Opinión | PERIFÉRICOS Y CONSUMIBLES
Esclavo del zigurat de torreznos y del pestillo
La literatura es como aquella colonia con la que se obtenía un peinado perfecto y un perfume inextinguible
A la literatura hay que venir llorado, me dijo un literato. Hay que venir llorado porque aquí no hay semana fantástica ni siempre es primavera en el córtex cerebral. Que se lo digan, si no, a los 1.361 autores barra as (o viceversa) que no saben, los pobres, lo que les pasa en este ámbito tan cultural de los premios.
Hay que venir llorado porque la vida literaria es muy esclava, me dijo la literata. Así que, para mejor comprensión del asunto, en la misma mañana madrileña me acerqué a la iglesia de las Reales Esclavas del Sagrado Corazón y a la Real Congregación de Esclavos del Dulce Nombre de María (fundada en 1611 por san Simón de Rojas –imagino que entonces no era sino un mortal con proyecto santificante, santo en potencia– y doña Margarita de Austria). Para aprender de esclavitudes. Mas nada aprendí de esclavitud en esas visitas. Los esclavos, eso sí, me obsequiaron con un opíparo desayuno al considerar que era yo famélica legión.
Es uno esclavo de la literatura. Y no la abandona nunca. Ni siquiera tiene la oportunidad de hacer como esa tienda de antigüedades del Rastro madrileño que está en liquidación "por pandemia por robo y jubilación". La literatura se pega como una lapa. Es como aquella agua de colonia fijadora Oxfort (no es errata) –según fórmula de "The Royal Perfume Corporation" de Londres– con la que se obtenía un peinado perfecto y un perfume inextinguible (De venta en las buenas perfumerías). Eran tiempos de la posguerra literaria. La literatura es un zigurat de torreznos en un mesón castizo. Es el quiero y no puedo de la distinción entre el autor y su obra: Sapiro lo sabe, sapore di mare del amor hermoso. Parece quedarse todo en Nadal y guardar la ropa.
El Vaticano publica un libro para enseñar a rezar y preparar el Jubileo de 2025. Yo estoy aprendiendo a rezar. Pido una teoría que nos enseñe a entender por qué la zorra quiere ser cada vez más zorra y por qué el Zorro cada vez es menos zorro y también reivindica un feminismo actual («Queríamos huir de todo eso y utilizar este icono para contar una historia después del #MeToo, con otros códigos", dice el productor de la serie).
Una teoría que le explique al escritor afroamericano protagonista de la película American fiction (guion basado en Erasure, de Percival Everett) cómo escribir "suficientemente negro" para triunfar. Una teoría que sea tan buena como la práctica de George Saunders: "Para mí el relato tiene una urgencia. […] A mí me gusta saber que tengo ocho páginas en las que me voy a preguntar cuál es la esencia de la vida. Eso es un desafío fantástico". Pero quizá, pienso algunas veces, todo sea tan sencillo como el cartel del baño del mesón con el zigurat de torreznos: "Modo de abrir la puerta. La puerta tiene que estar completamente ajustada en la pared, y entonces se podrá abrir el pestillo".
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