TENSIÓN EN EL PP DE MADRID

Casado se queda sin escudo en Madrid: el reparto de papeles con García Egea ya no vale

Los afines de Ayuso pierden su paciencia: ya no cuela el papel de "poli bueno y poli malo". Las ampollas levantadas en otras comunidades, ya en calma, se reproducen ahora en Madrid.

Pablo Casado y Teodoro García Egea en Comité de Dirección

Pablo Casado y Teodoro García Egea en Comité de Dirección / David Mudarra/PP.

“Lo de poli bueno y poli malo hace tiempo que no cuela”, lamenta un miembro del PP en Madrid afín a Isabel Díaz Ayuso. Y lo dice sin aflicción después de meses de desgaste entre el PP nacional y el regional. Durante un tiempo, en la organización regional muchos pensaron que Pablo Casado era la persona con la que solucionar los problemas. Si el secretario general, Teo García Egea, decía, hacía o proponía algo que no estuviera en sintonía con el sentir de los cuadros internos de la formación, estos intentaban acudir a Casado con la esperanza de que recondujera las cosas. Siempre recibieron buenas palabras, dicen, pero con el tiempo han visto que lo que valía era siempre lo que decía el número dos de Génova.

Las reuniones del Comité Ejecutivo y de la Junta Directiva del PP de Madrid celebradas el viernes aplacaron los ánimos después de que la tensión volviera a emerger en los días previos, una vez más, pero las aguas solo bajarán definitivamente tranquilas el día que Génova dé a conocer la fecha del congreso del PP de Madrid al que se presentará Ayuso. Y solo, claro, si esa fecha se corresponde con lo que en la Puerta del Sol entienden razonable: en el entorno de la presidenta tienen claro que con los estatutos en la mano el cónclave no debe celebrarse después de marzo de 2022.

Trayectoria política en Madrid

Para los ahora 'ayusistas' había dos cuestiones que durante un tiempo les hizo pensar que Casado siempre estaría de su parte. Por un lado, el presidente del PP era “de la casa”. Había crecido políticamente en la formación madrileña, era su terreno y lo conocía muy bien, tanto su funcionamiento orgánico como a las personas concretas que trabajaban en él. En palabras de un dirigente, todo el mundo tenía su móvil para dirigirse a él directamente sin necesidad de intermediarios que llegaran imponiendo nada. Por otro, su relación personal con la presidenta de la Comunidad, que siempre había formado parte de su núcleo cercano y que él mismo había ungido con el dedo presidencial como candidata en 2019 para sorpresa de gran parte de la organización.

Respecto al declive de la relación entre Ayuso y Casado, aunque en ocasiones (y no siempre) las dos partes intentan manifestar que sigue en pie, es evidente que, como poco, está en suspenso. Ella se siente “abandonada” por el partido, según corroboran y repiten en su entorno más cercano. Abandonada, dicen, por no tener ahora el respaldo de la dirección de su partido tras los duros meses de pandemia; tras haber soportado la tensión de gobernar con un socio, Ciudadanos, al que todos los días tenían que vigilar de cerca para que no dinamitara la gestión del Gobierno desde dentro. Abandonada también por no haber recibido todo el apoyo que consideran que tendría que haberle dado la dirección tras los ataques personales que ha recibido por parte de la oposición. Y con esa sensación de abandono decae definitivamente la esperanza de que hubiera un “poli bueno”.

No hay organización en que el reparto de papeles no se produzca, y menos en política. Los número uno median solo cuando es imprescindible, pero dejan hacer a su número dos. En la formación madrileña son conscientes de que este reparto de papeles se ha sucedido también en otras regiones, pero ya no hay caretas, dicen. El aparente reparto de papeles entre Casado y García Egea sirvió durante una temporada, pero el escudo del primero en Madrid se ha desmoronado desde el 4-M.

El problema en Madrid es que el conflicto ha seguido prácticamente el camino inverso a otras baronías autonómicas. En el resto de las comunidades los conflictos se sucedieron en 2019 con la elaboración de las listas electorales, donde García Egea quiso entrar a tutelar sin contemplación a las distintas organizaciones, levantando verdaderas ampollas por el camino.

"Eso es cosa de Teo"

En Madrid hizo lo mismo y se encontró con la oposición de la gestora del partido, entonces y ahora liderada por Ana Camins. En aquel momento, los cuadros internos se quejaron también por las formas y fondo del secretario general, sin embargo, confiaban "en Pablo", el de casa, para reconducir aquello con lo que no estaban de acuerdo. Pero ni Almeida ni Ayuso tenían la fuerza de otros barones regionales como Alberto Núñez Feijoó o Juanma Moreno y el conflicto por las listas pasó más desapercibido en Madrid.

La situación en otras autonomías está ahora más calmada, pero llegar a la paz ha costado tiempo. El momento de mayor tensión se produjo en 2019 al hacer las nuevas listas con la presidencia de Casado y en el peor momento del partido: en abril se quedaron solo con 69 escaños. Los líderes autonómicos desconfiaban del liderazgo tras la marcha de Rajoy y levantaron muros para controlar los partidos en sus comunidades. Con el tiempo (y al calor de la mejora en las encuestas), las relaciones se han reconducido.

El proceso de renovación orgánica en el PP prometía batallas que no han llegado a librarse. Una vez más por la insistencia de García Egea de imponer algunos candidatos provinciales. Lo peor llegó de la mano del PP de Sevilla, donde llegó a producirse algún enfrentamiento entre Génova y el equipo de Moreno Bonilla. Terminó solventándose y, al final, el resto de provincias andaluzas pasaron sus congresos sin mayor incidente. De hecho, en la mayoría de ellos hubo consenso.

Moreno se ha reunido con Feijoo este viernes para abordar la financiación autonómica.

Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo en una reunión celebrada el pasado viernes para abordar la financiación autonómica. / EFE/José Manuel Vidal

En Galicia es distinto. "Eso es territorio Feijóo", bromean algunos dirigentes nacionales, reconociendo que el presidente de la Xunta tiene las manos libres. En Castilla y León, García Egea también causó más de un incendio y el malestar levantado en Alfonso Fernández-Mañueco se prolongó durante algunos meses. En lo orgánico Casado nunca se ha metido, delegando las tareas en García Egea y a sabiendas del reparto de papeles. "Eso es cosa de Teo", es una de las frases que más le escuchan decir internamente.

En Madrid, en cambio, el 4-M sí fue un antes y un después. Tras el éxito electoral y haber dicho internamente que Ayuso quería dirigir el partido, en Génova la invitaron a no hacerlo y desistir de esa idea. La presidenta y Casado se cruzan mensajes, pero esa es su única vía de comunicación, según confirman en el entorno de Ayuso. En el del líder nacional insisten en resaltar "la amistad que les une" desde hace muchos años. Pero cerca de la presidenta reconocen que incluso los mejores amigos "se resienten".