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Codorníu paga la uva hasta un 40% más cara para compensar los efectos de la sequía

Sergio Fuster, CEO del grupo, indica que se trata de un "plus excepcional" que se compensará "con otras eficiencias internas" para no trasladar el incremento al consumidor

La primeras estimaciones indican que la falta de agua y las altas temperaturas pueden provocar descensos en la vendimia de hasta el 40%

Imagen del recinto de Codorniu.

Imagen del recinto de Codorniu.

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La falta de lluvias y las altas temperaturas son dos los principales problemas a los que se enfrenta el sector vitivinícola actualmente. Sin ir más lejos, el último mes de julio ha sido el más cálido desde que existen registros. Una tendencia que hace tiempo que se arrastra y que hace mella en la vendimia. La falta de agua provoca una disminución en la cantidad de uvas producidas, así como un deterioro en su calidad.

Ante la previsión de una nueva vendimia complicada por la sequía que afecta a la zona, el grupo Codorníu ha comunicado hace escasas horas a los viticultores del Penedès, con los que tiene acuerdos plurianuales, que comprará la uva entre un 32% y un 40% más cara, en función de la categoría. Lo que desde la empresa han llamado "plus de sequía excepcional" se concreta en un aumento del 36,8% en el precio de la uva ecológica de guarda, que pasará de 0,44 euros el quilo a 0,60 euros; un 32,5% más en el precio de la uva ecológica guarda superior, que pasará de 0,51 euros el quilo a 0,67 euros el quilo; y del 40% más en la uva ecológica de guarda superior selección especial, que se pagará a un euro el quilo.

Sergio Fuster, CEO de Codorníu, ha explicado a 'activos' que justo hace un mes presentaron "una nueva arquitectura de contratos con los viticultores para los próximos tres años, y sobre esta nueva propuesta se ha decidido aplicar un plus excepcional para paliar los efectos de esta vendimia. Las siguientes no sabemos como serán. Hemos querido dar un paso adelante para seguir apostando por lo que siempre hemos predicado: el valor del cava y su calidad".

Esta iniciativa, indica el director general, se hace a costa de buscar "otras eficiencias internas dentro de la casa", ya que "no podrán trasladarse estos incrementos en los precios al consumidor". Y a esto se le suma que las primeras estimaciones apuntan "a un descenso de la producción de hasta un 40%".

En esta línea, Fuster argumenta que dentro del cava "lo más importante es la uva". "Hay que empezar a apostar por ella -insiste- y buscar eficiencias en otros procesos". Y es que el CEO de Codorníu admite que, sin poder predecir si los próximos años serán tan severos, "la tendencia es clara". "El año pasado la vendimia ya no fue ideal y parte de la consecuencia de esta sequía se verá trasladada al año que viene. Pasé lo que pasé en los próximos meses en cuanto a lluvias, la situación de partida es que la tierra está ya muy seca. No sé si el futuro será mejor o peor pero hay que empezar a pensar en trabajar diferente", indica.

No obstante, considera que, al final, "es una gran oportunidad para revalorizar el cava". "La escasez siempre genera deseo y revalorización, pero es importante que esto ocurra con sostenibilidad social. Apostamos por la comunidad, por el ecosistema y por la calidad. Queremos que los agricultores vean a Codorníu como sinónimo de apuesta por el valor", asegura.

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Codorníu es el primer gran productor que hace un movimiento de este tipo y los agricultores han recibido la noticia "de manera muy positiva y con alegría". Algunos fabricantes de menor dimensión se han pronunciado en la misma línea, aunque falta por ver qué harán otras grandes compañías. A principios de julio, los sindicatos Unió de Pagesos, Jóvenes Agricultores y Ganaderos de Cataluña (JARC) y la Asociación Viticultors del Penedès hicieron un llamamiento a los viticultores para no vender la uva a precios que no fueran justos con la coyuntura actual.

El 2,5% del producto interior bruto (PIB) de España depende de la agricultura, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística. Representa prácticamente el doble de la media de la Unión Europea. De hecho, si hablamos del sector agroalimentario en su conjunto, en el que se incluyen también la elaboración, el procesamiento y la transformación de alimentos, su peso en la economía española asciende hasta el 9,2%, de acuerdo con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.