Tú y yo somos tres

La crítica de Monegal: Los ronquidos de Karina son la única armonía de la jaula

En esta edición han montado, como novedad escenográfica, una cueva que llaman ‘Prehistórica’, donde encierran a unos cuantos para que pasen penalidades

Karina, en ‘GHVIP’ (Tele 5).

Karina, en ‘GHVIP’ (Tele 5).

Ferran Monegal

En este

‘Gran Hermano VIP’

que acaba de lanzar Telecinco –después de seis años escondiéndolo por la violencia sexual que practicaron en 2017 contra Carlota Prado–, en esta resurrección de la ‘ratomaquia’, se perfilan solamente tres criaturas concursantes con un mínimo de interés general.

Una es la peruana Laura Bozzo, presentadora de espeluznantes ‘talk shows’. En los años 90 hacia unos programas por toda América Latina que dejaban a los espectadores con los pelos como escarpias. En su plató siempre había tres o cuatro fornidos guardaespaldas que se dedicaban a separar a las criaturas que literalmente se pegaban por celos, por odio, o por rabia. Laura los seleccionaba previamente para que se enzarzasen a puñetazos y patadas. Ahora, a sus 72 años, quizá la han contratado para que impulse nuevas tanganas en la jaula. El otro es Gustavo, el que ha sido chófer de María Teresa Campos durante 34 años. Parece un hombre reposado. Pero ya le están excitando diciéndole que las hijas de la Campos le consideran un traidor y no le tragan.

Y finalmente Karina, que a mi juicio es la única VIP de esta ‘ratomaquia’. Karina, en los años 60, de ‘El baúl de los recuerdos’ vendió más de 8 millones de copias. Competía con los Beatles en los ‘Los 40 principales’. Y ahora, aquí metida, contaba a los otros ‘ratoncitos’ que después del éxito llegó la indiferencia de la industria musical. "Cuarenta años de indiferencia es muy duro", exclamaba con ese tono que usa ella, que es ingenuo, tierno, un poco distraído y sin acidez de ninguna clase. No sé si los ‘ratoncitos’ entendieron nada. A Karina le reprochan que ronque por las noches. ¡Ah! No se dan cuenta de que los ronquidos de Karina son la única melodía armónica que brota de esta jaula.

En esta edición han montado, como novedad escenográfica, una cueva que llaman ‘Prehistórica’. Allí encierran a unos cuantos para que pasen penalidades. Es un habitáculo de cartón piedra que quiere parecer de la época Neanderthal. Solo han conseguido un zulo que es la versión cutre y tacaña de ‘Los Picapiedra’. El resto de esa colección de muchachas y muchachos concursantes son la carne de cañón –relativamente barata– usada para rellenar ‘ratomaquias’. Otros programas, aparentemente más serios, hacen lo mismo usando otro tipo de personal. Eufemísticamente los llaman ‘opinadores’ y ‘tertulianos’.