ENTREVISTA | PRESIDENTE DE LA UNIÓN INTERNACIONAL DE QUÍMICA PURA Y APLICADA

Javier García: "La gran oportunidad para el hidrógeno verde no está en el transporte, sino en la industria química"

El catedrático de la Universidad de Alicante afirma que "no es cuestión de que sea factible o no abandonar los combustibles fósiles, es que es urgente y hay que tomar medidas"

El presidente de la Unión Internacional de Química, Javier García, durante la entrevista.

El presidente de la Unión Internacional de Química, Javier García, durante la entrevista. / HÉCTOR FUENTES

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Javier García, presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada y catedrático de la Universidad de Alicante. Considera urgente actuar para frenar el cambio climático con todas las tecnologías a nuestro alcance, aunque advierte de las distorsiones que generará esta transición. Cree que España no debe limitarse a producir energía verde para otros y que debe utilizarla para potenciar su industria. 

-¿Qué papel debe jugar la química en la transición hacia una economía más sostenible?

La química es una gran joya que tenemos en nuestro país. Hablamos de más de 700.000 empleos y el 5,5% del PIB nacional. Es el segundo sector industrial más importante de España, somos líderes en exportación y tenemos una larga tradición de científicos en este campo. Por eso creo que ahora mismo existe una gran oportunidad para España porque, como digo muchas veces, no hay economía circular sin química circular. Al fin y al cabo, ¿en qué consiste esta promesa del desarrollo sostenible? Pues en que todo lo que produzcamos se reutilice, y eso solo es posible si, cuando diseñamos moléculas y procesos, lo hacemos de forma sostenible desde el principio. Le pongo un ejemplo: generamos muchísimos plásticos que son muy difíciles de reciclar porque son muy variados y porque no hay nada en su estructura que ayude a cortarlos; ahora lo que se está haciendo son plásticos que tienen puntos de ruptura para que, una vez utilizados, se puedan desensamblar, recuperar los monómeros -que son los ladrillos de los plásticos- y hacer plástico virgen. Es un ejemplo de cómo, diseñando desde el principio las moléculas, es más fácil recuperarlo todo.  

-¿Estamos realmente a tiempo de frenar el cambio climático? 

Todos los estudios dicen que probablemente no vamos a llegar [al objetivo de limitar el calentamiento global] a los 1,5 grados de los acuerdos de París y eso nos pone en una situación de emergencia climática. Es decir, episodios de clima extremo, que ya son una realidad, temperaturas que baten récords todos los años, sequías, incendios... Mi preocupación es que tenemos, por un lado, una urgencia, un problema que tenemos que resolver inmediatamente y, a la vez, tecnologías que se están desarrollando y que tenemos que implementar lo antes posible, lo que significa que, probablemente, habrá muchas ineficiencias económicas. Es decir, si hay que cambiar el sistema de suministro de combustibles, porque ahora vamos a utilizar hidrógeno, por ejemplo, aparte de que la tecnología esté más o menos preparada, eso supone enormes inversiones para cambiar la forma en la que nos transportamos, los motores de los coches, toda la infraestructura...

-Es decir, que esta transición energética va a tener que ir acompañada por fuerza de ayudas públicas.

No solamente, esa no es la preocupación. Por supuesto, para implementar las renovables hace falta dinero, pero también hace falta regulación, hacen falta prohibiciones o gravámenes a tecnologías que no queremos. Hay una intervención, que ya sé que es una palabra un poco fuerte porque es la que se utiliza en los países de economía planificada, pero me refiero a que es un cambio que opera fuera de las reglas del mercado, al menos en parte, y eso va a generar ineficiencias, que es peor que el hecho de que nos cueste dinero. Pero es que hay que hacerlo. Mire, podemos dejar que la energía y el medio ambiente funcionen por reglas del mercado, pero hemos visto que eso no nos lleva por un buen camino, o podemos intervenir, pero intervenir supone ineficiencias y apostar por tecnologías que probablemente no estén preparadas o no sean las que el mercado hubiera elegido. Eso va a crear un montón de distorsión y creo que no se ve en el debate. El debate está en la subvención, en si va a costar dinero, pero es un debate más grande.

-¿Es factible abandonar ya los combustibles fósiles?

No es que sea factible o no, es que es urgente y, por lo tanto, hay que tomar las medidas para que esto ocurra. ¿Cómo lo podemos hacer con inteligencia? Pues no haciéndolo en todos los sectores de la misma manera, sino centrándonos primero en aquellos en los que sea más fácil o ya hayamos comenzado a hacerlo. 

-¿Qué peso va a tener el hidrógeno verde en esa transición?

No puedo hacer predicciones, pero lo que sí sé es que vamos a necesitar todas las soluciones, todas las tecnologías, porque el cambio es monumental. Normalmente, cuando hablamos de hidrógeno verde, la mayoría piensa en el transporte, pero la gran oportunidad del hidrógeno no está en el transporte, sino en la industria química, en los grandes procesos como, por ejemplo, la síntesis de amoniaco, los fertilizantes. El amoniaco se hace con hidrógeno que en estos momentos proviene del petróleo o de combustibles fósiles, y la gran oportunidad es utilizar un hidrógeno verde para todos estos procesos de transformación. Ahí es donde realmente podríamos tener una captación de mercado de casi el 100%, porque en el transporte tenemos muchas más alternativas. No digo que el hidrógeno no pueda jugar también un papel en el transporte, pero donde realmente está la oportunidad es en los procesos químicos. 

-¿Considera que se trata de una tecnología madura?

El hidrógeno plantea muchos retos. Es cierto que puede generarse con agua y luz solar, pero también requiere de platino y otros elementos muy escasos, que son difíciles de sustituir por alternativas más abundantes. Por lo tanto, sí, es renovable desde el punto de vista general, pero, cuando uno va al detalle y ve qué elementos son los que finalmente rompen la molécula de agua y generan el hidrógeno, son elementos como el platino, que no son muy abundantes. Y luego, en el almacenamiento, hay algunas alternativas, pero energéticamente son muy costosas y las pérdidas son bastante rápidas. Por supuesto que también tiene ventajas. Hablamos de producir energía generando únicamente agua como residuo, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de la promesa que eso supone. 

De su respuesta, entiendo que no la ve madura...

Pero es que no estamos apostando por tecnologías por el hecho de que estén maduras o porque sean rentables, sino porque necesitamos urgentemente dejar de utilizar combustibles fósiles. ¿Cuál es la tecnología madura? La gasolina. Pero es que tenemos una urgencia climática, necesitamos todas las tecnologías y yo estoy muy a favor del hidrógeno.

"La IA va a ser fundamental para la ciencia"

-¿Qué proyectos destacados tienen en la Unión Internacional de Química?

Estamos financiando 180 proyectos internacionales, pero, si tuviera que destacar uno, sería la creación de un nuevo lenguaje químico para las máquinas. La inteligencia artificial (IA) está siendo y va a ser una herramienta fundamental para el descubrimiento científico, para ayudarnos a dar sentido a esa enorme cantidad de datos y de artículos que se publican todos los años. Es buenísima en reconocer patrones, que son clave para entender ese maremágnum de conocimiento que se genera en millones de publicaciones. Y lo que estamos haciendo es crear un lenguaje para que las máquinas puedan nombrar todas las cosas, porque el que usamos ahora no es claro para ellas.


-¿Cómo es ese lenguaje?

Se llama Inchi [International Chemical Identifier]. Son números y letras que codifican la composición, qué átomos existen, qué número de átomos hay, cómo están enlazados, etcétera. El objetivo es que, cuando publiquemos nuestros resultados, las máquinas sean capaces de entenderlos. Porque nosotros escribimos los artículos con un lenguaje que los humanos más o menos entendemos, pero que las máquinas entienden mal. Mire, cuando uno hace un experimento, pongamos que lee tres o cuatro artículos, intenta darle un poco de sentido, pero imagínese que, en lugar de leer cuatro artículos, puedes leer dos millones de artículos, te los reduce a un resumen y te puede proponer cómo hacer el siguiente experimento. Pero, para eso, las máquinas tienen que ser capaces de leer nuestros artículos. Es un reto enorme que solo un organismo como la Unión Internacional de Química puede hacer.

¿Qué opina de esos planes para convertir a España en una gran proveedor de energía para Europa, con la energía solar y el hidrógeno verde?

Sin duda, que España se convierta en una granja de electrones verdes para Europa es una gran oportunidad, porque pasaríamos de ser dependientes energéticamente a ser un exportadores de energías renovables. Pero eso requiere una planificación, ver cómo lo vamos a hacer, dónde se va a hacer y con qué tecnologías. Es decir, que no ocurra de una forma desorganizada. Pero el mensaje central que querría dar es que sería una pena que vendiéramos electrones verdes a otros países para que ellos pusieran el valor añadido, para que ellos hicieran la transformación y realmente la mayoría de dinero no se quedara en España. ¿Cuál es la oportunidad? La oportunidad es que España genere electrones verdes, pero, sobre todo, tenemos una enorme industria química en nuestro país que puede utilizar esos electrones verdes para ponerle el valor añadido. No podemos quedarnos en el principio de la cadena de producción y mandar solo la energía a Alemania o Francia para que ellos generen otros productos. Nosotros tenemos todas las capacidades, el talento y la industria para que los electrones verdes den valor aquí, en España. Le ponía antes el ejemplo del amoniaco verde. España es un gran productor mundial de fertilizantes. Si eso lo producimos ahora con electrones verdes, pues nos puede dar seguridad, porque no vamos a depender del gas natural de otros países para poder hacer fertilizantes y nos va a hacer más competitivos. 

Más allá del tema del hidrógeno, ¿cómo ve ahora mismo la situación de la investigación en España? 

Si uno mira los números, España es una gran potencia científica. En mi campo de investigación, la química, somos el país número 10 en citas, en número de artículos, digamos que estamos en Primera División. Pero cuando uno mira la inversión, estamos en Segunda B, se pone muy poco dinero. Por eso los científicos siempre pedimos más, porque vemos lo bien que se hace con tan pocos recursos y la oportunidad que tendría España si realmente se pusieran más recursos en investigación. Y sobre todo habría que desprecarizar la investigación, quitarnos la idea romántica de que el investigador es casi como un misionero de la ciencia, alguien que tiene que tener una vida precaria y sacrificarse. No, es un empleo que tiene que estar bien pagado y bien considerado, si realmente queremos ser un país líder en ciencia. Y, luego, también necesitamos menos burocracia. Nos está comiendo. Hay una cantidad de papeles, informes, evaluaciones… Buena parte del tiempo del investigador lo gasta en el trabajo administrativo. Es un enorme problema. Ahora también preocupa mucho qué va a ocurrir cuando los fondos de recuperación, que han permitido la llegada de mucho dinero, se acaben. 

¿Aún hay un problema de falta de transferencia de conocimientos entre la universidad y la empresa?

En España son dos mundos separados. Yo soy emprendedor, creé una empresa [Rive Technology, que vendió en 2019] y nunca lo he visto como sectores diferentes. Pero la realidad es que los tiempos, la regulación, las vacaciones… Todo en la universidad es completamente diferente a la empresa y yo no veo que esta brecha vaya cerrándose. 

¿No hay conexión?

No la hay. Hay proyectos, hay oportunidades, pero esa brecha que hay entre la investigación y la empresa debe cerrarse porque, si no, los descubrimientos van a quedar en los laboratorios y no nos van a llegar a los ciudadanos. Por eso los países más desarrollados, los que mejor y más empleo crean, son aquellos en los que no hay separación. Por ejemplo, yo estudié muchos años en el MIT [Instituto de Tecnología de Massachusetts] y, cuando uno va allí, no ve la universidad por un lado y las empresas por otro. Hay un único campus donde están instaladas las empresas más punteras del mundo y están los laboratorios de investigación de la universidad. Las personas que hacen investigación van de un edificio a otro, a veces incluso de una planta a otra, y hay una fertilización cruzada y un único ecosistema. Aquí estamos muy lejos de eso.

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¿Las empresas invierten suficiente?

Bueno, si uno mira el Ibex del año 2000 y el de ahora, son las mismas empresas. En el resto del mundo esto no ocurre, ahora están Google, Facebook, Amazon y un montón de empresas tecnológicas que no tienen ninguna duda de que su futuro depende de la investigación. Y no de una investigación cualquiera, de investigación frontera, como la inteligencia artificial. Eso no ha ocurrido en España. Los sectores en que se basa la economía española siguen siendo los tradicionales.