CRÍTICA

'Volver a cuándo', de María Elena Morán: la patria portátil

La autora venezolana relata en esta novela, último premio Café Gijón, una escisión familiar en medio de los vaivenes de la crisis venezolana

La escritora venezolana María Elena Morán

La escritora venezolana María Elena Morán / Alba Vigaray

Jaime Priede

El novelista venezolano Alberto Barrera Tyzska, premio Tusquets en 2016 con Patria o muerte, comentaba años después a un periodista español que Hugo Chávez había retomado la tradición venezolana de la oralidad, del hablador carismático, de echador de cuentos. Podía ser serio, agresivo, cursi, melodramático y divertido, todo en diez minutos. Manejaba bien los códigos populares, era empático con las audiencias, incluso podía burlarse de sí mismo, pero jamás dejaba de ser el centro del mensaje. Y creó un estilo bajo la idea de que imitándolo se podía alcanzar el éxito.

El caso es que muchos políticos y ejecutivos venezolanos, fueran opositores o chavistas, impostaron durante los años del esplendor chavista lo que pensaban que era un "habla popular" cuya fuente sería una tradición característica de la gente del Llano, acostumbrada a improvisar coplas y contar historias en su mayor parte inverosímiles.

La escritora y guionista venezolana María Elena Morán (Maracaibo, 1985) participó en cierto modo de esa hipnosis chavista y entona en Volver a cuándo un sutil mea culpa resuelto sin que la autoficción vaya más allá de su empatía con las corrientes sentimentales que atraviesan la novela lidiando con el fracaso de la revolución. Residente en Brasil desde hace años, el hecho de tomar distancia la ayudó a quitarse ese velo hipnótico y ver lo que luego dirá por medio de uno de sus personajes: "Dictadura parece ser algo que los revolucionarios combaten, no algo que ellos mismos construyen". 

Mediante un entramado de versiones que se sirve de cinco voces narrativas pertenecientes a una familia de Maracaibo, los juegos de poder que vertebran la estructura macro de lo colectivo irrumpen en lo micro, en lo íntimo. La Historia con mayúscula se integra en el conflicto personal de cada uno de los miembros de dicha familia.

LA VIDA REAL

Tal como han hecho siete millones de venezolanos en la, digamos, vida real, Nina, decide irse a Brasil en busca de una vida mejor y deja a su hija adolescente, Elisa, con su abuela, Gabriela. El padre de la niña, Camilo, distanciado de ambas, participó activamente en la revolución chavista, al igual que Nina. Cuando se percata de que Nina se ha ido a Brasil, intenta ganarse de nuevo a su hija para recuperar una utópica vida familiar que nadie, posiblemente ni él mismo, está en condiciones de afrontar.  

Camilo no deja de ser una réplica íntima del autoritarismo nacional y de los males que sustenta una revolución ajena a la autocrítica, paralizada en el "momento histórico" que todo lo disculpa, que anula la autocrítica desde dentro, la autocrítica de sus simpatizantes, de una izquierda desencantada sin remedio.

Además de esta lectura sociopolítica que se integra tan bien en el conflicto particular de una familia, la novela se desliza con una musculatura verbal de sorprendente rendimiento. El jurado del premio Café Gijón -Mercedes Monmany, Marcos Giralt Torrent, Rosa Regàs, Antonio Colinas y José María Guelbenzu- da fe al destacar el dominio formal de la escritora y subrayar la gran musicalidad de su escritura coloquial.

Las cinco voces se expresan desde una oralidad saturada de hallazgos expresivos sorprendentes, propios del maracucho, variante de habla de la región de Maracaibo a la que la autora no ha querido renunciar, pues es la suya y la de los personajes convocados a este dilema de «volver a cuándo», donde el espacio perdido no deja de ser un tiempo sin vuelta atrás, porque ni el lugar al que volver será nunca el mismo, ni quien vuelve será nunca el mismo que se fue. Ahí juega un papel importante Raúl, padre de Nina, abuelo de Elisa, que ya no está entre los vivos, pero que cumple su cometido de amparo y refuerzo desde otra dimensión no física y, a la vez, más cercana, pegada al oído.

Quizá por ello, Morán dedica esta novela a su padre, Rodolfo, "y nuestra patria portátil", conocedora de la herida que abre lo que se deja atrás cuando se emprende un camino propio, y muy pendiente de lo que dice Joseph Brodsky a la entrada de la novela: "Un hombre libre, cuando fracasa, no culpa a nadie".

Autora de una primera novela titulada Los continentes del adentro, en portugués, trabaja en la tercera desde la perspectiva inversa a la de Nina, el punto de vista de quien recibe al emigrante, cuánto hay de altruismo en ello, qué se espera a cambio sin esperar nada. Pero qué se espera.

'Volver a cuándo'

María Elena Morán

Premio Café Gijón

Siruela

242 páginas

19,95 euros