Opinión | MIRADAS

Los libros que no me llevaría de vacaciones

Los títulos son asunto suyo, así que… manos a la obra. Se tarda entre quince y veinte días en dar con la solución apetecible

Marcel Proust

Marcel Proust / EPE

Se acercan fechas propicias para empezar a planificar los viajes de vacaciones de verano, al extranjero o a cualquier otro lugar. Pero toca empezar a pensar qué libros meteremos en la maleta para que nos acompañen en esta época del año. Con su permiso mencionaré –para despistadas y despistados, sobre todo– algunos títulos que, a mi modo de ver, jamás metería en la maleta.

El primero que me viene a la cabeza es En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, porque tiene un “problema serio” y es que cuando comienzas a leer el primer volumen ya no puedes soltarlo, sobre todo por el ritmo frenético que conlleva su lectura, y siendo siete libracos, es muy peligroso quedarte sin lectura ya la primera semana de vacaciones. Y con siete kilos de más en la maleta.

Tampoco aconsejo El hombre sin atributos, de Robert Musil, por el mismo motivo. Mucho peso que dura poco tiempo. Obviamente Las mil y una noches nos dan para más de tres años de vacaciones, por lo tanto tampoco. No caigamos en la trampa de meter libros “teóricamente” delgados, pero impresos en papel biblia. Estos son muy peligrosos por lo contrario. Crees que lo leerás a gusto y lo podrás terminar, pero en papel biblia se pueden imprimir más de 1.500 páginas sin que te des cuenta.

Y si encima te equivocas, eso que pasa en vacaciones frecuentemente, que te encuentras solo con un ladrillo de 1.500 páginas que se te hace tan lento, pesado, plomazo, que te puede llevar a jaquecas increíbles, y hundirte las vacaciones porque tienes el libro ahí mirándote y tú no le ves ninguna gracia y hasta serías capaz de aprender una nueva lengua en un curso-exprés para poder leer en otro idioma; o lanzarte de cabeza en cada quiosco que veas esperando encontrar algún libro de bolsillo y nada, solo te encuentras con El Periódico.

Que, si bien es interesante, es poco consistente como para al volver del viaje comentar con tus amigos “Me he leído…. Buff, qué obra maestra”. No, eso con El Periódico no funciona.

Ya vamos viendo que aquello que nos parecía que podíamos solucionar a última hora se complica. Pero no nos desviemos, se trata de descartar libros –emitentes, clásicos de primera categoría, sagas fantásticas y otros libros– para que el o los que metamos en la maleta cumplan la función de no agobiar, cultivarnos, entretenernos y si los podemos compartir con la pareja o los amigos mucho mejor.

Eso de compartir con la pareja me funciona bastante bien. No aconsejo meter en la maleta “libros de viajes” porque, sinceramente, te haces un lío de mil demonios. No sabes si estás viajando en el libro o el libro viaja contigo. Y es muy desagradable encontrarte en el Egipto de los Faraones pero metido de lleno en un viaje a lo largo de la muralla china. Confunde mucho.

La mejor opción

Por otra parte, los libros exitosos o de tus autoras favoritas que se han ido publicando ya has tenido tiempo de leerlos. De todos es conocido que en España se publican no más de veinte libros al mes, lo cual da tiempo a estar al día. ¿Podríamos probar con libros de ensayo y filosofía, los llamados libros de no-ficción? Quizás sea la mejor opción. Pero si os cuento lo que me sucedió en un viaje al extranjero con un grupo de amigos mientras leía Los conceptos elementales del materialismo histórico, de la chilena Marta Harnecker, se os pasarán las ganas de meter en la maleta libros de ensayo.

Te miran mal, insinúan que vas de elitista, te rehúyen por si sabes más que ellos. Hacen corrillos para denigrarte, aunque te sonríen a la cara. Si por la noche estás enfrascado en un capítulo fundamental y tienes la luz encendida, lo mejor que desearás será una plaga de mosquitos porque todos y todas e incluso los demás se unen para lincharte con la escusa de que no les dejas dormir. ¡Dormir! ¿A quién le interesa dormir si tiene un buen ensayo marxista de ritmo trepidante en las manos? Es de locos.

Seguro que si me pusiera a pensar detenidamente en todas las maletas en las que he metido libros encontraría más ejemplos para brindarles, pero bastante tengo ahora con hacer mi maleta. Los libros que se lleven de vacaciones son asunto suyo. Personal e intransferible. Así que… manos a la obra. Se tarda entre quince y veinte días en dar con la solución apetecible para cada quién. ¡Nos los sufran mucho!