EL ANAQUEL INESTABLE

Sant Jordi, ¿fiesta popular o comercial?

Hay que abrir un diálogo con todos los actores para consensuar un modelo ajustado a las condiciones actuales

Imagen de las calles de Barcelona el día de Sant Jordi en 2023

Imagen de las calles de Barcelona el día de Sant Jordi en 2023

Paula Vázquez

Los efectos demorados de la pandemia siguen llegando. El cambio en 2021 del epicentro de Sant Jordi a paseo de Gràcia significó además el ingreso de la Cambra del Llibre de Catalunya en la gestión del espacio público para la organización de la diada. Ahora este movimiento ha dado una nueva novedad: 2024 tendrá el primer Día del Libro en el que existirá un copago para que libreros, editores y colectivos sociales puedan ubicar los puestos en determinadas zonas de la ciudad.

Muchas voces se han elevado en contra de esta iniciativa, lo que confluyó en un manifiesto que rechaza la "mercantilización" de la fiesta y que lleva por nombre Queremos un Sant Jordi Popular, no un recinto ferial neoliberal, impulsado por una larga lista de editoriales, librerías, colectivos y escritores y escritoras.

Para Lata Peinada, una librería pequeña y enfocada en una literatura de los márgenes, como es la literatura latinoamericana publicada por editoriales independientes, sería natural, sencillo, coherente desde el punta de vista ético y estético, plegarse a este reclamo, añadir nuestra firma al manifiesto, sin más. Sin embargo, cierta experiencia me ha hecho ver que la adhesión emocional a consignas fuertes que nos hermanan impide muchas veces que podamos pensar en profundidad fenómenos de la realidad que, por naturaleza, se mueven y que, en ocasiones, esa losa de piedra sobre el pensamiento redunda en obturar cambios que son necesarios.

Fiesta popular

Sant Jordi es un día de fiesta popular que ha crecido muchísimo, en una ciudad en la que el turismo genera una afluencia desmedida ya de forma cotidiana y que en 2017 sufrió un atentado terrorista. Por la cantidad de público que toma las calles ese día, se requieren grandes dispositivos de seguridad ciudadana, que van desde el refuerzo policial hasta la contratación de vallas y grupos electrógenos. Todo ello requiere de una inversión de recursos públicos para asegurar la logística y la seguridad mínima necesaria de acuerdo a los estándares de grandes eventos masivos. Tratándose de una fiesta popular de gran tradición en Catalunya, es lógico y esperable que esos recursos sean inversión del Estado.

Sin embargo, desde hace ya demasiado tiempo esta fiesta popular se ha ido convirtiendo en el día de mayor facturación de grandes librerías y editoriales propiedad de grupos concentrados, que muchas veces son apenas derivados de negocios principales como laboratorios o tiendas de electrodomésticos. Entonces: ¿nos parece bien que librerías y editoriales de facturación millonaria utilicen el espacio público de forma gratuita? ¿Estamos de acuerdo con que todos los contribuyentes paguen la electricidad para los datáfonos de esas empresas que ese día facturarán cifras muy superiores a la anualidad de sus empleados?

Acción positiva

La mercantilización de Sant Jordi no es un proceso iniciado por el establecimiento de un pago de 80 o 100 euros por puesto. Enfocar la discusión en esa pequeña medida, hablar del giro neoliberal de la diada o de privatización del espacio público puede ser un modo de generar una indignación inmediata, de superficie, pero esconde los problemas reales que tiene el ecosistema del libro, más evidentes en un día así.

Como intento seguir la doctrina de no criticar sin proponer, se me ocurre plantear, no que eliminen, sino que aumenten el pago de ese canon, pero solo para las editoriales y librerías que califiquen como grandes superficies. Más aún: podría plantearse un porcentaje proporcional a la facturación de ese sector y que eso asegure que las librerías y editoriales pequeñas, las independientes, las asociaciones sociales, continúen su presencia gratuita. Una clásica medida de acción positiva.

Más allá de la situación actual y las propuestas, lo que sí es seguro es que es necesario la apertura de un diálogo que involucre a todos los actores: Ayuntamiento, cámaras profesionales y gremios, asociaciones vecinales, para arribar a un modelo de consenso, que se ajuste a las condiciones actuales de la fiesta y la ciudad, pero asegurando los principios de equidad y acceso democrático. Un trabajo comprometido y de largo aliento, para asegurar la supervivencia del Sant Jordi popular, y algo más: del ecosistema del libro más allá de las grandes superficies.