Tecnología y sociedad

Cisma en la cúspide tecnológica de la Inteligencia Artificial

Una batalla ideológica y de poder se desarrolla entre bastidores de la tecnología más prometedora y tal vez letal para los humanos

Sam Altman.

Sam Altman. / Sven Hoppe/Dpa - Archivo

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE

El despido de Sam Altman de OpenAI, la empresa que proyecta crear una inteligencia artificial capaz de superar a la inteligencia humana, ha fracturado el sector tecnológico más prometedor y tal vez peligroso. Lo que está en juego es si la IA continuará su desarrollo sin control o si somete su evolución al sentido común.

El fulminante despido de Sam Altman el viernes pasado de OpenAI, la empresa que lanzó ChatGPT, ha provocado un cisma en la cúspide tecnológica de la Inteligencia Artificial que puede marcar el destino de esta poderosa tecnología, ya que lo que está en el fondo de esta crisis, al menos aparentemente, es si la IA continuará su desarrollo sin control, o si somete su evolución al sentido común.

El despido del que fuera cofundador y ex CEO de OpenAI representa la eclosión de una tensión que ha estado latente en el seno de la compañía desde hace años, explica The Atlantic en un artículo que desvela el trasfondo de esta crisis.

Una de las cosas que dice este artículo es que Sam Altman envió un correo electrónico en 2019 reconociendo que había diferentes "tribus" en OpenAI: por un lado, los que apostaban por un desarrollo tecnológico espontáneo, y por otro, representado por Altman, los que querían construir esta tecnología de forma segura.

¿Por el bien de la humanidad?

Ambos bandos están intentando controlar esta tecnología y están en condiciones de conseguirlo por el liderazgo que representan: uno está usando la moralidad como una tapadera para conseguirlo, y el otro está usando el capitalismo como su bandera, sentencia la citada revista después de hablar con algunos de los protagonistas del cisma.

Pero ambos están diciendo que esto es por el bien de la humanidad, y usando ese argumento como su mantra para una toma de poder y control de esta tecnología de incierto futuro, añade The Atlantic.

La cuestión que plantea este cisma es que puede ser demoledora para OpenAI: alrededor de 700 de los 770 empleados de la startup firmaron una carta amenazando con irse si no se restituía a Altman. Eso supondría dejar todos sus talentos en manos de otro gigante del sector como Microsoft.

Pero si, por alguna razón, un número significativo de empleados se queda en OpenAI y la empresa sigue avanzando, eso sugeriría que está surgiendo un modelo diferente. El cisma se habría consumado y la bifurcación marcaría dos senderos futuros para la IA.

Eclosión de un cisma

Sam Altman fue despedido por el consejo de administración de OpenAI la semana pasada. El motivo del despido fue que Altman "no era consistentemente sincero en sus comunicaciones" con el consejo, según un comunicado de la empresa.

El despido de Altman provocó una crisis interna en OpenAI, ya que muchos de los empleados de la empresa se sintieron traicionados y decepcionados por la decisión: firmaron una carta pidiendo la dimisión de la junta y amenazando con irse si no se restituía a Altman.

La carta de los empleados expresaba su apoyo a Altman y su visión de crear una inteligencia artificial que beneficie a la humanidad, sin fines de lucro ni intereses corporativos. Los empleados también criticaban la falta de transparencia y el mala gestión de la situación por parte de la junta, que incluye a personalidades como Elon Musk (que ya está con un pie fuera de OpenAI), Peter Thiel y Reid Hoffman.

La junta de OpenAI, sin embargo, no cedió a las demandas de los empleados y mantuvo su decisión de despedir a Altman. Argumentó que Altman había violado los principios y valores de la empresa, y que había actuado de forma irresponsable y poco ética en varios asuntos, como el uso de datos personales de los usuarios, la gestión de los recursos financieros y la relación con los socios externos.

Entra Microsoft

La situación se complicó aún más cuando Microsoft, el principal inversor y socio de OpenAI, aprovechó la oportunidad para contratar a Altman como líder de un nuevo equipo de inteligencia artificial que competirá directamente con OpenAI.

Microsoft anunció que Altman se encargará de desarrollar nuevos productos y servicios basados en la inteligencia artificial, y que tendrá acceso a los recursos y la infraestructura de la compañía.

La contratación de Altman por parte de Microsoft fue vista como una traición y una provocación por parte de OpenAI, que acusó a Microsoft de intentar sabotear su misión y robar su talento. OpenAI también expresó su preocupación por el posible conflicto de intereses y la fuga de información que podría suponer la salida de Altman.

Oportunidad única

Altman, por su parte, defendió su decisión de unirse a Microsoft y dijo que era una oportunidad única para seguir trabajando en su pasión por la inteligencia artificial. Altman también negó haber hecho algo malo en OpenAI y dijo que fue víctima de una conspiración y una campaña de difamación por parte de la junta.

Altman es un emprendedor y tecnólogo estadounidense, conocido por sus innovaciones en el campo de la inteligencia artificial, como ChatGPT y DALL-E, un generador de imágenes. Altman también ha abogado por la regulación de la inteligencia artificial, expresando su temor de que esta tecnología pueda causar un daño significativo al mundo si no se controla adecuadamente.

En abril pasado, 1.000 de los mejores expertos en inteligencia artificial, así como importantes ejecutivos de la industria tecnológica (entre ellos Elon Musk) pidieron el cese inmediato en el entrenamiento de los nuevos sistemas de inteligencia artificial durante una pausa de seis meses. Un llamamiento, basado en la advertencia de Stephen Hawking de que la IA es una de las amenazas más letales a las que se ha enfrentado la humanidad, que cayó rápidamente en el olvido.

El caso de Altman y OpenAI lleva al paroxismo este gran debate en el mundo de la tecnología y la inteligencia artificial sobre temas como la ética, la transparencia, la responsabilidad y la competencia, aspectos que todavía quedan sin aclarar respecto al futuro de la IA.