Empresa familiar

Cubiñá se reinventa: bate récord de facturación y se lanza al negocio 'on line'

La empresa, especializada en amueblar espacios profesionales, se ha propuesto conquistar clientes jóvenes mediante el negocio ‘on line’

El showroom de Cubiñá en la Casa Thomas de Barcelona

El showroom de Cubiñá en la Casa Thomas de Barcelona / 'activos'

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Irene Juárez

Cuatro son las generaciones que han estado sucesivamente al mando de Cubiñá, compañía familiar de fabricación y distribución de mobiliario de diseño que nació a finales del XIX, entonces con el nombre La Favorita. La empresa lleva más de un siglo operando desde Barcelona, y actualmente tiene su showroom de 1.500 metros cuadrados en la modernista Casa Thomas de la calle Mallorca. Bajo la dirección de Edgar Cubiñá, actual propietario que se incorporó en 2016, está a punto de batir récord de facturación. Prevén registrar 6 millones de euros, casi el doble de su histórico. 

La firma se ha especializado en amueblar espacios profesionales y corporativos tales como locales comerciales, hoteles, bares y restaurantes, pero también establecimientos de la administración pública. Y, aunque sus clientes particulares tienen un nivel adquisitivo medio alto, los establecimientos de hostelería que han amueblado son variopintos: "desde cafeterías de barrio hasta hoteles cinco estrellas, pasando también por los hoteles de carretera", explica Cubiñá.

El secreto del éxito de este año reside en el deseo de renovar las estancias donde las personas han pasado tantos días de encierro, fruto de la pandemia. En esta línea, ha influido también el hecho de que el turismo haya experimentado un crecimiento anormal este verano. "Ha habido alegría. La gente ha ahorrado, se ha comprado casas. Los inversores han adquirido edificios y apartamentos turísticos y los hoteles se han renovado", indica el director.

Con una demanda que va al alza, en Cubiñá notan la falta de componentes. "Todo es más caro, la logística es más complicada, los plazos de entrega se posponen porque las distribuidoras tienen problemas de acopio", dice. Pero, aunque considera que es un tema que hay que remediar, entiende también que la pandemia "nos ha enseñado a todos a tener paciencia".

El futuro de Cubiñá

El 80% de las ventas de Cubiñá proceden del público nacional. Dentro del cliente español, el 60% del negocio se realiza en Cataluña y, en ella, Barcelona tiene un peso de prácticamente tres cuartas partes. Edgar Cubiñá presume de haber amueblado allí el hall del hotel Vela, entre otros. Sin embargo, si nos fijamos en el origen de los productos, la cosa cambia. Distribuye unas 200 firmas de mobiliario, un 30% de las cuales son españolas, frente al 70% de internacionales, mayoritariamente francesas, italianas y alemanas.

Hoy, la empresa cuenta con una plantilla de 15 personas. De la familia, solamente queda Edgar en activo. De 45 años y sin descendencia, todavía es pronto para pensar en su sucesión, dice. Y tiene los ojos puestos en rejuvenecer su público. "Atacar al mercado on line", concreta, rebajando los precios hacia una gama media. "Si tienes que gastarte 800 euros en una silla, quieres venir a verla. Escoger los acabados. Pero si vas a gastarte 250, puedes comprarla por Internet". Así, el grupo Cubiñá quiere convertirse en una opción para jóvenes que escojan un mobiliario de mayor calidad, pero que estén dispuestos a pagar "un poco más".

Empresa "de siempre" 

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Cubiñá es una empresa consolidada. "De las de siempre. De aquí. Con trabajadores que no rotan, que se jubilan tras 40 años de carrera en la compañía", destaca Edgar Cubiñá. "Llevamos muchas marcas porque nos hemos ganado su confianza. Y eso facilita que lleguen más proyectos", insiste.

Tienen también un servicio complementario de fabricación a medida, que supone un 15% del volumen de negocio. Para ello cuentan con la colaboración de pequeños talleres de industriales y artesanos locales, con negocios a menudo centenarios. Por proximidad, pero también por su capacidad de realizar piezas únicas, encargos muy concretos. Según Cubiñá, eso no sería posible en grandes talleres, más enfocados a la producción en masa. Así, de una forma natural, apoyan a la industria local. "Necesitamos talleres flexibles, que se busquen la vida para realizar un encargo", destaca. "Y además les tenemos cierto cariño, claro".