Se está dando el caso paradójico de que la industria del mueble gallega para maderas de calidad necesita importar fuera de España gran parte de las materias primarias y, al mismo tiempo, se acumulan aquí montes, sobre todo en la mitad oriental, con cada vez más volumen de madera de carballo, principalmente”, apunta este experto.

Frondosas

Noticias relacionadas

Y es que los carballos y las frondosas se están aprovechando poco. De hecho, el 20% de estos terrenos se encuentran abandonados y se corta menos del 15% del crecimiento anual que producen estos bosques. Además, el principal aprovechamiento de los mismos es la leña para consumo propio o venta, según datos del inventario forestal realizado por la Xunta.

El problema de la falta de calidad es que se explota comercialmente esos montes. “Gran parte de la madera de carballo o castaño procede de árboles que crecieron en estos terrenos de forma espontánea y tampoco es madera que reúna características para después cortar y llevar a un aserradero para lograr tablas largas y derechas”, explica López Iglesias.