CRÍTICA

'La llamada', de Leila Guerriero: retrato con mujer al fondo

En el último libro de la argentina encontramos una magnífica muestra de periodismo en estado puro, vivo, con un latido literario que lo hace irresistible

La periodista y escritora argentina Leila Guerriero, autora de 'La llamada'

La periodista y escritora argentina Leila Guerriero, autora de 'La llamada' / José Luis Roca

Juan Gaitán

"Entonces, a lo largo de cierto tiempo, nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas. Al terminar, al irme, me pregunto cómo queda ella cuando el ruido de la conversación se acaba. Siempre me respondo lo mismo: 'Está con el gato, pronto llegará Hugo'. Cada vez que vuelvo a encontrarla no parece desolada sino repleta de determinación: 'Voy a hacer esto, y lo voy a hacer contigo'. Jamás le pregunto por qué". Este párrafo que Leila Guerriero repite en varias ocasiones a lo largo de La llamada, su último libro, es un buen reflejo del alma de esta obra. La reconstrucción de las cosas que pasaron y de las que tuvieron que pasar para que sucediera lo que sucedió. La reconstrucción de la vida apasionante de una mujer apasionante, Silvia Labayru.

Pongámonos en situación. Silvia Labayru es aquello que en otro tiempo, en aquel tiempo, hubiéramos llamado "una niña bien". De buena familia, hija de un militar bien situado social y económicamente, la joven, alumna del Colegio Nacional de Buenos Aires, una institución de gran prestigio, comienza a formar parte de los Montoneros, un grupo guerrillero de inspiración peronista que surgió entre las décadas de 1960 y de 1970 en Argentina, provocando revueltas e insurrecciones populares contra los gobiernos militares que se sucedieron entre 1966 y 1973 en el país.

Secuestrada, torturada y violada

En ese contexto, con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 tras el cual se instauró la dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, presidida por la Junta Militar y con Jorge Rafael Videla como presidente de facto, Silvia, que está embarazada, es secuestrada por militares el 29 de diciembre de 1976 y llevada a la tristemente famosa Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde sufrirá torturas, será violada sistemáticamente, obligada a realizar trabajo esclavo y a ayudar a un militar, Alfredo Astiz, a infiltrarse en las Madres de Plaza de Mayo, de lo que derivará la desaparición de tres madres y dos monjas francesas. Leila Guerriero lo resume magistralmente en tres líneas y media, en la página 249: "Secuestrada. Torturada. Encerrada. Puesta a parir sobre una mesa. Violada. Forzada a fingir. Al fin liberada. Y, entonces, repudiada, rechazada, sospechosa". De las 5.000 personas que se calcula que fueron secuestradas y llevadas a la ESMA, sólo 200 consiguieron salir con vida.

Con esos mimbres, este podría haber sido un libro sobre el horror, centrado en la tortura, la violación, en el terror. Hubiera sido lo más sencillo, y seguramente hubiera encontrado un público muy amplio que lo hubiese celebrado tanto como se ha celebrado el nutrido grupo de obra similares. Pero el talento de Leila Guerriero es más que eso, mucho más que eso. Ese talento la lleva a los contornos de la historia y a mostrar a un ser humano con todas sus complejidades. Porque no hay nada más complejo, más atractivo, más interesante que un ser humano, sobre todo un ser humano que ha vivido. Por eso el subtítulo del libro es "Un retrato", porque la autora trata, sencillamente (con la absoluta, quizás insalvable dificultad que ello supone), de ofrecernos un retrato de esa mujer, de Silvia Labayru.

A Leila Guerriero le interesa más la búsqueda del ser humano que la propia historia

A Leila Guerriero le interesa más la búsqueda del ser humano que la propia historia. Al lector, también. El libro se transforma así en adictivo, no quieres ni puedes parar de leer. Guerriero, para acercarnos a la historia de Silvia, pero sobre todo a su personalidad, tan compleja como la de cualquiera, traza una historia coral donde va tomando voz, entrevista a entrevista, un amplio número de personajes, gente que la trató, amistades, familiares, maridos, amantes, hijos… Entre todos se va componiendo el dibujo, el retrato de una mujer que logró sobrevivir al horror de los torturadores y también al desprecio de muchos "compañeros" que, tras lograr salir del infierno, sospecharon de ella con la terrible duda de "¿qué hiciste para sobrevivir?".Y en la vida, como en todas las vidas, se cruzan otras vidas, como la de los miembros de la familia Lennie, que fue detenida en su totalidad, y cuya hija mayor fue asesinada. El hijo varón, padre de la primera hija de Silvia Labayru, Vera, que nació en la ESMA (y posteriormente de la actriz Barbara Lennie), tendrá un importante peso en esta historia.

Han pasado muchos años desde entonces y la entrevistadora tiene que acudir a la memoria de muchas personas para componer el retrato. Pero la memoria es un constructo personal, y lo vamos comprobando en la disparidad de las versiones, pero Guerriero mantiene la distancia periodística en todo momento, no toma partido, no condiciona, expone con pulcritud. También la distancia es la única forma posible de preguntar ciertas cosas que Silvia reconoce que nadie le pregunta. Esta será una de las más marcadas señas de identidad del libro, el intento por parte de la autora de no acercarse emocionalmente. Un esfuerzo que se palpa en el texto y que consigue a pesar de todo el tiempo de relación con Silvia y con su entorno. Periodismo con un alto valor ético que se agradece en estos tiempos de "periodismo de camiseta" y que hace que uno se reconcilie un poco con el oficio. A quienes creen que el periodismo ha muerto, que lean a Leila Guerriero.

'La llamada. Un retrato'

Leila Guerriero

Anagrama

432 páginas

20,90 euros