CRÍTICA

‘La ciudad y sus muros inciertos’, de Haruki Murakami: una novela que no resta ni desborda nada

Esta novela, ampliación de una historia antigua del escritor japonés, cumple con los lectores 

El escritor japonés Haruki Murakami, autor de 'La ciudad y sus muros inciertos'

El escritor japonés Haruki Murakami, autor de 'La ciudad y sus muros inciertos' / EFE

Reseñar la última novela de Haruki Murakami (Fushimi-ku, Kioto, 1949) supone también responder a la pregunta: ¿cómo reseñar a estas alturas una novela de Murakami? En buena medida porque ocupa un espacio muy visible y poco poblado en la confluencia de la literatura y la cultura pop. Al fin y al cabo lo que vuelve tan graciosa su eterna nominación sin fruto al Premio Nobel es que se trata de un nombre conocido por todos, que flota lejos de los grandes novelistas de su tiempo y al mismo tiempo por encima del batallón de los escribidores de entretenimiento.

Y también porque Murakami es un novelista de fórmula, de una fiabilidad sin tacha a la hora de aplicarla, implacable a la hora de servir raciones de lo prometido, un profesional que jamás se permite un desvío ni incumple el compromiso con sus lectores.

La ciudad y sus muros inciertos, la «nueva novela de Murakami», amplia una historia más breve y antigua del autor. O para ser más precisos, emplea el mismo tablero de juego (y sus reglas) para contar otras historias. De manera que es algo más que una broma maliciosa afirmar que estamos, al mismo tiempo, ante un nuevo y un viejo relato de Murakami.

Viaje a una ciudad imposible

Adelanto lo que pueda de la trama sin destripar nada: una pareja de adolescentes neutros (tanto que no tienen nombre) se enamoran en un encuentro entre institutos. La chica le habla de manera misteriosa de una ciudad amurallada donde según ella se contienen por arte de magia blanca los «verdaderos yo» de las personas.

La trama se pone en marcha cuando la muchacha se desvanece de la vida de su enamorado, que queda atrapado entre la tristeza y la posibilidad de recuperarla, emprendiendo un viaje a una ciudad imposible. Contado en este estilo informal cuesta distinguir «la última de Murakami» de las pautas de cualquier saga de aventuras adolescentes.

Lo interesante aquí es que el aficionado encontrará de nuevo lo que espera de Murakami: pasajes de suavidad onírica, prosa fluida, un juego simbólico que presiona pero no termina de revelarse, la sensibilidad nerviosa de la adolescencia, la presencia intermitente de la magia…

Murakami apela a Franz Kafka y sería una tarea titánica no recordar al leerle la permeable frontera que separa en tantas manifestaciones del arte japonés a los vivos de los muertos y a los dormidos de los despiertos; pero creo que al leerlo desde nuestra área cultural nos remite al «realismo mágico». Un ejercicio mucho más sofisticado que las coloridas fantasías de Isabel Allende, pero muy por debajo de los esplendores verbales de Gabriel García Márquez.

Las historias de Murakami parecen condenadas a transitar en espacios intermedios. Demasiado imprecisas, inmaduras, reiterativas y previsibles para que nos las tomemos en serio; y demasiado plásticas, imaginativas, fluidas y atractivas para que las confundamos con una prosa de rancho.

La ciudad y sus muros inciertos es una novela que no resta ni desborda nada a la fama del novelista. Una fiesta para sus seguidores y un aburrimiento para los que ya se agotaron con un título anterior. Una historia que no dudo mucho que produzca un solo trasvase de frontera entre estas dos masas de lectores.

'La ciudad y sus muros inciertos'

Haruki Murakami

Traducción de Juan Francisco González Sánchez

Tusquets

576 páginas

22,90 euros