CRÍTICA

'Kairós', de Jenny Erpenbeck: lágrimas en la lluvia

La autora muestra el desconcierto que causa el colapso de una relación, pues no hay una única manera de afrontar el cisma

Jenny Erpenbeck.

Jenny Erpenbeck.

Diego Marín Galisteo

La obra cinematográfica Lluvia, de 1929, dirigida por Joris Ivens y Mannus Franken, muestra en apenas catorce minutos la belleza de una llovizna. Desde su comienzo, con la espera de las primeras gotas, hasta su finalización, que deja tras de sí las huellas de su paso, podemos ver cómo se transforma una ciudad (en concreto, Ámsterdam), la manera en la que influye en las vidas de quienes están en sus calles.

Esto último lo intuimos, ya que este documental da protagonismo absoluto al agua que cae del cielo sobre las ventanas, sobre los charcos de la calzada con sus reflejos, por los bajantes de los edificios o en paraguas anónimos. La obra fue sonorizada dos años después por Hélène van Dongen, y en 1940 Hanns Eisler compuso Catorce maneras de describir la lluvia, una nueva banda musical para la película ‘Catorce maneras de estar triste con dignidad’, así describió Hanns Eisler su pieza en una entrevista.

Y Katharina todavía lleva puesta la chaquetita plateada y brillante cuando Hans se tumba con ella sobre la alfombra azul para escuchar la música. Katharina y Hans escuchando a Eisler mientras la lluvia cae sobre Berlín Este. Ahora en 1986, cuando asistimos al comienzo de la relación entre esta estudiante de diecinueve años y un escritor que sobrepasa el medio siglo de vida, casado y con un hijo.

Esto sucede en Kairós, la última novela de la escritora alemana Jenny Erpenbeck. En el comienzo, la autora nos hace revivir el pasado de Katharina tras el fallecimiento de Hans, a partir de los documentos que recibe después de este hecho. Dos cajas que reconstruirán el pasado para dar estructura a la novela en otra vida: "Mucho tiempo atrás, los papeles de las cajas de él y los de la maleta de ella dialogaron. Ahora dialogan con el tiempo". Capas y capas de momentos que quedaron encerrados en carpetas, archivados por el olvido: "en una maleta así, en una caja así, están principio, mitad y fin unidos con indiferencia en el polvo de las décadas".

Un destino similar

En 1986, en Berlín Este, aún quedaban hechos por vivir sin la capacidad de anteponerse del todo a la inminencia del gran acontecimiento histórico que vendría después. En ese contexto, la relación que comienzan los dos protagonistas tiene un destino que se intuye similar. Asentados en la incertidumbre del momento feliz, que no requiere de lógicas, ambos se dejan llevar para así construir con pequeños detalles las complicidades propias de los primeros días, esas en las que se crea entre las parejas hasta un léxico conjunto. Pero todo deja tarde o temprano de estar recién pintado. Las paredes, poco a poco, se empiezan a llenar de malentendidos, disputas menores y límites no definidos. Así, la relación ideal deja paso a la relación tóxica. Y de fondo, otro muro, otra situación que es imposible obviar, hasta que se produce la caída.

Con esta novela, que mueve al mismo tiempo la historia de un país y la de dos personas que se conocen en un trayecto de autobús, es posible ver el desconcierto que provoca el colapso de una relación

Jenny Erpenbeck (Berlín Este, 1967) estudió encuadernación durante dos años y trabajó en varios teatros como supervisora de utilería y vestuario. Ha escrito teatro, libros de relatos como Historias de la niña vieja y La pureza de las palabras, y novelas como Una casa en Brandenburgo, El fin de los días o Yo voy, tú vas, él va, esta última publicada por Anagrama (al igual que Kairós). Traducida a más de veinte idiomas, ha obtenido numerosos premios, como el Gedok, el Solothurner, el Heimito von Doderer o el Thomas Mann, y en 2017 Alemania le concedió la Cruz del Mérito de la Nación.

Ahora, con esta novela que mueve al mismo tiempo la historia de un país y la de dos personas que se conocen en un trayecto de autobús, es posible ver el desconcierto que provoca el colapso de una relación, la forma de enfrentarlo tan distinta por la diferencia de edad que también es distancia. No hay una única manera de afrontar una situación como esta, en la que no hay responsabilidades absolutas y sí diferentes actitudes para esperar la lluvia que se anuncia sin remedio. Que cae y deja estampas que, pese a todo, merecen ser revividas una por una.

Con detalle procesal. Erpenbeck lo hace en Kairós, situando la trama en un espacio dividido por un muro que, como en una relación desgastada, comparte el cielo, pero describe la lluvia de manera distinta: "También Hanns Eisler, un par de casas más allá, lleva mucho tiempo enterrado, y si tan solo viera cómo ahora le caen las lágrimas a Katharina, podría añadir a sus catorce maneras de describir la lluvia una decimoquinta".

'Kairós'

Jenny Erpenbeck

Traducción de Neila García Salgado

Anagrama

336 páginas

20,90 euros