Las otras epidemias

La lucha contra el escorbuto, la "gran pandemia" de la navegación

El libro "Del escorbuto y los navegantes españoles", del farmacéutico Joaquín Herrera Carranza, realza la contribución de varios personajes sevillanos en la obtención de un remedio frente a una enfermedad, que mató a dos millones de personas y tuvo tintes pandémicos, producida por la carencia de vitamina C en la alimentación.

La dolencia se reconoció por primera vez en los siglos XV y XVI como una enfermedad grave de los marinos en viajes largos por mar, porque no tenían acceso a alimentos frescos; hoy todavía se pueden encontrar casos en poblaciones como los campos de refugiados.

James Lind dando cítricos a enfermos de escorbuto

James Lind dando cítricos a enfermos de escorbuto / Fuente: Instituto de Medicina naval

Nieves Salinas

Nieves Salinas

Fue la 'gran pandemia de la navegación'. El escorbuto, una enfermedad producida por la escasez grave de vitamina C en la alimentación, que todavía hoy existe y se detecta, por ejemplo, en los campos de refugiados, era muy común entre las tripulaciones de los barcos de las grandes expediciones marítimas como las que protagonizó España desde finales del siglo XV. No era una enfermedad infecciosa, pero tuvo tintes pandémicos porque mató a más de dos millones de personas. De hecho, se le llamaba 'la peste' de los navegantes.

Así lo relata el libro "Del escorbuto y los navegantes españoles", del que es autor el farmacéutico Joaquín Herrera Carranza, que pone en valor la contribución que tuvieron diversos personajes sevillanos en la obtención de un remedio frente a una enfermedad. "No fue una pandemia como tal, pero sí se asoció a la peste, de hecho le llamaban 'la peste de los navegantes'", señala en alusión a la Peste Negra de mediados del siglo XIV que fue considerada como la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, con entre 50 a 100 millones de víctimas mortales.

El Colegio de Farmacéuticos de Sevilla y la Fundación Farmacéutica Avenzoar –entidad creada por el citado colegio profesional– han editado este título. Su autor conversa con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA sobre pandemias pasadas, sobre enfermedades letales y sobre el papel que jugaron varios personajes sevillanos en la obtención de un remedio frente a una enfermedad que, entre los siglos XV y XVIII, se llevó por delante a alrededor de dos millones de navegantes.

Un libro de pandemias en pandemia

El farmacéutico e historiador, ya jubilado, explica que comenzó a trabajar en su relato un par de años antes de la conmemoración, que arrancó en 2019, del V Centenario de la primera Vuelta al Mundo. De hecho, el libro ha sido editado cuando se cumplen esos 500 años de la primera circunnavegación, liderada por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, y que tuvo inicio y fin en

Sevilla

.

"En la historia de los primeros navegantes portugueses y españoles salía con frecuencia el escorbuto. Y yo, también por mi conocimiento del tema como farmacéutico, comencé a interesarme en lo que era la afectación de la enfermedad en las grandes expediciones", explica el autor.

Herrera Carranza empezó entonces a acumular documentación, a archivar documentos..."Después vino la pandemia y el confinamiento y, como todos, pasé muchas horas encerrado en casa y me dediqué a ponerlo en claro", cuenta quien también ha sido profesor de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla y miembro del Comité de Expertos de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (

AEMPS

), de la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés) o integrante de la Comisión de la especialidad de Bioquímica Clínica del Ministerio de Sanidad, entre otros cargos.

La base científica

El libro se compone de dos capítulos. El primero aborda la base científica de la vitamina C y su relación con el escorbuto, una enfermedad que afectaba principalmente a la boca, provocando la caída de los dientes y muelas, grandes hemorragias de las encías y que se pudriera en general toda la zona bucal. Detrás, detalla el profesor, la carencia o escasez grave de vitamina C (ácido ascórbico) en la alimentación, lo que se manifestaba en debilidad general, anemia, ulceraciones en las encías, gingivitis y hemorragias cutáneas...y en aquellos viajes de los navegantes, en miles de muertes.

El escorbuto hoy no es letal, pero existe. "Difícilmente alguien moriría por esta enfermedad", asegura el profesor.

El escorbuto hoy no es letal. "Difícilmente alguien moriría por esta enfermedad. Los síntomas se detectan rápidamente, sobre todo en personas que no están atendidas, en zonas marginales. Cuando es incipiente, el tratamiento es inmediato porque consiste fundamentalmente en administrar vitamina C por vía intravenosa y, después, ajustar una dieta equilibrada con los componentes nutricionales que provengan del mundo vegetal".

Aunque en la actualidad los casos son contados, el farmacéutico explica que la enfermedad no ha desaparecido y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado en más de una ocasión que se han detectado brotes en poblaciones como los campos de refugiados donde, además de desatención, hay grandes niveles de desnutrición.

El papel de los sevillanos

El segundo capítulo de su libro profundiza en el relevante papel que personajes sevillanos desempeñaron en la obtención de un remedio contra esta enfermedad. La gloria del tratamiento contra el escorbuto se la llevó en el siglo XVIII el escocés James Lind, quien dio naranjas y limas a un grupo de navegantes y recibió el apodo del 'Hipócrates del mar'.

Agustín de Farfán, médico de cámara de Felipe II, escribió algunos de los primeros tratados de Medicina en los que, sin mencionar al escorbuto, describió los síntomas.

Herrera Carranza pone el foco también sobre Agustín de Farfán, médico de cámara de Felipe II, quien tras enviudar se fue a Nueva España (actual Méjico) y se hizo fraile. Allí también fue inspector de Farmacia y decano de la universidad local. En suelo americano escribió en el siglo XVI algunos de los primeros tratados de Medicina de dicho territorio, en los que, sin mencionar al escorbuto, describe la sintomatología -hinchazón de encías, caída de dientes, etc- y recoge como tratamiento el extracto de cítrico y alumbre.

Además, el texto histórico rescata la figura del primer navegante que "describe clínicamente hablando el escorbuto y es Sebastián Vizcaíno", relata el escritor en alusión al explorador que, en1602, protagonizó la más importante de sus expediciones que tenía como misión establecer puestos seguros en la costa californiana para el Galeón de Manila y cartografiar en detalle la costa. "No era médico, pero describió muy bien la enfermedad. En el libro cuento como desembarcaron en una isla con muchos afectados y, en cuanto en cuanto comieron vegetales, la dolencia acabó en cuestión de días", añade el autor.

Otro sevillano relevante en este sentido es Pedro María González, de Osuna, cirujano de la Armada Española y autor del ‘Tratado de las enfermedades de la gente del mar’. Fue el responsable médico de la expedición Malaspina, que entre 1789 y 1794 recorrió las costas de toda América –desde Buenos Aires a Alaska–, Filipinas, Australia y Nueva Zelanda, y en la que no faltaron naranjas por su indicación. La expedición se considera la primera de largo alcance de la historia en la que no hubo casos de escorbuto, finaliza Joaquín Herrera Carranza.