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El precio de volver a andar

Los exoesqueletos del grupo vasco Gogoa Mobility se adhieren al cuerpo para recuperar movilidad. Pueden llegar a costar 115.000 €

Un paciente prueba un exoesqueleto de Gogoa Mobility Robots

Un paciente prueba un exoesqueleto de Gogoa Mobility Robots / 'activos'

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Irene Juárez

¿Es posible que una persona que ha perdido la movilidad en las piernas vuelva a andar? Lo fue para Isabel, de 50 años, que llevaba 5 en silla de ruedas por culpa de una lesión medular. También mejoró Pablo, de 55 años, que había tenido un ictus y solo podía caminar unos 200 metros arrastrando sus piernas, mientras que ahora alcanza los 2 kilómetros. E Ibai, de 23 años, que sufrió una grave lesión en el cuello mientras iba en bici. Él no podía mover los brazos, pero ahora es capaz de comer solo.

Son casos de éxito que se han logrado gracias al

uso de exoesqueletos, presume Carlos Fernández, CEO de Gogoa Mobility Robots, una compañía que los diseña -y encarga su fabricación a otras empresas también vascas-, los monta y los comercializa. Y, desde 2020, también los usa en sus dos clínicas de rehabilitación propias.

En 2015, tres ingenieros y un economista que tenían una consultora hicieron un estudio de mercado en Urola Garaia (Guipúzcoa), y se dieron cuenta de que la suya era "la comarca más envejecida del País Vasco y una de las más envejecidas de España". La gran afluencia de centros de día y residencias de ancianos daban prueba de ello. Además, desde la crisis de 2007, allí flaqueaba la industria tradicional del acero, pero "las capacidades tecnológicas del sector mecánico y tecnológico podían servir para fabricar asistencias técnicas para los mayores", que en aquel momento llegaban casi en exclusiva desde Japón y Estados Unidos. "Identificamos los exoesqueletos como una oportunidad de negocio", explica Fernández.

Viajaron hasta Boston con la intención de observar un mercado ya profesionalizado para dar por casualidad con los que, tres meses más tarde, serían sus socios: un grupo de investigación del Instituto Cajal de Madrid. Un médico italiano los presentó y, tras llegar a un acuerdo de ellos, ofrecieron a otras empresas de la comarca sumarse a la iniciativa, ninguna de las cuales quiso invertir. "Suele pasar", asume el CEO.

Siete años más tarde, Fernández reconoce que los meses de pandemia pasaron factura a su crecimiento, porque no pudieron dar a conocer su trabajo con normalidad. También destaca cierto reparo hacia el uso de esta tecnología por parte de la medicina. "Los médicos que se dedican a la rehabilitación tienen miedo de utilizar un robot en una persona. Una pastilla sí, pero al exoesqueleto todavía lo ponen en duda, cuando es totalmente seguro", sentencia. Así, "el mercado no evoluciona al ritmo previsto", admite el CEO. Desde que montaron la empresa han vendido 10 exoesqueletos, la mayoría en España.

En este contexto, lanzarse a abrir sus clínicas propias les permitió usar su producto y darlo a conocer, con el objetivo de generar un efecto llamada y para que otros profesionales se decidieran a dar el paso hacia el exoesqueleto. La empresa facturó el año pasado 1,4 millones de euros, 400.000 euros de los cuales provienen de estas clínicas. "Las abrimos como estrategia de venta de los exoesequeletos. Pero también son rentables en sí mismas", afirma.

El volumen de negocio es de 1,4 millones. En 2022 ha lanzado una ronda de financiación de 35 millones

Pensando en fomentar esta línea de actividad han iniciado una ronda de financiación escalable de 35 millones de euros. Su objetivo es abrir 20 clínicas de neurorehabilitación robótica en Europa, Estados Unidos y Asia, y franquiciar su modelo en los próximos años. "Cuando la gente ve una clínica que funciona, también quiere abrir una", asegura Fernández. Aunque todavía es pronto para dar detalles, casi cuatro meses después de lanzarla continúan pensando que es viable alcanzar su objetivo.

En cifras

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Un exoesqueleto de piernas fabricado por Gogoa Mobility Robots cuesta 115.000 euros, 46.000 si es para rehabilitar manos y brazos. Y tratarse en una de sus clínicas oscila entre los 6.000 y los 10.000 euros, dependiendo de la duración del tratamiento, que suele ser de entre tres y cuatro meses, con una intensidad de tres a cinco días por semana.

Sin subvenciones, todos los pacientes que llegan a la clínica son privados. Han firmado un acuerdo con Kutxabank para financiar las terapias hasta en 20 meses a un interés de entre el 3% y el 6%, pero todavía no se plantean rebajar los precios.