LAS SOMBRAS DE GÉNOVA

Casado, atropellado por la corrupción del pasado y sin nueva sede del PP a la vista

El proceso de mudanza sigue en marcha y el PP no abandonará la sede de Génova, como pronto, hasta el primer semestre de 2022.

Las sombras del pasado vuelven a 'atropellar' a Casado, que insiste en que rompió con el partido a pesar de que el pasado del PP estuvo muy presente en su convención nacional.

Pablo Casado (derecha), junto a Isabel Díaz Ayuso, José Luis Almeida y Teodoro García Ejea (izquierda), en el balcón de la sede de la calle Génova la noche electoral de las autonómicas madrileñas el pasado 4 de mayo.

Pablo Casado (derecha), junto a Isabel Díaz Ayuso, José Luis Almeida y Teodoro García Ejea (izquierda), en el balcón de la sede de la calle Génova la noche electoral de las autonómicas madrileñas el pasado 4 de mayo. / EFE/Mariscal

Paloma Esteban

Paloma Esteban

Han pasado ocho meses exactos desde que Pablo Casado hiciera uno de los anuncios más importantes desde que llegó a la presidencia del PP: la mudanza de la calle Génova, en pleno centro de Madrid, para dejar atrás una sede que siendo la imagen más icónica del partido, ha terminado convirtiéndose en el símbolo de su corrupción. Fue la manera que el líder encontró de romper con el pasado, coincidiendo con un momento político muy delicado: el primer sorpaso de Vox en Cataluña, el pasado mes de febrero. 

A la confesión de Luis Bárcenas y el juicio que empezaría días después en la Audiencia Nacional sobre la reforma de la sede con dinero negro (ayer se conoció finalmente la sentencia que ve probada la contabilidad b) achacó la debacle en las urnas. Y la respuesta, delante de todos los cargos importantes del partido, fue anunciar que abandonarían el cuartel general —”no debemos seguir en un edificio cuya reforma se está investigando esta en los tribunales”, dijo—. La cuestión es que ocho meses después no hay novedades sustanciales del nuevo destino del partido. Y, una vez más, Casado se ha visto atropellado por las sombras del pasado en 'el lugar del crimen'.

El PP optó por un proceso formal (al que no está obligado) para que de manera transparente las firmas interesadas participaran en la que es la mayor operación inmobiliaria de oficinas del año. Eso sí, la marcha de Génova se dilatará, como mínimo, al primer semestre de 2022. El objetivo de la dirección nacional es preservar su patrimonio inmobiliario y alquilar el inmueble. Las condiciones que el PP busca para su nuevo emplazamiento no son sencillas: les gustaría mantenerse en la misma zona céntrica, aunque no necesitan tantas plantas ni metros cuadrados como ahora. En realidad, la marcha de Génova es algo que Casado lleva teniendo tiempo en mente. Según ha podido saber EL PERIÓDICO DE ESPAÑA ya hace dos años el líder del PP buscó algunas opciones y llegó a visitar un edificio muy cerca del Palacio de Cibeles. 

Con la victoria de Isabel Díaz Ayuso el 4 de mayo, Casado tuvo su primer balcón en la calle Génova (la tradición del PP cuando hay un éxito electoral es asomarse a saludar a todos los afiliados que se agolpan frente a la sede). Lo hizo abrazado a la líder madrileña y, por un tiempo, olvidó la estrecha relación que la sede tiene con los episodios más oscuros de su partido. La Audiencia Nacional deja claro en su fallo de este jueves que la reforma de la sede, prolongada desde 2005 a 2010, se pagó con dinero en negro. Luis Bárcenas aparece condenado a dos años de prisión y también el propio PP, como responsable civil subsidiario de 123.669 euros por el Impuesto de Sociedades de la empresa que hizo la obra.

Aznar y Rajoy: sin ruptura con el pasado en la convención

El objetivo de abandonar Génova, como dijo en febrero Casado, es el de “dejar de pagar facturas de cuestiones que ni conocemos”. La segunda decisión que tomó el líder del PP y que sigue cumpliendo a rajatabla es la de no volver a hablar de asuntos de corrupción del pasado. “Sobre eso ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir”, insistían ayer fuentes de la dirección nacional. El entorno de Casado no esconde ya su hartazgo de tener que responder por casos de corrupción de anteriores dirigentes y afirman que, cuando esos hechos se produjeron, el líder del PP solo era “un diputado por Ávila” en el momento de mayor responsabilidad.

De hecho, los populares insisten en que el mayor compromiso de Casado fue el de evitar que cualquiera de esas conductas se volvieran a repetir, dejando muy claro que lo que le aupó en las primarias del partido fue la garantía de ejemplaridad y de repulsa a esos comportamientos. El tercer anuncio que hizo en febrero fue el de una convención nacional para el otoño, que se celebró a principios de mes como la consolidación política de su alternativa a Pedro Sánchez.

En la convención participaron José María Aznar y Mariano Rajoy por expreso deseo de Casado. Los presidentes del PP en el momento en el que estos casos de corrupción probada acontecieron y que representan la etapa con la que el nuevo líder dice querer romper. En realidad, el colofón del cónclave tuvo lugar en la Plaza de Toros de Valencia, máxima expresión de las victorias electorales del PP, pero también de los dirigentes que más intoxicados por la corrupción ha habido dentro del partido. 

Entre el público no faltó Francisco Camps. Y en su discurso, tanto Casado como los dirigentes valencianos actuales, defendieron con vehemencia el legado político de aquellos años, especialmente el de Rita Barberá. Fue un absoluto cambio de rumbo, puesto que el líder del PP participó activamente en la exclusión de la exalcaldesa fallecida cuando fue investigada por el Tribunal Supremo.

Durante la organización de la convención nacional (que se prolongó durante meses con mesas previas en distintas ciudades y una semana intensa en cinco provincias antes del fin de semana en Valencia) sí hubo un cierto debate sobre quiénes debían participar. Casado tenía claro que su idea de convención pasaba por abrirla a la sociedad civil y que distintos profesionales y organizaciones participaran en coloquios. Un esquema alejado de las convenciones nacionales que descolocó a algunos en el partido. Al final, todos coincidieron en que fue un éxito a pesar de algunos ‘pinchazos’, especialmente en el ámbito internacional.

Y también existieron divergencias a la hora de abordar la participación de los expresidentes del partido. Algunas personas del entorno de Casado no consideraban indispensable que estuvieran Aznar y Rajoy, precisamente por las mochilas del pasado: desde la corrupción a la gestión de la crisis catalana. Fue un debate que duró poco porque las mismas fuentes aseguran que el líder actual siempre tuvo claro que debían estar.