REPORTAJE

El club de lectura, un espacio de amor por los libros

Es difícil encontrar una librería, una biblioteca o un centro cultural que no tenga club de lectura, así como es raro conversar con escritores que no dicten talleres literarios en espacios abiertos al público en general

La librería La Puerta de Tannhäuser, con sedes en Plasencia y en Cáceres, tiene varios clubes de lectura

La librería La Puerta de Tannhäuser, con sedes en Plasencia y en Cáceres, tiene varios clubes de lectura / EPE

Mariana Sández

Aunque nos parezcan una novedad de nuestro tiempo, el concepto del club de lectura existe, con matices, desde que la imprenta puso textos impresos entre las manos de la gente, y tal vez desde antes, cuando ya aedos como Homero transmitían los relatos oralmente a grupos de oyentes. En los siglos XVIII y XIX se multiplicaron otras variantes de la lectura y la crítica colectiva: las tertulias, ateneos, salones literarios, aunque estaban limitados a las élites. Hubo también una tendencia de las familias a reunirse en el salón de casa para compartir momentos de lectura en voz alta o representaciones teatrales caseras. Jane Austen empezó escribiendo para leer a su numerosa familia y dicen que las reacciones de estos a sus textos le resultaban útiles para comprender qué funcionaba de su escritura y qué no.

En el siglo XX cobraron notoriedad ciertos círculos de intelectuales convocados para comentar obras propias y ajenas, como el Grupo Bloomsbury de Londres, que se daba cita en la casa de Virginia Woolf, o el de París en la casa de Gertrude Stein. En España fueron célebres, entre otros, el Café de Gijón de Madrid o Els Quatre Gats de Barcelona; en Buenos Aires la gran anfitriona fue Victoria Ocampo.

A lo largo del siglo XX, los grupos de lectura fueron abriéndose a un público más general, en muchos casos alrededor de talleres de escritura creativa o círculos de escritores, aunque también se incluyeron en las propuestas de las bibliotecas, las librerías o las casas particulares. Tenemos la impresión de que el formato del club de lectura como tal es una novedad del siglo XXI, seguramente porque internet y las redes sociales lo magnifican en otras dimensiones. De allí, por ejemplo, la altísima proliferación de influencers de libros. A menudo sentimos, incluso, que fue la pandemia la que los trajo al frente de nuestra percepción con una fuerza que no habíamos experimentado hasta ahora.

Mamen, de la librería El Imperio de Valencia, lo confirma: “El interés por los libros y todo lo que los rodea (autores, clubes, librerías…) ha crecido exponencialmente después de la pandemia, pues los lectores han asociado libro a refugio. Se ha creado una comunidad: un grupo de personas (ya prácticamente una familia) que se conocieron aquí por tener un hobby en común.”

Hoy por hoy es difícil encontrar una librería, una biblioteca o centros culturales determinados que no ofrezcan clubes, así como es raro conversar con escritores o profesores de humanidades que no dicten talleres literarios en espacios abiertos al público en general. Al igual que en todas estas actividades culturales, la mayor unidad de público está representada por las mujeres.

“Todas las personas que vienen a nuestro Club de Lectura son amantes de los libros, buscan poner en común las emociones”, comentan Álvaro y Cristina de la librería La Puerta de Tannhäuser, con sedes en Plasencia y Cáceres. “Discutimos y hablamos abiertamente sobre si nos ha gustado o no la lectura, pero también intentamos llegar al fondo de la narración. Nos situamos en los contextos históricos o situaciones que han motivado la escritura y enlazamos la conversación llegando a otros libros. La charla también nos lleva a hablar sobre otras temáticas como la música o el cine.”

Diversidad de formatos

escritores o profesores especializadosAcademia La CentralBarcelona y Madridclassroomsclubistas

La virtualidad, sin embargo, tampoco es una novedad pura de la pandemia. En 2014 el Instituto Cervantes puso en marcha un proyecto piloto para estudiar la viabilidad de un club de lectura en formato electrónico en su Red de Bibliotecas. Esa experiencia fue positiva y a partir de 2015 se abrió a todos los usuarios a través de diversas plataformas, actualmente trabajan con Libranda.

Los clubes de ciertas bibliotecas municipales se articulan alrededor de un calendario pautado donde los encuentros regulares se hacen a través de un chat colectivo, con encuentros en pantalla ocasionales. Existen semanales, quincenales, mensuales; algunos son arancelados y otros, gratuitos. Los hay destinados a grupos etarios específicos: adolescentes, adultos mayores, para adultos en general.

Están los que se proponen exclusivamente alrededor de las visitas de autores dispuestos a comentar su obra con los lectores, como el de la librería El rincón de Morla de Valladolid. O como el que lleva Eva Cruz en la flamante Olavide Bar de Libros, donde se combinan sesiones con y sin autores, alrededor de líneas temáticas específicas.

Para los autores, en ese sentido, la actividad de intercambio con el público ha aumentado significativamente, tanto en forma de visita presencial como a través de encuentros virtuales con clubes sostenidos en ciudades o países distantes. El beneficio debe ser percibido en la promoción y la venta de ejemplares, ya que por lo general no se contemplan honorarios.

Nadie sale de un club de lectura sin sentir que algo en su universo se ha modificado para mejor

La Librería Lé, en el barrio de Chamartín de Madrid, abrió su plan de clubes en el verano de 2022. “Se sumaron instantáneamente una cantidad de personas que nos obligó a abrir tres grupos simultáneos. Un año después, ya vamos a tener cinco grupos y no dejan de llegar consultas casi a diario”, dice su encargado Miguel. “El ambiente es extraordinario. La gente viene contenta cada semana. A veces organizan para ir a tomar unas copas después del encuentro con el autor o van todos juntos al teatro. Es bonito ver lo bien que lo pasan.”

 

“Pensar que este libro nunca me lo hubiera comprado, y mira ¡cuánto me gustó!”, es una de las frases que más placer le causa oír a Cecilia, la dueña de El librerío de la Plata, de Sabadell, sobre los libros que propone en sus clubes. “Y recuerdo algo especial que dijo un lector joven: Este libro te hace sentir nostalgia de lo que no viviste.” Los clubes de Cecilia son populares en la zona y están muy ambientados: las charlas son con vino, queso y velas, infaltables.

Le experiencia de los lectores

atmósfera cordial, afectiva que va estrechando el vínculo entre lectores

En ese sentido, comenta Arantxa (31) como clubista: “Me gusta ser parte de este club porque me encanta la conversación que surge a raíz de los libros. Es un espacio en el que nos reunimos personas de todas las edades y de contextos diversos, compartimos nuestra visión y respetamos el punto de vista del otro. Compartir hace que podamos revivir juntas las emociones de cada libro y la aportación de cada una nos ayuda a entender mejor la lectura.”

Por su parte, Ricardo (60) valora: “En un tiempo de vértigo como el que vivimos, ir cada semana al club me obliga a leer con más atención, dejar menos cabos sueltos, comprender mejor la razón de ser de cada libro y, sobre todo, me ayuda a pensar, que al final era el objetivo para el que había escogido leer.”

Para Isabel (90), lo más fantástico de estas reuniones es que “Igual que los niños, conversamos sin saber de dónde vienen ni quiénes son las demás personas, lo que tenemos en común en ese momento es la curiosidad y las ganas de compartir, lo que nos une desde otro lugar.”