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Zelenski

El conflicto de Ucrania nos atañe a todos porque la libertad y la democracia están en juego: poner la otra mejilla no es una opción

El rey Felipe VI recibió esta mañana en el aeropuerto de Madrid al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.

El rey Felipe VI recibió esta mañana en el aeropuerto de Madrid al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. / Jose Jimenez

Volodímir Zelenski viste de color caqui desde el 22 de febrero de 2022, fecha del inicio de la agresión de la Rusia de Putin a Ucrania. Esa imagen es ya un símbolo de la fortaleza y determinación de un país ante el ataque de un enemigo muy superior. En una vida anterior, Zelenski fue actor y conoce bien el valor de la imagen para trasladar a la opinión pública mundial la resiliencia de un pueblo que no habría podido resistir sin el apoyo de otras democracias.

Hay quien habría preferido que Zelenski no se hubiera quitado el traje y la corbata; que hubiera abandonado su país; que pusiera la otra mejilla y se rindiera ante Putin. Son los que defienden la opción de la negociación con Moscú, obviando que es imposible pactar con quien tiene el objetivo de someterte. Los que piensan así han estado en el Gobierno y siguen sentados en el Consejo de Ministros, aunque son minoría en el conjunto de la ciudadanía.

Llamar a la negociación entre las dos partes tras una agresión tan flagrante es poner al mismo nivel al atacante, Putin, con el atacado, Zelenski, a Rusia con Ucrania, y retrata perfectamente a los que la defienden. Zelenski ha sido objeto de una decena de intentos de atentado para acabar con su vida. Del último apenas hace unas semanas: el Kremlin había conseguido infiltrarse dentro de la estructura de seguridad del presidente y dos de los detenidos, que admitieron su traición, era coroneles de la unidad que tiene asignada su protección. Es complicado ponerse a negociar con quien sólo busca tu aniquilación.

Tras más de dos años de guerra, es lógico que en la opinión pública haya síntomas de agotamiento, pero el conflicto de Ucrania nos atañe a todos, no es un conflicto local, sino europeo y global en el que la libertad y la democracia están en juego. Por eso España ha comprometido otros 1.000 millones de ayuda militar a Ucrania y por eso el rey Felipe VI ha garantizado el apoyo a Zelenski “mientras sea necesario”. Poner la otra mejilla no es una opción.